Desde la mecedora
"Me propongo cientos de veces, tantas veces como días hay casi en una vida, crear mi historia con consciencia, con elecciones deseadas, realizadas, cumplidas... Modelar mi propia persona, no a golpe de reacciones, sino suavemente, a base de decisiones...
La vida es demasiado breve.
Querríamos otra vida, otras oportunidades para deshacer entuertos y dejar de cometer errores que, las más de las veces, han provocados sufrimientos gratuitos e innecesarios. Pero no hay segundas oportunidades para lo que ya pasó. Solo hay oportunidades para lo que está viniendo y por venir.
Siempre me digo que quiero aprovechar esas oportunidades.
Quiero construir mi vida a mi gusto, a base de sueños deseables, de nombres que, al pronunciarlos, den respiro; a base de palabras que te hacen, como una suave poesía; a base de imágenes que dan alas.
Estoy, más o menos, en la mitad de una vida.
Quiero vivirla bien. Como si fuera una nueva vida regalada. Lo es.
Quiero amar bien, porque el amor es lo único que importa.
Quiero ser un hogar, porque no hay nada mejor que se me ocurra poder ser.
Cada día observo lo que sucede bajo el sol. Y descubro que hay mucho ego, mucha necedad y mucha falta de sabiduría.
Aprender a vivir bien es la asignatura pendiente de todas las universidades de este mundo nuestro del siglo XXI. Hay mucha técnica, mucha información, muchos aparatos electrónicos, mucha comunicación digital... y poca comprensión profunda del sentido de la vida, poca comunión, poca alegría, poca simplicidad, poca felicidad.
Esa es mi búsqueda.
Creo que es la búsqueda de todos.
Por aquí paso buscando esa sabiduría del vivir, que no sé aún en qué consiste".
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