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martes, 29 de octubre de 2013

La Sabiduría de Dios (XXXI Domingo del Tiempo Ordinario)

Reproduzco aquí la propuesta de oración, para el domingo XXXI del Tiempo Ordinario (ciclo C) de la web rezandovoy.org.
Espero que esto no vulnere los derechos de los autores y que pueda ayudar a la oración de los que se acercan a esta página. Recomiendo acudir a rezandovoy y descargarse los audios que permiten rezar con el evangelio del día en cualquier tiempo y lugar.
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Para comenzar

La oración tiene que ver con la amistad, con saberse en manos de un Dios amigo de la vida, y con traer al silencio y al corazón otras vidas. Tiene que ver con descubrir que uno está habitado por Dios y por los otros. Este tiempo de oración es una oportunidad para ese viaje interior y compartido.

Canto: Señor de la sabiduría (Sab 9,1ss) – Ain Karem

Señor de la misericordia,
Dios de nuestros padres,
que con tu Palabra creaste el Universo,
danos tu bondad.
Tú, que con tu Sabiduría
formaste al ser humano
para que actuara con justicia y caridad,
danos tu perdón.

SOMOS LLAMADAS, SEÑOR, A RECREAR TU OBRA,
DIOS DEL UNIVERSO, DIOS DE LA PAZ.
QUEREMOS CONTIGO ANUNCIAR Y DEFENDER
LA VIDA, DIOS DE LA JUSTICIA, DIOS DE BONDAD. (2)

Señor, Amigo de la vida,
Dios del universo,
que amas cuanto existe, sin tu amor nada sería,
danos tu compasión.
Señor, Dios de la justicia,
Padre, Madre de todos
que has puesto tu obra en nuestras manos,
danos creatividad.



* La lectura de hoy es del libro de la Sabiduría (11,22-12,2):

Tú de todos tienes compasión, porque lo puedes todo y no te fijas en los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. ¿Cómo podrían existir los seres, si tú no lo hubieras querido? ¿Cómo podrían conservarse, si tú no lo ordenaras? Tú tienes compasión de todos, porque todos, Señor, te pertenecen y amas todo lo que tiene vida, porque en todos los seres está tu espíritu inmortal. Por eso, a los que pecan los corriges y reprendes poco a poco, y les haces reconocer sus faltas, para que apartándose del mal crean en ti, Señor.
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Para hacer tuya la Palabra...

1. Todo lo puedes, Señor. El libro de la Sabiduría canta la pequeñez del hombre y la inmensidad de Dios. Lo sabio es saber que no somos dioses, que no lo podemos todo, que hay sueños inútiles. ¿En qué te sientes limitado? ¿Vives con paz tu flaqueza y tu pequeñez?

2. El Señor perdona y corrige. Lo sabio es descubrir que uno engaña y se engaña. Lo sabio es también no culparse por ello ni dejar que los errores se repitan. El perdón libera de ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo. ¿Te vives perdonado y reconciliado?

3. El Señor crea, conserva y sostiene. Lo sabio es vivir la vida como regalo y descubrir que todos los bienes descienden de arriba, vienen de Dios. Haz memoria de todo lo recibido: la vida, la familia, los amigos, tus cualidades personales, tus capacidades… ¿Por qué te gustaría dar gracias?

4. La vida como regalo, el perdón como expresión de amor, un Dios que busca siempre el encuentro con sus criaturas… El libro de la sabiduría se abre para ofrecer sus consejos y ayudar a vivir de una manera más plena y profunda. Escucha de nuevo el texto abriéndote a ese Dios que no aborrece nada de lo creado: “Te compadeces de todo porque todo lo puedes… Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado…”
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Oración final: Tu sabiduría

Tu sabiduría es sorpresa para el niño,
desafío para el que busca
y promesa para el que sueña.

Tu sabiduría es necia
para quien quiere ser Dios,
pero cierta para quien se sabe
humano,
finito y frágil

Tu sabiduría es cruz donde se alza
el que ofrece un brazo amigo,
una palabra cierta,
un encuentro liberador.

Tu sabiduría es llave que abre
portones largo tiempo cerrados
y trae a nuestras estancias
un aire de libertad y gozo,
de comunión y fiesta.

Haznos sabios, señor,
con esa sabiduría tuya
de evangelio y reino,
de camino y mesa.

(José Mª Rodríguez Olaizola, sj) 
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El libro de la Sabiduría recuerda que nuestro Dios no es un Dios distante. Es un Dios cercano, personal, amigo. En Jesús tenemos la máxima expresión de esa amistad. Habla con él, con la confianza de saberte escuchado y aceptado. Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de la semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez, ese anhelo: “Somos tuyos, Señor, amigo de la vida…”
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lunes, 7 de octubre de 2013

Solo un samaritano volvió para dar gloria a Dios

Reproduzco aquí la propuesta de oración, para el domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (ciclo C) de la web rezandovoy.org.
Espero que esto no vulnere los derechos de los autores y que pueda ayudar a la oración de los que se acercan a esta página. Recomiendo acudir a rezandovoy y descargarse los audios que permiten rezar con el evangelio del día en cualquier tiempo y lugar.
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Para comenzar

Dios está aquí y me ofrece su palabra. Yo quiero exponerme a su Presencia.
Reconozco mi estado de ánimo..., respiro con paz... y dejo que caiga toda tensión...
Hoy llega hasta mí una buena noticia con la que el Señor quiere decirme algo personalmente, regalarme su calor, iluminar mi vida y ponerme en oración sin más.

Canto: Tu Palabra



La lectura de hoy es del evangelio de Lucas 17,11-19

Una vez, yendo camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes". Y sucedió que,  mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado".

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Para hacer tuyo el evangelio...

1. Somos invitados a entrar en el milagro de la vida. Puedo comenzar pidiendo al Espíritu que me ayude a conocer mi lepra, la que hace jirones mi cuerpo, lo que infecta mis relaciones, lo que me excluye de la comunidad. Desde ahí se me llama a salir y a alzar mi voz. ¿Qué necesito gritar a Jesús en este momento?

2. También yo he sentido muchas veces que la cercanía del Señor me sana, me repara. Dejo que llegue a mi memoria agradecida alguno de estos encuentros terapéuticos con Él en los que he notado mi carne florecer de nuevo y la sonrisa volver a mi rostro.

3. ¿Volver o no volver? Aquí es la cuestión. Dar gloria a Dios y disfrutar de vida abundante o entretenerme con sucedáneos y malvivir. Puedo contemplar la sorpresa de Jesús al echar de menos a la mayoría de los curados. Si me reconozco de alguna manera en ellos, también se dirige a mí la pregunta de Jesús: "¿Dónde estás?" ¿Dónde estoy? ¿Qué me distrae y me lleva a olvidarme de que hay unos brazos y una misión que me espera?

4. Al leer por segunda vez este relato, me siento volviendo al Señor. Me sitúo como el hombre que, una vez curado, va a regresar. Soy ese samaritano postrado en tierra a los pies de Jesús... "... Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias..."

Oración final: Eres la luz

Eres la luz, 
pero no una luz de sol 
que baña las criaturas 
en las orillas de la piel. 
No eres la luz 
que deslumbra las miradas, 
ni con tu fulgor 
diluyes todo lo viviente. 
Tú eres la luz 
que nos haces visibles 
desde dentro, 
amaneces cada día 
en el interior de los cuerpos 
por el oriente infinito 
de nuestro deseo, 
enciendes toda criatura 
y vuelves transparente 
el celemín que te encubre 
en nuestra noche. 
Toda luz crea sombras, 
pero tú eres luz que las disipa. 
¡Tantas criaturas 
beben ansiosas cada noche 
su ración de luces pasajeras 
en vasos seducidos! 
Cuando yo las mire, 
¿les brillará en mis ojos 
el reflejo amigo 
de tu luz, de su luz, 
que las habita 
y desconocen? 

(Benjamín González Buelta, sj)
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* Termino mi oración así: a los pies de Jesús, agradeciendo su sanación.
Doy gloria a Dios por tantas cosas que solo yo sé.
Doy gracias a Jesús por curarme de mis miedos, heridas, vacíos y desalientos.
Dejo que su mirada fortalezca mi fe, tejida de confianza agradecida y de disponibilidad sin condiciones.
Permanezco en esta postura sincera y quizá pueda escuchar de labios de Jesús, pronunciando mi nombre: "Levántate, vete, tu fe te ha salvado".

Que esta oración pueda acompañarte a lo largo de la semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez, esta invitación:  "Levántate, vete, tu fe te ha salvado"...

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lunes, 30 de septiembre de 2013

Auméntanos la fe

Reproduzco aquí la propuesta de oración, para el domingo XXVII del Tiempo Ordinario (ciclo C) de la web rezandovoy.org.
Espero que esto no vulnere los derechos de los autores y que pueda ayudar a la oración de los que se acercan a esta página. Recomiendo acudir a rezandovoy y descargarse los audios que permiten rezar con el evangelio del día en cualquier tiempo y lugar.
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Para comenzar

De vez en cuando necesitamos detenernos para alimentar la sed de infinito y descubrir lo que llevamos dentro. Cada momento de silencio y oración es una oportunidad para comprobar que formamos parte de un todo con Dios, con lo creado y con los otros.
Me hago consciente de esa unidad con todo lo existente mientras me dispongo a ese encuentro con Dios en este momento de oración. Un encuentro que, como me recuerda el canto de Taizé, Da pacem cordium, trae la paz al corazón a quien se deja encontrar con Dios.
Escuchamos el canto...



La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (17,5-10)

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» 
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»
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Para hacer tuyo el evangelio...

1. La fe, viene a decir Jesús, es una actitud, una vivencia de Dios. No tiene que ver con la cantidad o el tamaño. Por eso, un grano de mostaza, aunque diminutos, contiene vida, exactamente igual que la mayor de las semillas. ¿Eres consciente de que contienes ya en tu interior, esa semilla de Dios capaz de crecer en ti y dar mucho fruto? ¿Cómo se traduce en tu vida?
2. La fe es capaz de arrancar de raíz cualquier cosa. Una morera o incluso algo más fuerte: el pecado. Jesús viene a decir que el mal y el bien no son dos fuerzas iguales. La fuerza del bien es mucho mayor. ¿Qué situaciones de injusticia en tu entorno o en el mundo te gustaría arrancar?
3. Somos siervos, dice Jesús. Cumplimos nuestro deber. El Señor nos recuerda que no es mérito nuestro sino la obra de Dios. El Espíritu está vivo y es el que puede obrar maravillas a través de ti. ¿Qué ámbitos te gustaría poner en sus manos para que actúe en ti?
4. Como los apóstoles, muchos seguidores de Jesús no terminamos de creer que nuestra fe, nuestro modo de vivir, puede cambiar el mundo. La semilla de Dios es capaz de transformar los corazones y la sociedad. Releemos de nuevo el evangelio y nos dejamos transformar por la promesa de esa semilla que sigue viva y presente.

Oración final: En tus ojos

Sólo en tus ojos puedo leer
quién soy y lo que valgo,
mientras las demás miradas
me zarandean en el vértigo
del abismo o de las cumbres.

Solo en tus manos crecer
tiene el ritmo justo
del sol en el oriente
o de la madera en el tronco
bajo la cáscara cómplice,
mientras me quiere absorber
el instante digital
donde el vértigo seduce.

Solo tu presencia,
tus tiempos y tus ritmos,
sin ansia ni porfía,
despiertan mi secreto
de vida interminable,
donde mi futuro
brota de tu misterio
sin deudas y sin ancla.

Benjamín González Buelta, sj

* Señor, auméntanos la fe para creer que es posible, para no resignarnos a la mediocridad, para aspirar continuamente a ser más hijos.

Habla con Jesús. Preséntale, como los apóstoles, tu petición y tus deseos más profundos. Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de la semana, repitiendo, una y otra vez, ese anhelo: Señor, aumenta mi fe...
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jueves, 19 de septiembre de 2013

"Enamórate, permanece enamorado, y esto lo decidirá todo..."

Reproduzco aquí la propuesta de oración, para el domingo XXV del Tiempo Ordinario (ciclo C) de la web rezandovoy.org.
Espero que esto no vulnere los derechos de los autores y que pueda ayudar a la oración de los que se acercan a esta página. Recomiendo acudir a rezandovoy y descargarse los audios que permiten rezar con el evangelio del día en cualquier tiempo y lugar. A la Palabra, oraciones y reflexiones, acompañan música y cantos que ayudan a la interiorización.
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Oración inicial: 
Hoy me presento, Señor, con sed de Ti, necesitado de tu amor y cercanía. Te ofrezco mi vida para que Tú te hagas presente en ella y que el ejemplo de Jesús me guíe y me transforme.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (16,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
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Para hacer tuyo el evangelio:

1. Dice Jesús: "Quien es de fiar en lo poco es de fiar en lo mucho".
Muchas veces espero las grandes ocasiones, el momento en que tendré la ocasión de demostrar mi valía, pero la vida nos la jugamos en los pequeños detalles del día a día, en cómo saludo a los compañeros, en cómo escucho, en esas pequeñas tareas que nadie ve, en los favores que hago...

2. Jesús alaba la astucia del administrador y anima a sus seguidores a usar esta misma astucia al servicio del Reino.
Muchas veces pienso que nuestra iglesia se ha quedado anclada en el pasado. ¿Cómo puedo ayudar a la iglesia a transmitir el evangelio con audacia y con astucia a la gente de hoy?

3. Jesús es claro. No hay medias tintas. No se puede servir a Dios y al dinero. Si quiero que Dios sea el centro de mi vida, ¿qué tengo que cambiar?
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Oración final:

Solo se puede servir a un señor. Solo serviré a aquel que está en mi corazón. Escucha una oración del padre Arrupe en la que describe lo que sucede cuando Dios está en el centro de mi vida.

No hay nada más práctico que
encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse rotundamente
y sin ver atrás.
Aquello de lo que te enamores,
lo que arrebate tu imaginación,
afectará todo.
Determinará lo que te haga levantar
por la mañana,
lo que harás con tus atardeceres,
cómo pases tus fines de semana,
lo que leas, a quién conozcas,
lo que te rompa el corazón
y lo que te llene de asombro
con alegría y agradecimiento.
Enamórate, permanece enamorado,
y esto lo decidirá todo.
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Canto: Escojo la vida



Esta mañana
enderezo mi espalda,
abro mi rostro,
respiro la aurora,
escojo la vida.

Esta mañana
acojo mis golpes,
acallo mis límites,
disuelvo mis miedos,
escojo la vida.

Esta mañana
miro a los ojos,
abrazo una espalda,
doy mi palabra,
escojo la vida.

Esta mañana
remanso la paz,
alimento el futuro,
comparto alegría,
escojo la vida.

Esta mañana 
te busco en la muerte,
te alzo del fango,
te cargo, tan frágil.
Escojo la vida.

Esta mañana
te escucho en silencio,
te dejo llenarme,
te sigo de cerca.
Escojo la vida.

(Poema de Benjamín González Buelta, SJ)

* En este rato final, puedo compartir con el Padre lo que ha pasado en esta oración.
Le pido ayuda para discernir lo que es del mundo y me ata de lo que viene de Dios y me libera.
Que esta invitación te pueda acompañar a lo lardo del día y de la semana, repitiendo en tu interior: 
"Enamórate, permanece enamorado, y esto lo decidirá todo..."
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jueves, 12 de septiembre de 2013

Cuando me encierro en mí

Señor, cuando me encierro en mí, no existe nada,
ni tu cielo y tus montes, tus vientos y tus mares,
ni tu sol, ni la lluvia de estrellas,
ni existen los demás, ni existes tú, ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo
y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada, y no oigo nada.

Cúrame, Señor, cúrame por dentro.
Como a los ciegos, mudos y leprosos
que te presentaban,
yo me presento.
Cúrame el corazón, de donde sale
lo que otros padecen
y donde llevo mudo y reprimido
el amor tuyo que les debo.

Despiértame, Señor, de este coma profundo
que es amarme por encima de todo.
Que yo vuelva a ver, a verte, a verles,
a ver tus cosas, a ver tu vida, a ver a tus hijos.
Y que empiece a hablar como los niños, balbuceando,
las dos palabras más redondas de la vida:
Padre nuestro.


(rezandovoy.org, para orar a partir de Lc 15,11-32)

Vuelta del hijo pródigo, Arturo Asensio