viernes, 29 de noviembre de 2013

Ideas para la homilía: I Adviento

I Domingo de Adviento. Ideas para la homilía

1. Comenzamos el tiempo de Adviento y, junto al Adviento, un nuevo año litúrgico y un nuevo ciclo de lecturas que quieren llevarnos, como de la mano, 

  • a conocer mejor al Dios que se ha manifestado en Jesús, 
  • a acercarnos a Él,
  • a estrechar la unión con Él, el amor y la entrega de nuestro ser y de nuestra voluntad a la suya,

y todo esto, en el ámbito de la familia creyente que es la iglesia.
Este año, en el ciclo A, se nos ofrece el evangelio de Mateo como lectura habitual de los domingos. Una amiga me ha dicho que hará, durante las cuatro semanas de Adviento, una lectura continua de este evangelio para tener una primera aproximación al mismo. Puede ser un buen ejercicio para este tiempo de escucha y esperanza.

El Adviento es espera, esperanza, alegría, atención, despertar. Es tiempo de luz, o de puertas y ventanas que se abren a la luz de Jesús.
Él ya ha venido, hace veinte siglos, haciéndose carne en María. Ha caminado con nosotros. Se ha hecho uno como nosotros. Ha sido el Reino de Dios en medio de nosotros. Y ahora es el Reino de Dios en nosotros, porque está Vivo y nos habita. Su venida es Presencia continua dentro de nosotros y en las fuerzas amorosas, luminosas y positivas que mueven la historia.

2. Por eso es importante lo que nos dice San Pablo: ¡Despertaos! ¡Daos cuenta! San Pablo y sus contemporáneos pensaban que Jesús vendría de nuevo, de forma inminente, a juzgar al mundo. Y describían esa venida al modo como los libros apocalípticos judíos lo hacían: en medio de sonidos de trompetas, entre las nubes del cielo, rodeado de ángeles... La certeza de que esto se produciría no tardando mucho les llevaba a animar a los creyentes a despertarse y darse cuenta de que la salvación estaba cerca porque Jesús estaba a las puertas. Esa urgencia no ha dejado de ser válida porque Jesús no haya venido de modo definitivo. De hecho, para cada uno de nosotros, existe la certeza de ese encuentro, más o menos lejano, pero inminente con Dios. Con él nos encontraremos al final de la vida. Esa es nuestra fe.

¡Despierta! ¡Date cuenta del momento en que vives y de cómo vives! A nivel social, vivimos un momento de escasez económica para muchos, de injusticia y reparto desigual de los bienes, de recortes en las ayudas sociales, mientras muchos se enriquecen injustamente y viven en el lujo y el despilfarro vergonzante. La corrupción a causa de la ambición afecta a toda la clase política, de uno y otro signo, y a instituciones como la monarquía. Esas instituciones no son ejemplo de rectitud, honestidad, justicia y solidaridad. La mayor parte de la gente está sometida a unos recortes salariales y a unas subidas de impuestos y costes difíciles de sobrellevar. La balanza de la justicia está quebrada. ¿Qué podemos hacer nosotros, en todo esto? 
La Palabra habla de situaciones de oscuridad, noche y tinieblas y de situaciones de luz, día y claridad. Hay dos caminos, dos opciones para nuestra libertad: noche o día; tinieblas o luz. ¡Vivid en la luz y haced las obras de la luz!, dice San Pablo. En su carta a los Romanos, San Pablo enumera unas cuantas obras de las tinieblas, propias de las "listas de vicios" de la época: comilonas, borracheras, desenfreno, contiendas... Es una lista actual. Un estilo de vida de despilfarro, ambición y violencia están a la orden del día. En contraposición, ¿podemos vivir nosotros de una manera alternativa, con austeridad y solidaridad, con cuidado de los otros, con un estilo no violento?

La paz y la justicia son dos rasgos esenciales del Reino de Dios. 
Revestirse de Jesús es una tarea del Adviento. Preguntarse, en cada momento, qué diría Jesús, qué haría Jesús, cómo miraría Jesús esta situación o a esta persona. Orar, como Él, al Padre, y actuar como Él cuando no sabemos cómo actuar.

3. Isaías, en la primera lectura, presenta una visión "escatológica", sobre el final de los días. En el centro espacial de esa visión está el monte Sión y, en su cima, el impresionante templo de Jerusalén, la casa de Dios. A esta casa peregrinan todos los pueblos porque allí habita Dios. La casa de Dios irradia su Palabra, portadora de justicia y paz. Dios será el juez de las naciones. No habrá guerras. No habrá gastos en armamentos sino que todos los recursos se destinarán al progreso material de los pueblos: instrumentos para labrar la tierra, arados y podaderas...

Isaías comunicó esta visión en el siglo VIII a.C. En el siglo XXI, miles de personas mueren de hambre todos los días, en un holocausto interminable, mientras la industria de armamentos goza de buena salud. Las guerras merman poblaciones y destruyen ciudades y campos todos los días, y el terrorismo es una amenaza constante en gran parte del mundo.
¿Qué sueño tengo yo para el mundo en que vivo?
¿Qué puedo hacer para que algo de lo que vio Isaías se haga realidad?
¿Cómo puedo caminar a la luz del Señor?

La lectura de Isaías me invita a caminar hacia la casa del Señor, a dejarme instruir por su palabra, a caminar por sus sendas. Pero Jesús me lleva más allá: Yo soy la casa de Dios. Él me habita y me habita su Palabra. ¿Cómo puedo irradiar su luz y encarnar esa "economía de la paz" de la que habla la visión del profeta?

4. El evangelio de este domingo tiene, para muchos cristianos, resonancias negativas. Perciben en él un tono amenazante y la insinuación de un castigo, si no se vive de una determinada manera. Es el estilo de los discursos escatológicos, de los que este pasaje forma parte. Esos discursos, presentes al final de los evangelios sinópticos, están llenos de metáforas e imágenes que solo pretenden una cosa: despertarnos para que nos tomemos la vida en serio y vivamos de modo coherente según el evangelio. ¡Estad en vela! ¡Estad preparados! Es lo que nos dice el evangelio. Sed como centinelas en la noche, con los ojos bien abiertos, para descubrir su presencia "en cada hombre y en cada acontecimiento".
¿Qué puedo hacer para estar en vela? 
¿Cómo puedo ser centinela de la presencia de Jesús en el mundo?

Dios de justicia y de paz,
que haces de nosotros tu casa,
que nos habitas, nos sostienes y nos mueves:
haz que de las espadas forjemos arados 
y de las lanzas, podaderas.
Haz que no haya violencias en nuestras ciudades
ni hambre en la mesa de nadie.
Haz que caminemos a tu luz 
llevando nuestras lámparas encendidas 
para iluminar a otros.

Revístenos de Jesús. Que Él viva en nosotros.
Que en todo momento pongamos nuestros pies 
sobre sus huellas de ternura, compasión y amor.
Haznos centinelas de su venida y su presencia.
Despiértanos y ayúdanos a caminar, 
en este tiempo de Adviento,
en la alegría del evangelio, a la espera de encontrarte
naciendo de nuevo en nuestro corazón y en la historia.
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Lectura orante en: http://conchipddm.blogspot.com.es/2013/12/primer-domingo-de-adviento-estad-en-vela.html

jueves, 28 de noviembre de 2013

Primer domingo de Adviento: ¡Estad en vela!

Lectio Divina de Mateo 24,37-44: Estad en vela

* Canto: Ven, Señor, líbranos. Ven tu pueblo a redimir. La esperanza brillará. Ven, Señor Jesús.

Ven y sálvanos de nuestra ceguera para descubrirte presente,
de nuestra pereza para caminar contigo,
de nuestras excusas para alejarnos de ti.
Ven y sálvanos de nuestra dureza para comprender las Escrituras,
de nuestras luchas por los primeros puestos, de nuestra desconfianza en la semilla del Reino.
Ven y sálvanos de nuestra superficialidad,
de nuestra insensibilidad por las cosas de arriba, de nuestra pérdida de sentido.
Ven y sálvanos de los dioses que nos hemos fabricado, de la rutina que nos aprisiona,
de nuestras miras pequeñas.
Ven y sálvanos Dios salvador nuestro,
Dios amigo nuestro, Dios anunciado por Jesús. Amén.

LEEMOS

Isaías 2, 1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén:
Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.  No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

Romanos 13, 11-14a

Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz.
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni contiendas. Vestíos del Señor Jesucristo.


Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

PARA MEDITAR

1. Lee atentamente la lectura de Isaías. Es un sueño, una visión para el final de los tiempos. Es un deseo ardiente del profeta: todos los pueblos acudirán al Señor y se dejarán guiar por Él y por su Palabra. Todos los pueblos caminarán a su luz y el Reino de Dios lo será todo en todos. Será un Reino de paz. Habrá justicia y medios económicos para todos. No se invertirá en la guerra y nadie se preparará para ello. No será necesario… ¿Cómo puedes hacer realidad en tu vida y en tu entorno la visión de Isaías?

2. San Pablo, en la carta a los Romanos, nos exhorta a vivir en la luz, despiertos, dejando todo lo viejo, todo lo que son tinieblas para nosotros, y a revestirnos del Señor Jesús. ¿Qué es, para ti, revestirte de Jesús? ¿Qué obras oscuras debes dejar? ¿Cómo puedes vivir despierto/a y vivir en la luz?

3. La Iglesia vive esperando la venida del Señor Jesús. Él llegará el día que menos pensemos y los evangelistas, en sus discursos escatológicos, nos animan a vivir en vela y preparados… ¿Cómo puedes prepararte, durante este Adviento, a acoger la venida de Jesús, que llega a nosotros “en cada hombre y en cada acontecimiento? 
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Oración final

Despiértanos, Señor,
socórrenos con tu fuerza
líbranos de lo que nos frena
y apresura nuestra felicidad.
Enséñanos a construir tu reino,
a inventar una vida compartiendo,
a trabajar aportando lo mejor,
y a complementarnos y apoyarnos.
Abre las puertas de nuestro pueblo
para que sea un lugar de justicia,
para que reine la igualdad entre todos,
tratando al otro como nos gusta que nos traten.
Impúlsanos a construir sobre el amor,
mantennos en comunicación contigo,
que vivamos en verdadera amistad.
No permitas que nos cansemos
y olvidemos tus sueños sobre nosotros.
Que caminemos hacia la felicidad,
que no es otra que vivir contigo. Amén


(Oraciones tomadas de Chuno Chávez Álva, CM)


* Canto final (éste u otro de Adviento)

Ven, ven, Señor no tardes.
Ven, ven, que te esperamos.
Ven, ven, Señor, no tardes.
Ven pronto, Señor.

1. El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor.
Los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

2. Envuelto en sombría noche,
el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

3. Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz.
Al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.
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Ideas para la homilía en http://conchipddm.blogspot.com.es/2013/11/ideas-para-la-homilia-i-adviento.html

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Calendario de Lectio Divina de los evangelios dominicales del Ciclo A, diciembre de 2013 a noviembre de 2014:



I Adviento: Mateo 24,37-44; Homilía
II Adviento: Mateo 3,1-12
III Adviento: Mateo 11,2-11
IV Adviento: Mateo 1,18-24

Solemnidad de la Inmaculada: Lucas 1,26-38
Navidad: Juan 1,1-18
Fiesta de la Sagrada Familia: Mateo 2,13-15.19-23
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios: Lucas 2,16-21
Domingo II de Navidad: Juan 1,1-18; Efesios 1,3-6;15-18
Solemnidad de la Epifanía: Mt 2,1-12

Bautismo del Señor: Mateo 3,13-17
II Tiempo Ordinario: Juan 1,29-34
III Tiempo Ordinario: Mateo 4,12-23
IV Tiempo Ordinario (Fiesta de la Presentación del Señor): Lucas 2,22-40 
V Tiempo Ordinario: Mateo 5,13-16
VI Tiempo Ordinario: Mateo 5,20-37
VII Tiempo Ordinario: Mateo 5,38-48
VIII Tiempo Ordinario: Mateo 6,24-34

I Cuaresma: Mateo 4,1-11
II Cuaresma: Mateo 17,1-9
III Cuaresma: Juan 4,5-42
IV Cuaresma:Juan 9,1-38
V Cuaresma: Juan 11,3-45
Domingo de Ramos: Isaías 50,4-7

Vigilia Pascual: 
I Domingo de Pascua: Jn 20,1-9
II Domingo de Pascua:
III Domingo de Pascua: 
IV Domingo de Pascua:
V Domingo de Pascua: 
VI Domingo de Pascua:
Ascensión del Señor:
Solemnidad de Pentecostés:
Solemnidad de la Santísima Trinidad:
Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo:

X Tiempo Ordinario:
XI Tiempo Ordinario:
XII Tiempo Ordinario: 
XIII Tiempo Ordinario:
XIV Tiempo Ordinario:
XV Tiempo Ordinario: 
XVI Tiempo Ordinario:
XVII Tiempo Ordinario: 
XVIII Tiempo Ordinario: 
XIX Tiempo Ordinario: 

XX Tiempo Ordinario: 
XXI Tiempo Ordinario:
XXII Tiempo Ordinario:
XXIII Tiempo Ordinario: 
XXIV Tiempo Ordinario:
XXV Tiempo Ordinario:
XXVI Tiempo Ordinario:
XXVII Tiempo Ordinario: 
XXVIII Tiempo Ordinario: 
XXIX Tiempo Ordinario: 

XXX Tiempo Ordinario:
XXXI Tiempo Ordinario:
XXXII Tiempo Ordinario:
XXXIII Tiempo Ordinario: 
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo: 
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martes, 26 de noviembre de 2013

El signo de Jesús en las bodas de Caná

Lectio divina de Juan 2, 1-12
   1 Al tercer día se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.  3 Y, como faltaba vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: “No tienen vino.” 4 Jesús le responde: “¿Qué a mí y a ti, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.”   5 Su madre dijo a los sirvientes: “Haced cualquier cosa que os diga” 
6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra para las abluciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. 7  Les  dice Jesús: “Llenad las tinajas de agua”. Las llenaron hasta arriba.  8 Y les dijo: “Ahora sacad y llevadle al maestresala”.  Lo llevaron. 9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino (no sabía de dónde procedía, en cambio los sirvientes que habían sacado el agua sí que lo sabían) llama al esposo 10y le dice: “Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos el inferior; pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora”.  11 Así, en Caná de Galilea, dio comienzo Jesús a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
 12 Después bajó a Cafarnaúm, él, su madre y sus hermanos y sus discípulos, y se quedaron allí no muchos días.

CUANDO LEAS

     El “tercer día” es en los evangelios el de la resurrección, la intervención definitiva de Dios. Estamos en el segundo día tras los cuatro precedentes. Nos encontramos en el sexto día, en el que fue creado el hombre, hecho para el séptimo. La presencia de Jesús es “la hora”, “ahora”, paso del sexto al séptimo día.

“Se celebraba una boda” Las bodas son la imagen más hermosa de la alianza entre Dios y su pueblo, en un amor más allá de toda infidelidad y tan fuerte que supera la misma muerte. Caná nos recuerda qanàh que significa adquirir, aludiendo al Pueblo que Dios ha adquirido para sí (Es 15,16;Dt 32,6;Sl 72,4).
    La madre “estaba allí” como las seis tinajas de piedra, hechas para contener el agua que habría de convertirse en vino bueno. No se dice su nombre: es llamada MADRE por el narrador y MUJER por Jesús. “Madre” indica la relación con el hijo, al que dona la vida; “Mujer” (esposa) la relación con el esposo, de cuyo amor correspondido brota la vida del hijo. María, en cuanto madre representa al pueblo de Dios, de cuya carne viene el Mesías; en cuanto esposa es la Hija de Sión, que ama y espera al Esposo.
     “No tienen vino” dice la madre a Jesús. La simple constatación es a la vez petición y espera. En las bodas entre Dios y la criatura el vino ha faltado desde el principio, con Adán,  Incluso después.
    “¿Qué a mí y a ti?” Traducción literal del hebreo, pero tiene varios sentidos. Según nuestra interpretación, el énfasis hay que ponerlo en el aplazamiento. La solución a todos los problemas sólo tendrá lugar cuando llegue la hora. Aunque Jesús realice el signo, hay que verlo sólo en relación a la hora definitiva. Más allá de la espera de una intervención prodigiosa (no le preocupa el vino material) desea hacernos comprender que la “hora” es la del excelente vino del banquete final,
    “Mujer” Jesús no le llama “madre”, sino “mujer”, como hará al pie de la cruz en Jn 19,25. Más allá del parentesco de la carne, hay un lazo más importante según el Espíritu, relación establecida desde el amor.
    “Todavía no ha llegado mi hora” Aunque Jesús parece negarse se ve claramente su inclinación por la interpretación de María. Es un reclamo al hecho de la llegada de la hora en la que el Esposo manifiesta su gloria. Caná es anticipo del cumplimiento con la muerte, cuando regrese al Padre. Jesús quiere hacer comprender a María, que con él ha llegado la hora en que se cumplen las promesas hechas por Dios.
   Serán los sirvientes quienes ejecuten el signo que Jesús realizará. “Haced cualquier cosa que os diga”. Madre y servidores representan al pueblo bien dispuesto a mantener la alianza que dice: “Todo lo que ha dicho JHWH, lo haremos” (Ex 19,8; 24,7). Los detalles de las tinajas: seis de piedra para las abluciones, no son superfluos. Representan la memoria de la creación del hombre, realizada el sexto día, la ley escrita sobre piedra. Estar vacías significa la vaciedad de los ritos purificatorios.
     “Llenad las tinajas de agua”  Sólo ahora sabemos que están vacías, sin agua, elemento primordial de la vida. El Señor ordena que las llenen: no hará el buen vino de la nada sino del agua, del deseo de vida de cada hombre, contenido en la ley dada a Israel. Las tinajas vacías esperan como el Esposo espera.
     “Sacadlo ahora”, se saca de las tinajas como de un pozo (4, 7) De hecho, la salvación viene de los judíos (4,22). “Ahora” es cuando se saca: ha llegado la hora de la salvación (cf.4, 23; 5,25) En el Hijo del hombre se abre el cielo y se celebra la unión entre Dios y el hombre: es la realidad más grande. “Llevadlo al maestresala”, que representa a Israel y a sus maestros, que esperaban en la promesa y constatan con sorpresa la bondad del vino que los siervos han sacado.     “Dio comienzo a sus señales” El regalo de la boda no es sólo el primero, sino el principio de los signos. El resto brotan de esta fuente. Jesús restablece la alianza y finalmente el ser humano obtiene, gracias a él, el buen vino. En Caná empieza el “día” del Mesías, que se revela progresivamente. “Manifestó su gloria…y creyeron en él  sus discípulos” Se cumple la promesa hecha a los discípulos que verían “cosas más grandes”(1,50) de las que habían supuesto: la Gloria del Hijo del hombre, la del Unigénito del Padre, por ella obtenemos,  gracia tras gracia.
   
CUANDO MEDITES

     Por la presencia de la madre de Jesús, por su diligencia premurosa, la fiesta de bodas, en lugar de ir decayendo, encuentra su plenitud. Ella, testigo del ministerio entregado está presente en la de los discípulos como brújula que muestra cómo regresar siempre al que es “el Camino, la Verdad y la Vida”.
     También estaban como invitados Jesús y sus discípulos. Es importante invitar al Señor a nuestra fiesta, y en toda circunstancia de nuestra existencia. Si no fuera así faltaría el que invitado se hace con delicadeza y discreción el anfitrión, regalándonos el buen vino, el de la fiesta y  alegría plenas. Pero el vino se acabó, y si el aceite y el pan son necesarios para vivir, el vino, que alegra el corazón del hombre (cf. Sl 104,15), es lo superfluo necesario para vivir felizmente. Es imagen del amor entre los esposos, entre Creador y criatura. Se pasa del sexto al séptimo día, a Dios que es embriaguez de amor.
     La madre de Jesús se dirige pone sus ojos y habla a los servidores para que lleven a cabo aquello que hará visible el signo que Jesús está dispuesto a realizar. Son los que se ofrecen, los que permiten la visibilidad del Reino a través de los signos que Dios continúa obrando a nuestro favor. Jesús es la Palabra: si lo escuchamos, el agua de nuestra humanidad se va trasformando en el vino de su divinidad. Va desarrollando y completando en nosotros aquel proyecto único con el que un día nos pensó; haciendo crecer todo aquello que nos permite ser lo que estamos llamados a ser. Su gracia nunca anula nuestra naturaleza sino que la perfecciona y lleva a plenitud haciéndonos personas realmente felices.
     Las tinajas, privadas de aquello para lo que fueron construidas, están vacías. Jesús, hará el buen vino con el deseo de vida de cada hombre. Dios asume y valora todo lo que es del hombre y de su historia.
     No se describe cómo se desarrolló el milagro de “el agua convertida  en vino” pero los diálogos manifiestan la disposición por la que todo lo humano se convierte en “buen vino”: sobre todo reconocer con la “madre” que no hay más vino, después escuchar la respuesta de Jesús a la “mujer”, quien reconoce que con él ha llegado el momento en que se cumple la promesa.  A diferencia del maestresala (que ignora el origen del vino bueno) los sirvientes sí lo saben. Quien ha sacado el agua de las tinajas, conoce que todo procede de haber confiado en Jesús  obedeciéndole, siguiendo las palabras de María. El Esposo  espera que, también quien lo llama, se convierta en su esposa.
   En el mundo, al principio, todo es hermoso, bello, repleto de vida y amor. Después pierde vitalidad. Afortunado  quien no cae en esta trampa que nos presenta sólo la juventud como  válida. La creación no está en decadencia,  el sexto día da paso al séptimo, es un camino hacia la fiesta.
     Todos los signos sirven para adherirse a Jesús, fuente de la vida (cf. 20,31). Solo en él está la Vida en abundancia. La fe en Jesús es el fin de toda la obra de Dios (6,30). Jesús tiene a sus discípulos y a María. Donde vaya, allí se podrá detener con quien esté abierto a su presencia, su mirada, su silencio, su amor.

CUANDO ORES

    Haz silencio en tu corazón, imagina que estás en la boda que se celebra en Caná. No te inquietes. Siente y descubre lo que esperas ahora de Jesús, lo que de verdad desearías compartir con él o pedirle.
   ♦   Recuerda que también ha sido invitada su madre, tu madre. No dudes en hablar con ella, María te conoce bien y sabe cómo te encuentras. Cuéntale.
       Como nos diría San Ignacio, contemplemos la escena considerando las personas presentes en la boda: quiénes son, qué dicen, qué hacen. Toma conciencia –como si presente te hallaras- de palabras, actitudes, tareas, reacciones. Qué se mueve dentro, qué sientes (quizás solo como una brisa pero firme).

      Textos que pueden ayudarte en tu encuentro personal con el Amor, para renovar tu relación como criatura amada de las que el Creador está profundamente enamorado, llevando tatuado tu nombre en la palma  de su mano. Sal 45; Os 2, 16-25; Is 54, 4-10; Is 62; Ez 16; Cantar de los Cantares; Ap 21-22.

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Lectio divina preparada por Mª del Pilar Casarrubios (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

sábado, 23 de noviembre de 2013

Vigilia de acción de gracias en la Clausura del Año de la Fe

Monición de entrada

El querido Papa emérito Benedicto XVI nos convocó para cruzar «la puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, y que está siempre abierta para nosotros. Él nos recordaba cómo se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja modelar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22).
Durante este año hemos podido entrar a través de esta puerta, experimentar el gozo de creer en Cristo, que nunca nos abandona; la alegría de pertenecer a una Iglesia que es Madre  y Maestra; el consuelo de tener unos en hermanos, donde apoyar nuestro desvalimiento.
Hemos podido renovar nuestra Fe en la Santa Trinidad –en el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; en Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; en el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.
Ha sido un año repleto de dones y bendiciones de lo alto, entre ellas destaca la gran lección de humildad de nuestro Papa emérito Benedicto XVI, y el don de un nuevo Pastor universal, nuestro Papa Francisco.
Conscientes del don recibido en el Bautismo, pedimos al Señor de la vida y de la historia, la gracia de ser testigos valientes y humildes de su Evangelio, para contribuir a que este mundo le mire más a Él y alcance la plenitud de la salvación.
Nos disponemos, unidos a toda nuestra Diócesis de Toledo, y en comunión con toda la Iglesia, a vivir esta celebración de acción de gracias, con el corazón rebosante de gozo; que la Luz de Cristo nos ilumine, para que acojamos su Palabra y, junto al agua, nos haga testigos del Señor resucitado que ha querido perpetuarse en la Eucaristía.

Primera Parte: La Luz y la Palabra

Canto (para la procesión con el cirio):

Sé mi luz, enciende mi noche. Sé mi luz, enciende mi noche.
Sé mi luz, enciende mi noche, mi noche, sé mi luz.


1  Lectura del libro del Génesis 3, 4-7

La serpiente replicó a la mujer: No, no moriréis; es que Dios sabe que el día que comáis del fruto de ese árbol, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable para lograr inteligencia; así que to de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió. Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazando hojas de higuera se las ciñeron.

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 5, 15; 18-19

Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos.
En resumen, lo mismo que por un solo delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia resultó justificación y vida para todos. Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.

Canto
Jesucristo, mi vida eres Tú, ¡aleluya, aleluya!
Jesucristo, mi vida eres Tú, mi vida eres Tú, ¡aleluya!


Lectura del libro del Génesis 22, 1-2; 6-12

Después de algún tiempo, Dios puso a prueba la fe de Abraham. Lo llamó por su nombre, y él contestó: –Aquí estoy. 
Dios le dijo: –Toma a Isaac, tu único hijo, al que tanto amas, y vete a la tierra de Moria. Una vez allá, ofrécelo en holocausto sobre el cerro que yo te señalaré.
Abraham tomó la leña para el holocausto y la puso sobre los hombros de Isaac; luego tomó el cuchillo y el fuego, y se fueron los dos juntos. Poco después Isaac dijo a Abraham: –¡Padre!
–¿Qué quieres, hijo? –le contestó Abraham. 
–Mira –dijo Isaac–, tenemos la leña y el fuego, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?  –Dios nos proveerá de un cordero para el holocausto, hijito –respondió su padre.
Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, Abraham construyó un altar y preparó la leña; luego ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar, sobre la leña; pero en el momento de tomar el cuchillo para sacrificar a su hijo, el ángel del Señor le llamó desde el cielo: –¡Abraham! ¡Abraham!
–Aquí estoy –contestó él.
El ángel le dijo: –No hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo.

Lectura del Evangelio según San Juan 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no sejuzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Canto
Nada nos separará, nada nos separará,
nada nos separará del amor de Dios (bis)


Lectura del libro del Génesis 35, 17-21; 25b-28

Jo fue en busca de sus hermanos, y los encont en Dotán.  Ellos le vieron venir de lejos, y antes de que se acercara hicieron planes para matarlo.  Se dijeron unos a otros: ¡Mirad, ahí viene el de los sueños! Venid, mamoslo; luego lo echaremos a un pozo y diremos que un animal salvaje se lo comió. ¡Y a ver qué pasa con sus sueños!

Cuando Rubén oyó esto, quiso librarle de sus hermanos, y dijo: No lo matemos. No derraméis sangre. Echadlo a este pozo que está en el desierto, pero no le pongáis la mano encima.
En esto, vieron llegar una caravana de ismaelitas que venían de Galaad y que en sus camellos traían perfumes, bálsamo y mirra, para llevarlos a Egipto.  Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y luego tratar de ocultar su muerte? Es mejor que lo vendamos a los ismaelitas y no que lo matemos, porque después de todo es nuestro hermano.
Sus  hermanos  estuvieron  de  acuerdo  con  él, así  que  cuando  los  comerciantes madianitas pasaban por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Así se llevaron a Jo a Egipto.

Lectura del Evangelio según San Mateo 26, 14-16; 47-49

Uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les preguntó: ¿Cuánto me daréis, si os entrego a Jesús?
Ellos salaron el precio: treinta  monedas  dplata. A partir de entonces, Judas empezó a buscar una ocasión oportuna para entregarles a Jesús.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y palos. Iban enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos.  Judas, el traidor, les había dado una contraseña, dicndoles: –Aquel a quien yo bese, ese es. ¡Apresadlo!
Así que, acercándose a Jesús, dijo: ¡Buenas noches, Maestro! Y le besó.

Canto
Sé mi luz, enciende mi noche. Sé mi luz, enciende mi noche.
Sé mi luz, enciende mi noche, mi noche, sé mi luz.

Lectura del libro del Génesis 14, 21-29


Moisés extend su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio desde la columna de fuego y nube y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto: Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.
Dijo el Señor a Moisés:Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.
Y extendMoisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios huyendo iban a su encuentro y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar.
Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
  
Segunda Parte: el Agua y la Palabra

Lectura del santo Evangelio según San Mateo  (3, 13-17)

En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo dicndole:
Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí? Jesús le contesto:
—Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:
Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.

Palabra del Señor.

- Meditación y silencio orante…

- Bendición del agua

- Renuncia al pecado y confesión de fe

Canto (durante la aspersión)

El agua del Señor sanó mi enfermedad,
el agua del Señor Jesús (Bis).

1. El que quiera y tenga sed que venga y beba gratis.
El que quiera y tenga sed beba el agua de la vida.
2. El que crea en mi palabra y se abra a mi fuerza,
de su seno brotarán torrentes de agua viva.

Tercera Parte: Adoración y Acción de gracias por el año de la fe


Canto (para la exposición del Santísimo):

Rendid honor al Señor. Todo su pueblo le alabe.
Que todos canten su gloria. Nuestro Dios está aquí.
-          Él es digno de alabanzas, de adorarle por siempre,
de aclamarle en todo tiempo. ¡Exaltado sea Dios!

ð Adoración en silencio… Podemos dar gracias por todo lo vivido en el año de la fe…

1. El don de la vida cristiana iniciada en el Bautismo

Señor Jesús, te damos gracias por este Año de la Fe que concluye y en el que hemos podido experimentar la bondad de tu Corazón. En este tiempo hemos valorado el don de la fe recibida en el Bautismo. Un precioso tesoro que estamos llamados a custodiar cada día.
Gracias,  Señor,  porqunos  has  mostrado  cómo  la  fe  nes  sino  una  amistad estrecha Contigo; nos has permitido entrar en lo más hondo de tu Corazón y descubrir con asombro el amor que te movió a dar tu vida por nosotros. Hemos comprendido que también nosotros hemos de dar la vida por los hermanos (cf. 1 Jn, 3, 16) y que areside la alegría de creer.
Señor, te necesitamos, queremos conocerte cada día más, en el silencio de la oración,  para  ir  transformado  nuestro  corazón  a  semejanza del  Tuyo. Gracias por hacernos comprender la necesidad cotidiana de elevar a Ti nuestra alma (cf. Lc 18, 1). Gracias, Señor, por el don de la fe.

Canto
Te damos gracias, Señor;  te damos gracias, Señor.



2. El don de su Palabra y de su Cuerpo y Sangre

Señor Jesús, te damos gracias, por tu Palabra y tu Eucaristía, porque has querido permanecer con nosotros hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20). En este tiempo, como la samaritana, hemos sentido la necesidad de acercarnos al pozo para escucharte. Nos has invitado a creer en Ti y a extraer el agua viva que mana de tu fuente (cf. Jn 4, 14). En este Año hemos descubierto de nuevo el gusto de alimentarnos con tu Palabra, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que somos tus discípulos (cf. Jn 6, 51).
Gracias, Señor, por el don de la fe, que se alimenta de tu Palabra y Eucaristía (cf. Lc 24, 13-35); porque cada día nos das tu gracia para no desfallecer. Haz, Señor, que tu Palabra nos conduzca siempre por el camino del bien y la verdad, nos ayude a hacer tu voluntad y que seamos transformados en Ti cada vez que te comemos y bebemos. Gracias, Señor.

Canto
Te damos gracias, Señor;  te damos gracias, Señor.

3. El don de su Indulgencia y pern

Gracias,  Señor,  porque en  este  Año hemos descubierto tu  misericordia  y  amor ilimitados. La grandeza de nuestra fe reside en confiar en tu Coran de Bondad, que siempre nos espera como el Padre bueno de la parábola (cf. Lc 15, 11-32).
Gracias por el don de la Indulgencia, que pródigamente hemos lucrado en favor nuestro o de nuestros difuntos. Haz, Señor, que confiemos en tu perdón que es más grande que nuestro pecado (cf. Rom 5, 20). No permitas que nuestras cdas nos desanimen y nos aparten de Ti. Haznos comprender que en nuestra debilidad reside nuestra fuerza (cf. 2 Co 12,9) y que desde el barro de nuestra pobreza levantas el edificio de nuestra santidad. Que deseemos ser siempre como Tú. Gracias, Señor, por tu misericordia y perdón.

Canto
Te damos gracias, Señor;  te damos gracias, Señor.

4. El don del Papa Benedicto XVI

Gracias, Señor, por el don que has dado a tu Iglesia en la persona y ministerio de nuestro Papa emérito Benedicto XVI. Su Pontificado ha sido silencioso, profundo y fecundo. Gracias por sus ensanzas y ejemplos, sobre todo por mostrarnos una de las virtudes más importantes en nuestra vida cristiana: la sencillez y humildad (cf. Is 66, 2). Una gran lección al mundo entero y a cada uno de nosotros de amor a la Iglesia, de servicio abnegado a la misma y de confianza en las manos de Dios, que es en realidad quien la conduce. Su única ambición ha sido dar a conocer tu Nombre. Gracias, Señor, por su generosidad, que también nuestro único deseo sea darte a conocer.

Canto
Te damos gracias, Señor;  te damos gracias, Señor.

5. El don del Papa Francisco

Gracias,  Señor,  por  edon  denuevo  Pastouniversal,  ePapa  Francisco,  que conduce  tu  Iglesia.  Te  pedimos  que  le  asistas  con  tu  Espíritu,  para  que  con  su testimonio y ensanzas nos muestre el camino de la santidad, conduzca a la Iglesia con el cayado del Buen Pastor y acerque a tantos hermanos perdidos que huyeron del redil. Gracias, Señor, por mostrarnos a través de su persona las entrañas paternales de tu Corazón. Que nosotros también, Señor, actuemos con misericordia, la misma que experimentemos cuando recibimos tu llamada (cf. Mt 9, 9).

Canto
Te damos gracias, Señor;  te damos gracias, Señor.

6. El don del Obispo auxiliar, don Ángel

Gracias, Señor, por el don del nuevo Obispo auxiliar, don Ángel. Te pedimos que le concedas la gracia de colaborar estrechamente con su Arzobispo, le des sabidua, «fidelidad, bondad y prudencia» en su ministerio. Gracias, porque siendo un niño le llamaste para ser tu sacerdote y ahora vuelves a confiar en él. Haz, Señor, que surjan en nuestras Parroquias, en nuestra Diócesis nuevas vocaciones al sacerdocio. Gracias por nuestros Seminarios Menor y Mayor, por tantos niños y jóvenes que son generosos a tu llamada. Gracias, Señor, por bendecir nuestra Iglesia de Toledo.

Canto
Te damos gracias, Señor;  te damos gracias, Señor.

6. Podemos presentar nuestras acciones de gracias espontáneas…
……………….

ð Consagración al Sagrado Corazón (Oración de Juan Pablo II)

Señor Jesucristo, Redentor del género humano, nos dirigimos a Ti con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza.
Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos las gracias por todo lo que eres y todo lo que haces.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón, que fue traspasado por nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría, manantial de nuestra vida eterna.
Reunidos juntos en tu Nombre, que está por encima de todo nombre, nos consagramos a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad.
Al consagrarnos a Ti, los fieles de la parroquia de Santa Teresa renovamos nuestro deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor.
Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la Paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.
  
Canto (para la exposición):

Rendid honor al Señor. Todo su pueblo le alabe.
Que todos canten su gloria. Nuestro Dios está aquí.


ð RESERVA DEL SANTÍSIMO…
  
Canto final
Magnificat, magníficat, magníficat anima mea Dominum

Magnificat, magníficat, magníficat anima mea.
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Tomado de http://www.architoledo.org/Liturgia/2013%2011%20vigilia.pdf y adaptado.