Oramos con versículos del Salmo 18:
Yo te amo, Señor, mi fortaleza,
Señor, mi roca y mi baluarte,
mi libertador y mi Dios;
la roca en la que me amparo,
mi escudo y mi fuerza salvadora,
mi alcázar y mi refugio.
En mi angustia grité al Señor,
pedí socorro a mi Dios;
desde su templo escuchó mi voz,
resonó mi socorro en sus oídos.
Lanzó su mano de lo alto y me agarró
para sacarme de las aguas caudalosas,
de adversarios más fuertes que yo.
El Señor fue un apoyo para mí,
me sacó a campo abierto,
me quería y me salvó.
Tú, Señor, eres mi lámpara,
mi Dios, que alumbra mis tinieblas.
¿Quién es Dios fuera del Señor?
¿Quién es roca, sino sólo nuestro Dios?
El Dios que hace mis pies como de cierva
en las alturas me sostiene en pie
y multiplica sus cuidados conmigo.
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