martes, 26 de junio de 2012

El poder de la mujer creyente


Lectio divina de Marcos 5,21-43

ORACIÓN INICIAL

Señor Jesús, concédenos la gracia de descansar en Ti,
de dejar, en la antesala de nuestra oración,
nuestras angustias, preocupaciones, “ruidos” interiores
y todas nuestras cargas.
Tú llevas nuestras cargas, y haces ligero lo que es pesado.
Tú llevas nuestras vidas.

Concédenos la gracia de estar ante Ti,
libres y vacíos de nosotros mismos.
Concédenos la gracia de escucharte con total atención,
de aprender de Ti todo lo que necesitamos saber hoy,
de acoger ese rayo de sabiduría que necesitamos
para vivir hoy.

Concédenos la gracia de estar ante Ti
como niños que no saben nada
y que necesitan aprenderlo todo del Maestro de la Vida.

Señor Jesús, ¿qué quieres enseñarme hoy?

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. 22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23 y le suplica con insistencia diciendo: “Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.” 24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: “Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.”
29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: “¿Quién me ha tocado los vestidos?”
31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
34 El le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.”

35 Mientras estaba hablando, llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: “Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?”
36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: “No temas; solamente ten fe.”
37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. 39 Entra y les dice: “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.”
40 Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los  suyos, y entra donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dice: “Talitá kum”, que quiere decir: “Muchacha, a ti te digo, levántate.”
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. 43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

CANTO: Talita kum, del grupo Ain Karem

 

CUANDO LEAS

La actividad terapéutica de Jesús es una de las características más notables del evangelio de Marcos. Entre los muchos curados hay también mujeres: la suegra de Pedro que estaba en la cama con fiebre, la hija de Jairo, la hemorroísa y la hija de la sirofenicia.
La curación de la hija de Jairo y de la hemorroisa, que Marcos narra de forma entrelazada según la técnica de la “intercalación” o “interposición”, constituyen nuestra página evangélica. La relación entre las dos escenas es muy profunda: ambas presentan a dos mujeres en peligro, doce años tiene la adolescente muerta y doce años lleva la hemorroísa con su enfermedad, ambas aparecen como hijas, y ambas renacen a la vida gracias al encuentro con Jesús.
Mc 5,21-24 introduce la narración. La hija de un jefe de la sinagoga de Cafarnaún enferma gravemente y el padre, desesperado, pide ayuda a Jesús. En Mc 5,35-43, se retoma la narración que había sido interrumpida por la curación de la hermorroísa. Camino de casa, le dicen al padre que la niña ha muerto. Jesús lo oye y le pide que tenga fe. Rodeado de gritos y llantos, entra en la casa acompañado solo de Pedro, Santiago y Juan, además del padre y la madre de la niña. Jesús la coge de la mano y le dice sólo dos palabras: “Talita qumí”. Al instante, se durmió la niña y se levantó la mujer capaz de andar. Señala el narrador que tenía doce años, es decir, era una muchacha casadera.
Una niña que supuestamente lo tenía todo en la vida, en realidad no poseía nada. Llega Jesús y la devuelve a la vida, sin pedirle ni imponerle nada. Le ofrece un camino de vida, de autonomía, de libertad. Lo mismo hará con la hemorroísa. Dos mujeres liberadas por la fe en Jesús.
(Nuria Calduch Benages, Misa Dominical, Año XLIV, Núm 9)

CUANDO MEDITES

- Relee despacio el evangelio y rumia en tu corazón las palabras o frases que te resulten más significativas. Nosotras subrayamos hoy dos frases de Jesús referentes a la fe: “Hija, tu fe te ha curado”“No tengas miedo. Basta que tengas fe”.
- Rut es una niña de veinte meses con una seria minusvalía desde su nacimiento a causa de una insuficiencia renal grave. Pese a su enfermedad, que le causa no pocas molestias y dolores físicos, es una niña extremadamente dulce y pacífica. Sonríe siempre. Nunca llora ni se enrabieta. Es mimosa. No extraña los brazos de nadie y es básicamente feliz. Desde que nació, se ha sentido amada en extremo, mimada, cuidada con inmensa paciencia… y ha oído continuas palabras de bendición: “¡qué rica!”, “¡es preciosa!”, “¡qué buena que es!”, “¡qué graciosa!”…
Cuando la vida nos trata con dureza, lo que necesitaríamos para curar nuestras heridas sería un regazo que nos abrace sin prisas y con ternura, sentirnos cuidados y poder escuchar palabras consoladoras de bendición.
Es lo que le pasó a las dos mujeres del evangelio de hoy. El amor de Jesús, sus palabras y sus gestos, su contacto, las alcanzó y las curó. La hemorroísa, apartada de la vida social desde hacía doce años por su impureza, se ve tratada con respeto, con cariño, y ve reconocida su dignidad de hija de Dios.
- El evangelio de hoy nos muestra cómo podemos ser sanadas y cómo podemos sanar. ¿Quién está postrada necesitando nuestra mano y nuestras palabras que le devuelvan lo mejor de sí misma?

CUANDO ORES

Dios amor, que cambias nuestro luto en danzas
y pones vida allí donde sólo hay oscuridad,
pon vida en todas las situaciones de muerte que nos rodean:
en el agobio de los parados,
en las preocupación de las madres,
en el llanto de los pueblos en guerra,
en la avaricia de los poderosos,
en la frialdad de unas instituciones sin humanidad
y en tantos y tantas hijos e hijas tuyas
sedientos de justicia, de pan, de sentido,
de salud, de esperanza, de gozo…
y de todo lo Bueno, que viene de Ti, Señor, que amas la Vida. Amén.

CANTO FINAL: Abandónate, Romina González.


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Autora: Hna. Conchi López, pddm

lunes, 18 de junio de 2012

Rut, la amiga fiel


Noemí y Rut en Moab
En nuestras Biblias, encontramos el libro de Rut inmediatamente después del libro de los Jueces, entre los libros que tradicionalmente denominamos “históricos”. Y es que el primer versículo de este precioso librito del Antiguo Testamento comienza situando la narración, cronológicamente, “en los días en que gobernaban los jueces”. Tenemos, por tanto, un marco cronológico y un doble marco espacial para nuestra historia: Belén de Judá y Moab (1,2). Y tenemos también, inicialmente, un  protagonista masculino, Elimélec, cuyo nombre es toda una confesión de fe, pues significa “mi Dios es rey” (cf. Jue 8,23; 1 Sam 8). Los significados de los nombres son, en el libro de Rut, una guía o timón que nos conduce por la trama del relato e ilumina su sentido. Pues bien, Elimélec, como tantas personas a lo largo de la historia hasta hoy, tiene que emigrar con su mujer,  Noemí, y sus hijos, Majlón y Quilión, a Moab a causa de la escasez y penuria de su país. Allí se establecieron y sus hijos se casaron con mujeres moabitas. Este dato llama la atención porque, en general, los israelitas despreciaban a los paganos y les consideraban gentuza indeseable por estar excluidos de la alianza. Expresión de este rechazo es la prohibición de los matrimonios mixtos (cf. Dt 7,3; Esd 9-10; Neh 13,23-29).

Noemí con Rut y Orfá (Chagall, 1960)
La narración es ágil, y en dos versículos se nos dibuja el cambio de suerte que sufrió esta familia en pocos años. Elimélec murió y también murieron sus hijos, cuyos nombres ya presagiaban el infortunio (“debilidad” y “destrucción”). Así quedó sola Noemí, con la única compañía de sus dos nueras extranjeras, Orfá y Rut.
Entonces sucede algo que propicia el nuevo cambio de suerte de la que ha quedado como protagonista del relato, Noemí: en los campos de Moab había oído que “Dios había visitado a su pueblo y le daba pan”. No oye que la crisis económica ha remitido, que ha habido buenas cosechas o que Belén vuelve a ser “la casa del pan”, sino que Dios es fiel a la alianza con su pueblo, lo visita, lo cuida y le da de comer. 

Pero antes de regresar a Belén, la sabia anciana Noemí no desea pedirles a sus nueras que se aventuren con ella en un futuro más que incierto, abocadas a la extrema pobreza, como toda viuda sin hijos varones en el mundo antiguo. Por ello, Noemí les pide que vuelvan a su casa materna y rehagan su vida. Las dos mujeres aman a Noemí y se resisten a ello, pero finalmente Orfá (cuyo nombre significa “espalda”) se vuelve a su casa, mientras Rut, la amiga, la compañera, pronuncia estas bellas palabras tan conocidas, expresión inigualable de alianza y de amistad, sellada con un juramento solemne ante Dios: 

“No insistas en que te abandone 
y me separe de ti, 
porque adonde tú vayas, yo iré, 
donde tú vivas, viviré. 
Tu pueblo será mi pueblo 
y tu Dios será mi Dios. 
Donde tú mueras moriré 
y allí seré enterrada…”  
(1,16-17a). 

“La amistad de Rut es la conciencia de que alguien que no tiene que ocuparse de nosotros –ninguna expectativa social lo exige, ningún lazo de sangre lo demanda-, se ocupará de hecho de nosotros hasta el final. Gratuitamente.”, dice Joan Chittister.

Noemí y Rut en Belén

De este modo, las dos mujeres se pusieron en camino y llegaron a Belén. Allí, unas mujeres sirven de testigos del regreso de la dulce Noemí, convertida ahora en Mara, “la amarga”, porque se fue “colmada” y “vacía” la devuelve Yahveh a su tierra.
En este punto, me gustaría que cayéramos en la cuenta del modelo de Dios que motiva la queja de Noemí: la mano de ese dios ha caído sobre ella, la ha llenado de amargura, la ha dejado vacía y la ha hecho desdichada. Es la misma imagen de Dios que delata el lamento amargo de Job (Job 7,12-20; 13,20-27…)
Pero el autor del libro se va a encargar de desmentir esa falsa imagen de Dios. El Dios del libro de Rut no es aquel que descarga su pesada mano sobre ti, sino aquel “bajo cuyas alas puedes refugiarte” (2,12). Se trata de una imagen femenina de Dios, materna, que evoca seguridad, protección y cuidado. En el evangelio, Jesús se presenta a sí mismo con la imagen de la gallina que quiere reunir a sus polluelos bajo sus alas (cf. Lc 13,34). Junto a esto, el Dios de Rut es aquel que “levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre” (1 Sam 2,8), y “a los hambrientos los colma de bienes” (Lc 1,53). Precisamente el nombre Rut tiene otro significado, además de “amiga”: “saciada”, “colmada”, que hace alusión a lo que Dios va a hacer con estas dos mujeres.

Cuando Noemí y Rut llegan juntas a Belén, Rut se pone a espigar en un campo, es decir, a recoger las espigas que iban dejando los espigadores, como hacían los pobres asistidos por la Ley de Israel (Lv 19,9s; 23,22; Dt 24,19). Y “quiso la suerte” (la amorosa providencia de Dios) que aquel campo fuera el de Booz, un pariente acomodado de Elimélec quien, informado de la identidad de Rut, inmediatamente le cobra estima por su fidelidad a Noemí, le da de comer hasta saciarse y favorece que aquel día Rut pudiese llevar a casa una sobreabundante cosecha de cebada, bien colmada.
Cuando Rut llegó ante su suegra, Noemí bendijo a Dios que pone los ojos en los pobres y no deja de mostrar su bondad para con todos. Dios se revela ahora como el bondadoso, el “goel” de su pueblo, el Redentor, y le pone delante a Noemí al mediador de esa protección suya: Booz. Este hombre fuerte (eso significa su nombre), habrá de ser su goel, aquel que tiene el encargo legal de rescatar y defender a la familia, ejerciendo la solidaridad y protección de los miembros más necesitados. 

En el capítulo 3 del libro, Noemí traza un plan para que Rut seduzca a Booz en la noche, al final de la fiesta de la recolección de la cebada. Y es en aquella noche, cuando Booz se transformó en las alas de refugio de Dios para Noemí y Rut, las tomó a su cargo y se convirtió en su goel. De modo que cuando Booz desposó a Rut ante los ancianos y todo el pueblo, toda la gente bendijo a Rut diciendo: “Que el Señor haga que la mujer que entra en tu casa sea como Raquel y como Lía, las dos que edificaron la casa de Israel”… Y cuando Rut dio a luz a Obed, las mujeres dijeron a Noemí: “Él será el consuelo de tu alma y el apoyo de tu ancianidad, porque lo ha dado a luz tu nuera que tanto te quiere y que es para ti mejor que siete hijos”.

Rut, con su amor fiel, hizo saltar por los aires los prejuicios excluyentes del pueblo elegido de Dios mostrando que todo aquel que ama pertenece a esa familia.
“Una lección hermosa para Israel. Una ocasión de reflexión para nosotros, los hijos de una cultura en que la fidelidad está deteriorada. Una llamada apremiante a descubrir ese valor que nos hace tan parecidos a Dios mismo porque nos hace ofrecer a los otros lo que él mismo nos ofrece: una roca sólida donde apoyarnos, unas alas bajo las que podemos sentirnos seguros” (Dolores Aleixandre).

Para la reflexión personal y de grupo:
  1. Haz una lectura atenta del libro de Rut y cae en la cuenta del contraste de situaciones negativas y positivas que aparecen. ¿Qué o quiénes propician el paso de una situación a otra?
  2. Toma nota de los nombres de Dios presentes en el libro. ¿Qué imagen de Dios tiene Noemí, al comenzar la historia, y cómo revela Dios mismo otro Rostro suyo bien diferente, a través de sus cuidados y sus mediaciones providentes?
  3. Cuenta, con tus palabras (y/o escribe) la historia de Noemí y Rut. Ponle el título que consideres más adecuado. ¿Te parece una historia actual? ¿Qué es lo más valioso que has aprendido de esta historia de amistad entre mujeres, de solidaridad familiar, de inclusión, de providencia y de esperanza?
  4. ¿Tienes experiencia de haberte encontrado con alguna Rut o a algún Booz a lo largo de tu vida? ¿Eres tú un apoyo fiel, gratuito y disponible permanentemente para otros?
  5. ¿Qué cuestiones para la reflexión y el debate en grupo puede suscitar el libro de Rut? Te propongo una: la aparente ausencia de Dios en un mundo secular y su visibilidad en las mediaciones providentes.

Oramos, a partir del libro de Rut, al Dios bajo cuyas alas encontramos refugio (Salmo 36, 6-11 y 17, 8)

6 Tu amor, Señor, llega hasta el cielo,
tu fidelidad alcanza las nubes,
7 tu justicia es como las altas montañas,
tus sentencias son profundas como el océano.

Tú proteges a hombres y animales,
8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
Por eso los seres humanos
se cobijan a la sombra de tus alas:
9 se sacian de los bienes de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
10 pues en Ti está la fuente viva,
y, en tu Luz, vemos la luz.

11 No dejes de amar a los que te conocen,
de ser fiel con los rectos de corazón.
8 Guárdanos como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndenos.

Bibliografía:
- C. Mesters – I. Storniolo, Historias de Rut, Judit y Ester. Introducción a los tres libros del Antiguo Testamento, San Pablo 1996
- Dolores Aleixandre y Juan José Bartolomé, La fe de los grandes creyentes, Madrid 2004, 39-43
- Joan D. Chittister, La amistad femenina. La tradición oculta de la Biblia, Sal Terrae 2007, 77-83
- José Vilchez, Rut y Ester, Verbo Divino 1998

miércoles, 13 de junio de 2012

Como si

Foto: Conchi L. Cartuja de Miraflores (Burgos)

Vuelta a comenzar.
Como si acabara de ser alumbrada.
Como si mi madre acabara de romper aguas 
y me hubiera presentado en la vida así, de golpe, súbitamente, hoy.

Como si todos los rostros fueran nuevos.
Como si no conociera a nadie.
Como si no tuviera miedos ni prejuicios.
Como si todo fuera digno de confianza.

Como si fuéramos sabias, lúcidas, generativas.
Como si la vida religiosa estuviera llena de Dios.
Como si fuéramos místicas y proféticas.
Como si yo fuera todo eso.

lunes, 11 de junio de 2012

Una obediencia liberadora

En la búsqueda de una vida consagrada más auténtica, que transparente realmente algo de Jesús, una llega fácilmente a las conclusiones que pueden leerse a continuación. No son nada extraordinario ni original. Son consideraciones evidentes, "normales", de sentido común, y de "sentido espiritual". Pero en la vida práctica, en muchas ocasiones, no parecen serlo. Cualquier ciego lo ve. Pero la vida consagrada no es capaz de verse a sí misma y de plantearse seriamente una conversión hacia el estilo de Jesús, al que decimos seguir.

"La cuestión básica es, naturalmente, es si la obediencia religiosa tiene por objeto controlar o liberar a la persona...  El religioso hace voto de obediencia, no de infancia perpetua ni de dependencia ni de irreflexión.
Si lo que pretende la obedicencia es el control, el sistema raya la inconsecuencia. La verdad es que resulta muy sencillo controlar a los niños. Lo único que una persona necesita para asegurar el control sobre otra es una autoridad capaz de respaldar sus amenazas con la fuerza correspondiente. Hacer equivalente el voto de obediencia a la promesa de vivir una vida controlada, haciendo cosas banales, imposibles o incluso personalmente destructivas, ridiculiza su significado. La obediencia no puede reducirse a un ejercicio consistente en saltar obstáculos cada vez más altos.
(...) 

Hna. Joan Chittister, OSB
La función de la obediencia no consiste en menoscabar o manipular la voluntad humana. La obediencia, por el contrario, libera al alma humana para cosas más grandes que las banales exigencias cotidianas o el capricho espiritual de unos guías arbitrarios. La obediencia libera, no reduce ni, mucho menos, esclaviza a la persona. El objeto del voto no es lograr marionetas humanas. Eso es algo que, sencillamente, no constituye el propósito espiritual que induce a los adultos a entregar su vida para cumplir la voluntad de Dios en la vida religiosa en un periodo en el que esa obediencia de marioneta pone en peligro a la población del planeta.

(...) La obediencia genuina exige considerable madurez, así como la suficiente independencia, autonomía y humildad como para arriesgarse a la inquietud personal que puede conllevar la defensa ante la autoridad de una postura impopular o contraria.

(...) La obediencia escucha a todos y todo a través del filtro de la Escritura, la voz de Dios y la llamada de Jesús a un mundo necesitado de Eucaristía y en búsqueda de las bienaventuranzas. 

En definitiva, pues, la obediencia verdadera hace que el alma se remonte sobre las trivialidades organizativas y las intituciones humanas y vaya hacia un estado de mayor humanidad que no sabe de falsas limitaciones, no tolera reglas que hagan imposible el reino de Dios, no respeta leyes que interfieran en el Espíritu y no se inclina ante nadie que no se incline previamente ante la Voluntad de Dios respecto de la humanidad y ante los propios gobernados. Es una empresa de iguales en busca de la Voluntad de Dios, no un ejercicio de niños que pretendan tener satisfechas y contentas a todas las figuras paternas de la vida.

Cuando el voto de obediencia funciona bien, la conformidad y el cumplimiento, las recompensas y los sistemas, no ocupan el lugar de Dios. Cuando la autoridad funciona bien, el liderazgo significa más que coerción, las preguntas son más importantes que las respuestas y proporcionar ideas es más importante que recibir órdenes. (...) Sólo quienes carecen de liderazgo recurren a la autoridad. Sólo quienes insisten en su propia autoridad destruyen toda posibilidad de obediencia y toda esperanza de liderazgo."


Joan Chittister, OSB, El fuego en estas cenizas. Espiritualidad para la vida religiosa hoy, Sal Terrae 1998, 175-177

martes, 5 de junio de 2012

Eucaristía: Comunión con Cristo y entre nosotros


Presento, en este post, los materiales para la oración y reflexión que ofrece la web oficial del 50 Congreso Eucarístico internacional, que tendrá lugar en Dublín (10-17 de junio de 2012), y cuyo lema es "Eucaristía: Comunión con Cristo y entre nosotros".
Estos materiales pueden ayudarnos a preparar alguna "Hora de oración eucarística", o para la oración personal y la preparación del corazón a la fiesta del Cuerpo del Señor que celebraremos el próximo domingo, 10 de junio. 


Reunidos para una Hora Santa

Hay una abundancia de material sobre los orígenes y el propósito de la devoción eucarística fuera de la celebración de la Eucaristía, por lo que aquí se ofrece sólo un pensamiento sobre la dinámica de una Hora Santa y una sugerencia de cómo se podría llevar a cabo. El formato es, generalmente: - Himno Eucarístico - Exposición - Adoración - Bendición - Retirada del Santísimo
 
Esta dinámica puede incluir:
  Un himno adecuado.
  Bienvenida y presentación. Dado que el objetivo de 'Adoración' es volver a revivir y prolongar la experiencia de la comunión eucarística que comenzó en la Misa, la asamblea podría ser invitada a recordar un caso reciente en el que reconoció a Jesús en la fracción del pan.
  Exposición del Santísimo Sacramento.
  El tiempo de la adoración silenciosa. Para enriquecer la experiencia de la asamblea podría incluir una invitación para que Jesús, que es la Verdad, el Camino y la Vida, dirija nuestra oración.
1. Jesús, que es la Verdad, habla: la proclamación de un breve pasaje de la Escritura
- tal vez de la historia de Emaús y la cena de aquella noche, o cualquier otro
pasaje relacionado con la "comunión". Dejemos después suficiente tiempo para la reflexión personal.
2. Jesús, que es el Camino, conduce: una invitación a reflexionar sobre cómo la comunión con el Señor y con la comunidad cristiana es visible y ha sido un apoyo en la camino de la vida hasta este momento.
3. Jesús, que es la Vida, sostiene:  podemos invitar a orar en silencio o de forma compartida, por las necesidades de la humanidad…

 
Podría ser útil recordar las palabras de Agustín: “En la comunión, el ministro dice: "El
Cuerpo de Cristo" y tú respondes,"¡ Amén! “  Cuando tú dices  "Amén", estás diciendo sí a lo que eres” (Sermón 272). La adoración de la Eucaristía debe llevar a la renovada conciencia de nuestra identidad, de aquello que somos: el Cuerpo de Cristo, vivo y activo cada día, en nuestra parroquia y más allá.
  Bendición de la asamblea.
  El Santísimo vuelve a ser depositado en el sagrario, acompañando el acto con un canto adecuado de adoración.

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Pensamientos para el viaje: Lecturas y reflexiones

Leemos Lucas 24,13-35

13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; 16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
17 El les dijo: - ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?
Ellos se pararon con aire entristecido. 18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió:
- ¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?
19 El les dijo: - ¿Qué cosas?
Ellos le dijeron: - Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.
El les dijo: - ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?
27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. 29 Pero ellos le forzaron diciéndole: - Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.
Y entró a quedarse con ellos. 30 Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
32 Se dijeron uno a otro: - ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34 que decían: - ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!
35 Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le había conocido en la fracción del pan.

Reflexión

Esa primera noche con los dos discípulos fue sólo el comienzo. Poco haría pensar que el viaje-huída a la aldea de Emaús, que comenzó con sentimientos de desesperanza, sería como una revelación y un inmenso aliento. El reconocimiento de Jesús resucitado en la 'fracción del pan" fue sólo el comienzo. Durante más de 2000 años, los cristianos de todo el mundo han hecho lo mismo.
Al orar juntos esta tarde, las palabras de Jesús
nos ayudan a reconocer a Jesús presente en cada uno de nosotros y a ofrecer el mismo respeto y reverencia a  cada persona humana que la que reservamos  a su Presencia admirable en el Santísimo Sacramento.

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Leemos Mateo 18:19-20

19 «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»


Reflexión

Reunidos en tu nombre, Señor, te presentamos a todos los que sufren como resultado de los abusos de cualquier tipo. Guíalos en el camino de la curación y ayúdales a cada paso.  
Oramos para que nuestras palabras de consuelo toquen los corazones de aquellos que han sido traicionados y maltratados. El poder de la Eucaristía nos llena de decisión para trabajar de modo que esto nunca vuelva a suceder, porque nada es imposible para ti.

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Leemos Mateo 14:15-20



15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.» 16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.» 17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.» 18 El dijo: «Traédmelos acá.» 19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. 20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. 21 Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Reflexión

“En la Eucaristía, Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio Eucarístico, el servicio de la caridad para con el próximo, que consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo.  De ese modo, en las personas que encuentro reconozco a hermanos y hermanas por los que el Señor ha dado su vida amándolos “hasta el extremo” (Jn 13,1). Por consiguiente, nuestras comunidades, cuando celebran la Eucaristía, han de ser cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es para todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse “pan partido” para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno. Pensando en la multiplicación de los panes y los peces, hemos de reconocer que Cristo sigue exhortando también hoy a sus discípulos a comprometerse en primera persona: “Dadles vosotros de comer” (Mt 14,16). En verdad, la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo" (Sacramentum Caritatis, art. 88).

- ¿Cómo podemos ser nosotros "pan partido" para los demás?
- ¿Cómo podemos ser "otro Cristo" en nuestra familia, para nuestros hijos, para nuestro marido o nuestra mujer, para nuestros amigos, para los pobres…?

El Papa Benedicto XVI también habla de la paz en relación con la Eucaristía: "Todos los que participamos de la Eucaristía hemos de empeñarnos en construir la paz en nuestro mundo marcado por tantas violencias y guerras, y hoy en particular el terrorismo, la corrupción económica y la explotación sexual. "

- Recemos esta tarde por la paz en el mundo, y por el fin de la guerra, la violencia y la opresión…

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Reflexión

En Sacramentum Caritatis 84, el Papa Benedicto XVI vincula la misión y la Eucaristía:No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión: «Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera». También nosotros podemos decir a nuestros hermanos con convicción: «Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros» (1 Jn 1,3). Verdaderamente, nada hay más hermoso que encontrar a Cristo y comunicarlo a todos... No podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que, partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres. Así pues, el impulso misionero es parte constitutiva de la forma eucarística de la vida cristiana."
 
La Beata Teresa de Calcuta era una mujer con un gran sentido de la misión. Ella era impulsada a la acción por su compromiso con Jesús en la Eucaristía y nos anima hoy a hacer cosas maravillosas en su nombre: "Lo que yo hago no lo puedes hacer  tú; y lo que tú haces no lo puedo hacer yo. Las necesidades son grandes, y ninguno de nosotros, incluyéndome a mí, podremos jamás hacer grandes cosas. Pero todos podemos hacer cosas pequeñas con un gran amor, y juntos podemos hacer algo maravilloso. "

Madre Teresa
valora el tiempo dedicado a la presencia de Jesús: "La Hora Santa ante la Eucaristía nos debe llevar a una "hora santa" con los pobres, con aquellos que nunca serán un "éxito humano" y cuyo único consuelo es Jesús. Nuestra Eucaristía está incompleta si no nos hace amar y servir a los pobres. Entrando en comunión con los pobres, descubrimos nuestra propia pobreza."

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Reflexión


El Papa Benedicto XVI, en Sacramentum Caritatis 90, nos anima a ser conscientes de los que están en necesidad
“No podemos permanecer pasivos ante ciertos procesos de globalización que con frecuencia hacen crecer desmesuradamente en todo el mundo la diferencia entre ricos y pobres. Debemos denunciar a quien derrocha las riquezas de la tierra, provocando desigualdades que claman al cielo (cf. St 5,4)… El Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos apremia y nos hace estar atentos a las situaciones de pobreza en que se halla todavía gran parte de la humanidad: son situaciones cuya causa implica a menudo un clara e inquietante responsabilidad por parte de los hombres… El alimento de la verdad nos impulsa a denunciar las situaciones indignas del hombre, en las que, a causa de la injusticia y la explotación, se muere por falta de comida, y nos da nueva fuerza y ánimo para trabajar sin descanso en la construcción de la civilización del amor

Los cristianos han procurado desde el principio compartir sus bienes (cf. Hch 4,32) y ayudar a los pobres (cf. Rm 15,26). La colecta en las asambleas litúrgicas no sólo nos lo recuerda expresamente, sino que es también una necesidad muy actual. Las instituciones eclesiales de beneficencia, en particular Caritas en sus diversos ámbitos, prestan el precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más pobres. Estas instituciones, inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierten en su expresión concreta; por ello merecen todo encomio y estímulo por su compromiso solidario en el mundo."

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Reflection Críost Liom

Críost liom,
Críost romham,
Críost i mo dhiaidh,
Críost istigh ionam,
Críost fúm,
Críost os mo chionn,
Críost ar mo lámh dheas,
Críost ar mo lámh chlé,
Críost i mo lúi dom,
Críost i mo sheasamh dom,
Críost i gcrói gach duine atá ag cuimhneamh orm,
Críost i mbéal gach duine a labhráionn lom,
Críost i ngach súil a fhéachann orm,
Críost i ngach cluas a éisteann liom.


Cristo conmigo,
Cristo delante mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo en mí,
Cristo debajo mí,
Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de toda persona que piensa en mí,
Cristo en la boca de toda persona que habla de mí,
Cristo en todo ojo que me mira,
Cristo
en todo oído que me escucha.

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Himno: Though We Are Many - (Bernard Sexton)

Though we are many, we are one body,
we who come to share this living bread; 
Cup of salvation, shared among all nations,
nourishing us now and evermore.

1. We gather in this place
round the table of the Lord.
Christ’s presence is revealed
in our communion and his Living Word.

2. Now our communion recalls
Christ’s death and resurrection.
This living sacrifice
is our salvation now and evermore.

3. And through this shared Eucharist
we are the living Church.
We witness to Christ’s love
His living body active in our world.

4. This bread unites the baptised
who are called to this great feast.
The feast, a sign of God's love,
a great communion with the saints above.

5. And when we leave here today
with hearts renewed in joy,
So nourished, we will embrace
the challenge now to live the Christian call.

6. As Patrick prophet of old
trod the path we tread today,
so we proclaim the Good News
and share the living message with joy.

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Aunque somos muchos - (Bernard Sexton)

Aunque
somos muchos, somos un solo cuerpo,
nosotros, que
venimos a compartir este pan de vida;
Copa
de la salvación, compartida entre todas las naciones,
que nos nutre ahora y
siempre.

1
. Nos reunimos en este lugar
alrededor de la mesa
del Señor.
La presencia de Cristo
se revela
en nuestra comunión
y su Palabra Viva.

2
. Ahora nuestra comunión recuerda
la muerte
 de Cristo y su resurrección.
Este
sacrificio vivo
es nuestra salvación
ahora y siempre.

3
. Y a través de esta Eucaristía compartida
somos
la Iglesia viva.
Somos testigos
del amor de Cristo,
su
Cuerpo Vivo que actúa en nuestro mundo.

4
. Este pan une a los bautizados
que son llamados a
esta gran fiesta.
La fiesta
, un signo del amor de Dios,
una gran comunión
con los santos que nos han precedido.

5
. Y cuando nos vayamos de aquí hoy
con el corazón renovado
en la alegría,
alimentados así
, abrazaremos
ahora el reto
de vivir la vocación cristiana.

6
. Como Patricio, profeta de tiempos pasados,
recorrió el camino
que pisamos hoy,
así nosotros proclamamos la Buena Noticia

y compartimos
el vivo mensaje con alegría.

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Oración eucarística


Padre Dios, creemos que eres el Creador de todas las cosas
y que te has hecho cercano a nosotros en el rostro de tu Hijo,
concebido de María Virgen por obra del Espíritu Santo,
para darnos vida y Vida abundante.

Creemos, Padre Providente que, por la fuerza de tu Espíritu,
el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
verdadera comida y verdadera bebida que aligera el hambre del camino.

Creemos, Señor Jesús, que tu Encarnación se prolonga
en la simiente de tu Cuerpo Eucaristía,
para dar de comer a los hambrientos de luz y de verdad,
de amor y de perdón, de gracia y salvación.

Creemos que en la Eucaristía te haces presente en la historia,
para alimentar la debilidad del peregrino
y el sueño del que anhela dar fruto en su trabajo.

Sabemos que en Belén, la "Casa del Pan",
el Padre Bueno nos regaló, en el vientre de María Virgen,
el pan que ofrece a los hambrientos de infinito.

Creemos, Jesús Eucaristía, que estás real y verdaderamente presente
en el pan y el vino consagrados,
prolongando tu presencia salvadora
y ofreciendo a tus ovejas, como Buen Pastor,
comida abundante y manantiales de agua viva.

Creemos que en la Eucaristía estás Tú todo entero,
ofrecido en sacrificio y dando vida al mundo,
siempre hambriento de verdad y de amor.
Aquella noche del Cenáculo, al tomar, Señor,
el pan y el vino entre tus manos,
te estabas ofreciendo a todos, por los años y siglos infinitos.

Contigo, Cordero de la Alianza, se elevan en cada altar,
donde te ofreces al Padre,
los frutos de la tierra y del trabajo del hombre,
la vida del creyente, la duda del que busca,
la sonrisa de los niños, los proyectos de los jóvenes,
el dolor de los que sufren
y la ofrenda del que da y se da a sus hermanos.

Creemos, Señor Jesús, que tu bondad ha preparado
una mesa para el grande y el pequeño,
y que, en tu mesa, nos hacemos hermanos
hasta dar la vida unos por otros,
como Tú lo hiciste por todos.

Creemos que en la mesa preparada para todos,
siempre habrá un lugar para el que busca,
un espacio para el marginado de la vida,
superando los signos de la muerte
e inaugurando unos cielos nuevos y una tierra nueva.

Creemos, Jesús, que no has dejado a tus hermanos solos,
permaneces discreto en el sagrario del corazón
y en el pan y el vino de tu mesa,
como luz y fuerza del débil peregrino.

Creemos, en fin, que en los inicios del tercer milenio,
te haces compañero en el camino.
Gracias, Jesús Eucaristía, por impulsarnos a una Nueva Evangelización
llevados y fortalecidos por Ti.
Gracias por hacernos pan partido y compartido, como Tú,
para la vida del mundo.

Que tu Madre acompañe a los que aceptan vivir y anunciar tu Palabra,
y que su intercesión haga fecunda tu semilla.
Amén.