viernes, 30 de septiembre de 2011

Madre María, abadesa de Buenafuente del Sistal

Madre María Romero
A través de Ángel Moreno, he recibido la noticia de que la madre María, abadesa del monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal desde hace doce años, ha sido reelegida para un nuevo sexenio.
María es una mujer sencilla y buena. Una andaluza simpática y mujer sabia.
Su comunidad cisterciense es pequeña pero da mucha vida a muchísimas personas que pasa por allí todos los años para hacer retiros, ejercicios espirituales o para estar sencillamente en contacto con Dios y con la naturaleza, en clima de silencio y con un estilo de vida austero y alejado del ruido. Las monjas hacen de Buenafuente lo que es: un hogar donde se encuentra a Dios. Su hospitalidad y su oración incesante son los pilares de Buenafuente. ¡Ojalá lleguen nuevas vocaciones a su casa! Lo necesitan ellas pero, sobre todo, lo necesitamos todos: lugares donde se respira a Dios.

Noticia____________________________

El día 30 de septiembre, memoria litúrgica de San Jerónimo, se ha celebrado en el Monasterio de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal, presidido por el Sr. Obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, el Capítulo conventual, para elección de Abadesa del Monasterio, una vez concluido el mandado de seis años, para el que fue elegida M. María Romero.

En torno al mediodía, han repicado las campanas del Monasterio, para indicar que se había llevado a cabo la elección, y que la Comunidad había elegido Abadesa.

Comunidad cisterciense de Buenafuente del Sistal

Fue reelegida M. María Romero para un tercer sesenio, y ha recibido la obediencia de las monjas y la felicitación de las personas que viven habitualmente en Buenafuente.

Nos unimos a la acción de gracias del Monasterio de la Madre de Dios, de monjas cistercienses, al mismo tiempo que rogamos por su M. Abadesa, y por que no falten vocaciones que mantengan la presencia monástica en el Sistal, que desde 1245 viene siendo habitado por la Orden del Cister.
Terminada la época estival, tiempo de intenso trabajo por la acogida de huéspedes que desean hacer sus días de ejercicios espirituales, las monjas dedicarán un tiempo de descanso y para hacer ellas mismas los Ejercicios.

Mañana, día 1 de octubre, fiesta de Santa Teresita, doctora de la Iglesia, celebra su onomástico Madre Teresita, quien ayer era felicitada por la Sra. Presidenta de la Diputación Provincial del Guadalajara, algunas Diputadas provinciales, y el Alcalde del municipio de Olmeda de Cobeta.
Hoy ha participado con todas su hermanas en el Capítulo Conventual, y hemos sido testigos de su activa y consciente participación, al extremo de pronunciar de memoria la formula de obediencia a la Madre Abadesa.
¡Enhorabuena a la Comunidad cisterciense de la Madre de Dios, de Buenafuente del Sistal! Dios quiera que pronto podamos anunciar el ingreso de nuevas vocaciones que enriquezcan y fortalezcan la presencia monástica.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Himno a la vida de Fernando Arbex

Os dejo esta noche con el Himno a la vida de Fernando Arbex.
El video es muy mejorable. Lo hice deprisa con las diapositivas de un pps que se me desconfiguró, y no tuve tiempo de introducir las palabras dinámicas y con otro estilo de letra. Queda pendiente la mejora.
Pero no miréis la imagen, si os molesta la presentación tan poco estilosa. Cerrad los ojos y disfrutad con la intensidad, la fuerza y la ternura de esta nana de bienvenida al hijo recién nacido.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nuevo "look"

Curso nuevo, "look" nuevo, nuevas fuerzas, proyectos nuevos... ¡Por fin he dado con una imagen del blog con el que me siento cómoda porque habla de mi "look" interior!
En la composición frontal está Jesús, Jesús, Jesús y... otra vez Jesús, en el que tengo siempre puestos los ojos. Los mosaicos de Rupnik son muy expresivos y retratan al Señor que "llevo en mis entrañas dibujado":

- El que desciende a los infiernos para sacarnos de nuestros infiernos. ¡Qué potente y qué tierno a la vez! Alrededor del cuello, como un pastor lleva a un cabrito, lleva Jesús cargado a Adán. Sus rostros casi se rozan. Adán mira a Jesús con grandes y atentos ojos, y no hace otra cosa sino mirarlo. No puede hacer nada para salvarse a sí mismo y se deja llevar, abandonado a los brazos del que es más fuerte que él. Es el Salvador, el Resucitado, el amoroso Pastor el que lo carga en sus hombros y agarra fuertemente la mano de Eva, que a su vez se agarra a Él mientras tiene cogido a su compañero Adán. No nos salvamos solos. Jesús carga con los dos. Tira de los dos hacia la luz... ¡Éste es mi Señor y mi Dios!

- Más adelante están las manos del Crucificado-Resucitado partiendo el pan. Jesús es pan tomado, bendecido, partido y entregado para que todos comamos y quedemos saciados. Unas manos reparten ese pan para todos. El mundo que Dios quiere es ése: un mundo de justicia, solidaridad, igualdad, en el que todos comen y sobra, porque hay recursos suficientes para todos. Quizá esas manos que dan el pan sean nuestras propias manos ("Comiéndote sabremos ser comida", dice un poema de Casaldáliga).¡Éste es mi Señor y mi Dios!

- Al final, Jesús lava los pies a Pedro y, en Pedro, a la humanidad entera. "El Pastor se hizo Cordero. Servidor se hizo mi Rey". El "Altísimo" está clavado en el suelo ante unos pies sucios y cansados para lavar, ungir, curar y aliviar... ¡Éste es mi Señor y mi Dios!

- Y entre las imágenes, la Palabra que es luz y vida. "Bereshit" es la primera Palabra de la Biblia, "en el principio..." "En el principio creó Dios los cielos y la tierra... y vio que todo era bueno". El libro de Rut, uno de mis preferidos, está en segundo lugar. Y, junto al lavatorio de los pies, el evangelio de Juan: "En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios..."

Jesús lo hace todo nuevo: un ser nuevo, una nueva creación. Que Él sea el motor de todos nuestros deseos y nuestras búsquedas.
Como fondo, un texto hebreo tomado del libro Shir ha-shirim, El Cantar más bello. No es el que sigue, pero con éste quiero terminar por hoy:

"En mi lecho, por la noche,
busqué al amor de mi alma,
lo busqué y no lo encontré.
Me levanté y recorrí
la ciudad, calles y plazas;
busqué al amor de mi alma;
lo busqué y no lo encontré.
Me encontraron los guardias
que hacen la ronda por la ciudad:
¿Habéis visto al amor de mi alma?
Apenas los había pasado,
cuando encontré al amor de mi alma.
Lo agarraré y no lo soltaré..."

(Cant 3,1-4a)

martes, 20 de septiembre de 2011

"Sumérgete en el enviado"

Eso es lo que le dijo Jesús al ciego de nacimiento, muy disimuladamente, en el capítulo 9 de Juan ("Vete y lávate en la piscina de Siloé"; y añade Juan, casi sin intención, "que quiere decir 'Enviado").
Es lo que estamos haciendo un grupo de monjas contemplativas y yo en algún lugar de Madrid, durante toda esta semana: sumergirnos en la Palabra que nos habla del Enviado, del que viene siempre, del que está siempre en nosotras, del Señor de nuestra vida, de nuestro amor y nuestro todo.
Intento avanzar en la narración de una historia en la que me encuentro retratada, presente, siguiendo a Jesús de cerca, observándole, escuchándole, enamorándome de Él a medida que le escucho y le miro. Pero no avanzo, porque cada palabra, cada episodio, están cuajados de un significado denso y maravilloso. Me pasa siempre que cuento la Palabra. Me entretengo, "me divierto" (como decía Santa Teresa, es decir, "se me va el santo al cielo"...), viajo por ella, voy y vengo, y en torno a una frase o a un pasaje se me abren mil ventanas de sentidos iguales pero distintos.
Este año no he hecho ejercicios espirituales aún, pero estos días están siendo, para mí, unos ejercicios espirituales, porque continuamente tengo ante mis ojos la contemplación de un Rostro y la atracción amorosa hacia mi identidad en Cristo. El entusiasmo, la alegría, el interés y la propia búsqueda de mis compañeras de camino hacen, además, que todo sea más hermoso.

Este año toca "Hemos contemplado su gloria" (Jn 1,14): un recorrido por todo el Nuevo Testamento.
Tengo una fijación en eso de "ver al Invisible".
Y no soy la única.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La hora undécima

En torno a Mateo 20, 1-16

Tras cuatro meses de ausencia, vuelvo a estas páginas de la mano de las últimas palabras de mi último post de mayo: es sólo el amor el que hace nuevas todas las cosas. Y, si no, que se lo pregunten a los trabajadores de la viña del evangelio de hoy. ¡Que sorpendente e inesperado es Dios para unos y otros! Para los primeros, desconcertante, exasperante, injusto. Para los segundos, inexplicablemente bondadoso.

Por mi parte, podría decir que yo soy una obrera contratada en la hora prima. Sentí la llamada del Señor cuando tenía ocho años y volví a escucharla, esta vez irresistiblemente, en plena adolescencia, a los quince. A los diecisiete ya formaba parte de mi congregación, y el día que cumplí los veintidos, hice la primera profesión religiosa. Sin embargo, me considero una mala colaboradora de Jesús en los trabajos de su viña. ¡Cuánto me falta por aprender y cuánto por entregar!
Por eso, el evangelio de hoy me anima y alienta mi esperanza. Quizá me convierta al Señor sólo en la hora undécima de mi vida. Quizá sólo en la hora undécima llegue a ser lo que el Señor quiere que sea. Pero ese instante de amor, ese poco de trabajo unida absolutamente al Buen Señor de la viña, habrá justificado toda mi existencia.
En cuanto a la "recompensa", no creo que nadie crea, ame y siga a Dios esperando paga alguna. ¿El cielo? ¿La salvación? ¿La gloria?... Malos obreros seríamos si tuviéramos los ojos puestos en el salario. Este evangelio me habla también de gratuidad, de desinterés, y de que la única paga deseable es experimentar con asombro la generosidad de Dios para con todos, primeros y últimos, de "dentro" y de "fuera", iguales y distintos... A todos nos abraza por igual el amor infinito de Dios. 


Señor, tu paciencia es mi salvación.
Gracias a Ti, Dios Bondadoso.
Gracias a Ti, que tanto me esperas.
Gracias a Ti, que me amas más
de lo que yo puedo amarme ni entiendo.

viernes, 27 de mayo de 2011

"Verán su Rostro y llevarán su nombre en la frente"


Lectio divina de Apocalipsis 22,1-21

1 Luego (el ángel) me mostró el río de agua de Vida, brillante como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. 2En medio de la plaza, a una y otra margen del río, hay árboles de Vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes; y sus hojas sirven de medicina para los gentiles. 3 Y no habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad y los siervos de Dios le darán culto. 4 Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. 5 Noche ya no habrá ; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos.

 6Luego me dijo: “Estas palabras son ciertas y verdaderas; el Señor Dios, que inspira a los profetas, ha enviado a su Ángel para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto. 7Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro”. 8Yo, Juan, fui el que vi y oí esto. Y cuando lo oí y vi, caí a los pies del Ángel que me había mostrado todo esto, para adorarle. 9Pero él me dijo: “No, cuidado; yo soy un siervo como tú y tus hermanos los profetas y los que guardan las palabras de este libro. A Dios tienes que adorar”. 10 Y me dijo: “No selles las palabras proféticas de este libro, porque el tiempo está cerca.

11 Que el injusto siga cometiendo injusticias y el manchado siga manchándose; que el justo siga practicando la justicia y el santo siga santificándose. 12Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su obras. 13Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. 14Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad. 15 ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!”

16 Yo, Jesús, he enviado a mi Ángel para daros testimonio de lo referente a las Iglesias. Yo soy el Retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba. 17 El Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven!” y el que oiga, diga: “¡Ven!” Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratis agua de vida. 18Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro: “Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las plagas que se describen en este libro. 19 Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa, que se describen en este libro”. 20Dice el que da testimonio de todo esto: “Sí, vengo pronto”. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
 21Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!

CUANDO LEAS

En la lectura del texto, sigo a G. Biguzzi, Apocalisse, Milano 2005, 366-380. Este capítulo que cierra el libro del Apocalipsis lo podemos dividir en 4 partes:

Ap 22,1-5: Finaliza la descripción de la Nueva Jerusalén que había comenzado en el capítulo anterior. Añade a esta ciudad con sus calles de oro puro, sus murallas de jaspe y sus puertas de perlas, algunos aspectos naturales. Esta ciudad, nuevo paraíso, nos recuerda el jardín del Edén. Pero, en vez del río que regaba el paraíso, tenemos un río que brota del trono de Dios y del cordero; en vez del árbol del bien y del mal, tenemos árboles de vida con sus hojas medicinales y frutos todo el año; y en vez Dios paseándose a la hora de la brisa, el Señor Dios que  alumbra y que es la luz de la ciudad.

Ap 22,6-10: En esta estrofa se trata de legitimar la veracidad de las palabras dichas en todo el libro pues han sido inspiradas por Dios. La cadena de la inspiración ha sido: Dios que habla al Ángel y éste a Juan que tiene la visión. Proclama dichoso a todo el que  guarde las palabras como ya había dicho en la introducción (Ap 1,3). Para animar al cumplimiento de las profecías muestra la cercanía de la venida de Cristo con la expresión: Mira, vengo pronto. No se trata, pues, de un libro para sellar y guardar sino que sus palabras han de preparar a la Iglesia a la venida de Cristo que está próxima.

Ap 22,11-15: Puesto que la venida de Cristo está cercana, Juan hace una llamada a responder éticamente. Puede parecer que este fragmento anima a cometer injusticias, sin embargo, es una llamada a los cristianos a no mirar con envidia a los que las cometen. Visto desde la perspectiva de la venida escatológica ya próxima, proclama dichosos a los que lavan sus vestidos, es decir, son martirizados, pues su recompensa es la entrada en la ciudad celeste. En cambio, no podrán entrar los pecadores, expresados con 7 nombres que incluye la totalidad de los mismos.

Ap 22,16-21: En esta parte Jesús habla de sí mismo. Él reconoce haber enviado su Ángel para dar testimonio a las Iglesias. Se define a sí mismo como retoño y descendiente de David y como Lucero radiante del alba que recuerda el resucitado la mañana de Pascua (Mc 16,2.9).
Por otro lado, intervienen el Espíritu y la Esposa que representan toda la Iglesia, que animada por el Espíritu Santo, invoca la venida de Jesús diciendo: ¡Ven!. Finaliza el libro con una bendición y una maldición: el que tenga sed, recibirá gratis el agua de la Vida y el que añada algo al libro caerán sobre él las plagas descritas. La expresión de despedida es muy querida también  por S. Pablo en sus cartas: 21Que la gracia del Señor Jesús sea con todos.

CUANDO MEDITES

Algunas preguntas nos servirán de guía:
- ¿Qué árboles de vida necesita nuestro mundo?, ¿qué hojas medicinales ha de tener para curar nuestras enfermedades y las de los demás?
- ¿A los pies de qué ángeles, mediadores de Dios pero que no son Dios, nos postramos y adoramos?
- ¿Con qué actitudes y comportamientos me visto para entrar en la Ciudad Santa?

CUANDO ORES

Encontramos en esto texto resonancias de los salmos que nos pueden ayudar en la oración:
- En la nueva Jerusalén los siervos verán el  rostro de Dios :
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro, tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro (Salm 27,8-9)
- En la nueva Jerusalén no habrá necesidad de luz porque el Señor Dios los alumbrará pues El es el Lucero radiante del alba:
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?... (Salm 27,1 )
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros… (Salm 66,2)
¡Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve! (Salm 80,4.8.20)
- La sed de Dios será saciada pues el que tenga sed, que se acerque:
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? (Salm 42,3 )
Oh Dios, tu eres mi Dios, yo te busco, mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua (Salm 62,2).

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Autora: Azucena Fernández. Equipo de Lectio Divina de la UPComillas.

jueves, 26 de mayo de 2011

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva..."


Lectio divina de Apocalipsis 21, 1 - 27

Nuevo cielo nueva tierra

1Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva; pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. 2Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. 3Y oí una gran voz desde el trono que decía: “He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos; y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios”. 4Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. 5Y dijo el que está sentado en el trono: “Mira, hago nuevas todas las cosas”. Y dijo: “Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas. 6Y me dijo: “Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. 7El vencedor heredará esto; yo seré Dios para él, y él será para mi hijo. 8Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, impuros, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La nueva Jerusalén

9Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me habló, diciendo: “Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en Espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de  Jerusalén, que descendía del cielo de parte Dios, 11y tenía la gloria de Dios; y su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.

12Tenía un muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel. 13Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, al poniente tres puertas. 14 Y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15Y el que hablaba conmigo usaba como medida una caña de oro, para medir la ciudad, sus puertas, y su muralla. 16La ciudad se asienta sobre un cuadrado; su longitud es igual a su anchura. Y midió la ciudad con la caña: doce mil estadios; su longitud, altura y anchura son iguales. 17Y midió su muralla: ciento cuarenta y cuatro codos, con medida humana que era la de ángel. 18Y el material de su muralla es de jaspe y la ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro. 19Y los cimientos de la muralla de la ciudad están adornados con toda clase de piedras preciosas: el primero es de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de calcedonia, el cuarto de esmeralda, 20el quinto de sardónica, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de ágata, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista. 21Y las doce puertas son doce perlas, cada una cada una de las puertas era de una sola perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio translúcido. 22Y en ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero. 23Y la ciudad no necesita del sol ni de la luna que la alumbre, pues la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero. 24Y las naciones caminarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán su gloria hasta ella; 25sus puertas no cerrarán pues allí no habrá noche, 26y llevarán hasta ella la gloria y el honor de las naciones. 27Y no entrará en ella nada profano, ni el que comete abominación y mentira, sino solo los inscritos en el libro de la vida del Cordero.

CUANDO LEAS

Dios, sentado en el trono, hace nueva la realidad. Es un nuevo Génesis: Ya está
hecho… Se afirma y se describe la nueva creación y la celebración de la boda del
Cordero. El universo nuevo se caracteriza por la ausencia de males y la presencia de bienes. La novia es Jerusalén, mujer y ciudad, hermosa y feliz. El autor enfatiza la descripción de la nueva Jerusalén como ciudad pero el lector no puede olvidar el contexto de amor conyugal (Isaías 40-66).
La ciudad es un cubo perfecto de unos 1.200 kms.de lado, es el Sancta sanctorum celeste como el camarín del Templo era también un cubo perfecto de unos diez metros de lado y revestido de oro puro. En la ciudad se repite el número 12, tribus y apóstoles, piedras preciosas, ángeles…
En el nuevo universo lo humano predomina sobre lo cósmico: el centro es la nueva humanidad. El mar desaparece porque es el “océano primordial” caótico y rebelde (Salmo 74, 13-14; Salmo 93, 3-4).

CUANDO MEDITES

- Por el amor del Cordero a la nueva Jerusalén Dios mora entre los hombres y los hombres con él. Dios instaura una alianza universal.
- Es un canto a la alegría (Is 35, 1-10: “ni muerte ni lágrimas…” y, además, el
universo se renueva: v. 5: “mira, renuevo el universo (cfr. 2 Cor 5,17).
- La gran afirmación del v.6: “Yo soy el alfa…” el alfabeto entero, todas las palabras
de lo que se puede nombrar. El autor une apretadamente el “da a beber de balde” (Is 55,1) pidiendo solamente que se tenga sed del manantial de la vida (Juan 7,37).
- Y, de forma similar en el v.7: herencia y filiación.
- 21,9-22,5: descripción de la novia-ciudad inspirada en Ez 40-48, que baja del cielo porque es creación de Dios (v.10), no tiene resplandor propio, lo recibe de la gloria de Dios. Culminación del libro, aspiración de la aventura humana.
- vv.22-23: la ciudad no necesita templo porque la llena la presencia de Dios y de Jesucristo… Y su lámpara es el Cordero, no necesita “luz de lámpara” (Ex 25, 31-40) ni de las lumbreras de la creación (Is 60,1-3; 9-10). A su luz caminarán las naciones…
- v.27 recuerda las liturgias de entrada (cfr. los salmos 15 y 24). Los pueblos acuden en busca de luz (Is 60, 3.5.7), la única luz que brilla dentro de la Iglesia es la presencia viva de Dios.

CUANDO ORES

- Sentimiento agradecido ante la culminación de la esperanza. Pablo en 2 Cor 5, 17 dirá: si estamos en Cristo somos criaturas nuevas “lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo”. Reposar en esta realidad que nos esponja el corazón y entonar un canto de alegría y alabanza. “Y enjugará toda lágrima…”. Enviados a enjugar las lágrimas, a consolar todo sufrimiento humano…
- Saborear la descripción de la nueva Jerusalén, ciudad sacerdotal, toda ella rebosante de la luz de la gloria de Dios, cimentada en Dios y consagrada a la adoración. Reflectir…
- Agradecer que mi lámpara sea el Cordero que guía mis pasos…


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Autor: Quique Climent, sj. Equipo de Lectio Divina de la UPComillas