1 Al amanecer,
celebraron consejo los sumos sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley,
es decir, todo el tribunal supremo. Ataron a Jesús, lo llevaron y lo entregaron
a Pilatos.
2 Pilatos le preguntó: «¿Eres
tú el rey de los judíos?» Y él respondió: «Tú lo dices». 3 Y los
sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. 4 Pilatos le preguntó
de nuevo: «¿No respondes nada? Mira de cuantas cosas te acusan» 5
Pero Jesús no respondió nada, hasta el punto de que Pilatos quedó muy extrañado.
6 Por la fiesta
concedía la libertad a un preso, el que ellos quisieran. 7 Había
entonces un preso, llamado Barrabás, junto con los sediciosos que en un motín
habían cometido un homicidio; 8 llegó la gente y se puso a pedirle
la gracia que solía concederles. 9 Pilatos le dijo: «¿Queréis que os
ponga en libertad al rey de los judíos?» 10 Pilatos sabía que los
sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. 11 Pero los
sumos sacerdotes azuzaron al pueblo para que pidieran que les pusieran en libertad
a Barrabás. 12 Pilatos les dijo: «¿Qué queréis que haga con el que
llamáis rey de los judíos?». 13 Ellos gritaron: «¡Crucifícalo!» 14
Pilatos replicó: «Pero, ¿qué mal ha hecho?» Y ellos gritaba más alto:
«¡Crucifícalo!». 15 Pilatos, entonces, queriendo satisfacer a la
gente, les puso en libertad a Barrabas y les entregó a Jesús para que lo
azotaran y lo crucificaran.
Cuando
leas
Nos encontramos ante el juicio
contra Jesús. Aunque a Marcos, no le interesa relatarnos detalladamente dicho
proceso, sino que más bien quiere ofrecernos un relato teológico de los
acontecimientos. Tal es así, que en el primer versículo podemos descubrir
cierta relación con la parábola de los agricultores asesinos, narrada por el
evangelista en el capítulo 12 y con otros pasajes de su evangelio. ¿La entrega
a Pilatos no es acaso una expulsión de Jesús de la viña que es Israel? ¿No es acaso la realización de lo que Jesús dijo
en el tercer anuncio de la pasión: lo entregarán a los paganos?
Situándonos en este contexto podemos descubrir como la entrega a Pilatos marca
el momento, en la historia en el que comienza el paso de la viña a otras manos,
momento en el que Jesús comienza a ser la piedra angular rechazada de un nuevo
edificio, del nuevo pueblo de Dios (12,10), y todo esto es obra del Señor
(12,11). Por tanto, lo que nos va a narrar Marcos es historia de salvación.
El mutismo de Jesús nos hace
recordar y releer estos acontecimientos a la luz del cuarto Canto del Siervo.
Pero, la extrañeza de Pilatos, también nos hace interpretar el relato dentro
del género literario del martirio. En el cual, el mártir, testigo de Dios, con
su forma de sufrir, suscita asombro incluso entre sus perseguidores.
La acusación a Jesús es de
carácter decididamente político: ¿Eres tú el rey de los judíos? Para los
romanos, dicha acusación es más que suficiente para condenarlo a muerte. Pero
Jesús no responde. Por lo tanto, no contamos con la confesión del reo. Pilatos
no tiene la certeza de su culpabilidad. Los sumos sacerdotes insisten en sus
acusaciones. Pilatos espera salvar a Jesús apelando al pueblo. Sin embargo,
éste es una marioneta en mano de sus dirigentes. Pilatos sucumbe ante la
manipulación de pueblo, que a su vez es manipulado.
Toda la escena de los versículos
6 al 15 se enmarca dentro de la obligación, o costumbre, de la autoridad romana
de liberar a un preso aquel día de la fiesta. Nos encontramos con los dos
presos: Barrabas, un asesino, y Jesús, el rey de los judíos. Marcos nos detalla
la «ficha policial» de cada uno. El primero, un homicida, el segundo un
inocente. Barrabas, un «golpista», que ha actuado en contra del estado y, por
tanto, según el derecho romano, merece la muerte; y el segundo un inocente que
para los jefes judíos es reo de muerte; Barrabas es hijo (=Bar) del Padre (=Abbá) y Jesús un pretendiente a ser rey de
los judíos. Barrabas ha demostrado querer ser un libertador, mientras que Jesús
no. La gente se decide por Barrabas, mientras que Jesús, el inocente, el que no
había cometido delito alguno, se convierte, al caminar hacia la muerte, en
liberación de no que es culpable. Teológicamente, el inocente muere para salvar
a los culpables.
Pilatos lo entrega para que lo
crucifique. La autoridad romana ha claudicado ante las pretensiones judías;
pero esto no lo hace menos inocentes que los jefes del pueblo.
Ahora sabemos quiénes son los
pecadores, los paganos y los judíos (14,41), es decir, toda la humanidad que
rechaza al único que puede salvar y que ahora es conducido hacia la muerte y
una muerte de cruz.
(Mario Galizzi, Evangelio según san Marcos. Comentario
exegético-espiritual, San Pablo, Madrid 2007, págs. 310-313).
Cuando medites
- Trata de rememorar el relato como
si de una película se tratara, intentando involucrarte dentro de ella, como si
fueras una de las personas que están entre la muchedumbre. ¿Qué sentimientos se
despiertan en ti?
- Imagínate que estás siendo
increpado y acusado por ser seguidor de Jesús de Nazaret, no necesariamente en
un juicio, sino en tu vida cotidiana. ¿Cuál sería tu actitud? ¿Te defenderías “con
uñas y dientes” o adoptarías la postura del «siervo sufriente»?
- No todos estamos llamados al
martirio de sangre, pero sí que sufrimos lo que podríamos llamar «pequeños
martirios» en nuestra vida cotidiana. ¿Estás dispuesto a aceptar esos pequeños
martirios por amor a Jesús y a los hermanos?
- Tómale el pulso a tu vida con
respecto a tu ser testigo de Jesús y su evangelio.
Cuando ores
- Pide a Jesús perdón por las veces
que no has sabido ser testigo fiel del evangelio.
- Pide al Padre las gracias
necesarias para ser un testigo fiel de Jesús y para saber afrontar el
sufrimiento por el Reino.
- Da gracias a Dios por las veces
que es tu fortaleza en los momentos de peligro, y te da la energía suficiente
para ser su testigo ante los demás.
....................
Autor: Pepe Pedregosa, ssp, equipo de Lectio Divina de la UPComillas
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