Álvaro Ginel propone, en un librito de oraciones para la Cuaresma (1), que en estas semanas de preparación a la Pascua podríamos fijarnos un tiempo y un espacio diarios para orar. Y para que el compromiso quede sellado y no dure lo que dura la niebla de la mañana, Álvaro añade:
"Comparte con algún amigo del alma tu plan de oración, para comprometeros juntos. Lleva la cuenta por escrito de tu fidelidad a la oración en la Cuaresma".
Por vocación, nuestro ritmo de oración es (o debería ser) intenso: la Eucaristía diaria, la Liturgia de las Horas, el rosario, media hora de meditación y una hora y media de adoración eucarística diaria. ¿Son precisos más espacios para la oración o basta con cuidar este encargo carismático del Espíritu? He de reconocer que la hiperactividad es una tentación que me saca de los espacios dedicados a contemplar y a escuchar a Jesús, mi Maestro y Señor, y "se come" el tiempo debido a "la única cosa necesaria".
Por eso he pensado que ésta puede ser mi "vuelta", mi "conversión", el compromiso al que me siento arrastrada en esta Cuaresma: cuidar de modo especial la dimensión contemplativa de mi vida de discípula y... poneros a vosotros como testigos de ese compromiso, dejando constancia diariamente, en este blog, de alguna meditación u oración que brote en ese espacio de interioridad. Además pretendo que esa cita sea "extra" respecto a la misión cotidiana de orar.
"Comparte con algún amigo del alma tu plan de oración, para comprometeros juntos. Lleva la cuenta por escrito de tu fidelidad a la oración en la Cuaresma".
Por vocación, nuestro ritmo de oración es (o debería ser) intenso: la Eucaristía diaria, la Liturgia de las Horas, el rosario, media hora de meditación y una hora y media de adoración eucarística diaria. ¿Son precisos más espacios para la oración o basta con cuidar este encargo carismático del Espíritu? He de reconocer que la hiperactividad es una tentación que me saca de los espacios dedicados a contemplar y a escuchar a Jesús, mi Maestro y Señor, y "se come" el tiempo debido a "la única cosa necesaria".
Por eso he pensado que ésta puede ser mi "vuelta", mi "conversión", el compromiso al que me siento arrastrada en esta Cuaresma: cuidar de modo especial la dimensión contemplativa de mi vida de discípula y... poneros a vosotros como testigos de ese compromiso, dejando constancia diariamente, en este blog, de alguna meditación u oración que brote en ese espacio de interioridad. Además pretendo que esa cita sea "extra" respecto a la misión cotidiana de orar.
¿Lugar? La "montaña", "el desierto" o el "manantial" de mi habitación.
¿Hora? Cada noche, una hora antes de acostarme.
Soy "nocturna". Suelo trasnochar mucho. Para mí, la noche es tiempo de inspiración.
Y para la Escritura, la noche es tiempo de salvación.
Amigos, a vosotros os pongo por testigos de este deseo cuaresmal.
Si alguno quiere acompañarme, le invito a colgar en los comentarios los frutos de su propia oración, siguiendo la Palabra de cada día.
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(1) Álvaro Ginel y Mari Patxi Ayerra, La Oración en Cuaresma, CCS 2007
1 comentario:
Padre eterno, perdon por mis errores, permiteme ser luz en mi hogar, mi trabajo y todos los sitios donde asisto. Úsame como instrumento tuyo y haz en mí tu volundad.
Amén
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