martes, 23 de diciembre de 2008

El nombre nuevo que Dios nos da

Hoy he estado en Madrid para dejar grabado el próximo programa de Antiguo Testamento en Radio María. Me toca el día 31 y estaré, si Dios quiere, en mi pueblo, para acompañar a mis padres en Nochevieja.
Esa preciosa noche, para mí la más hermosa del tiempo que nos toca vivir, me gustaba vivirla en comunidad, con mis hermanas, y con una hora previa de oración a la finalización del año. Cinco minutos antes de "las campanadas", todas salíamos del oratorio para desearnos feliz año nuevo y cantar villancicos.

Esa hora de adoración, de tiempo lento y silencioso en una de las noches más bulliciosas, era el momento para agradecer. Sobre todo, agradecer. Y para sentirnos más unidas que nunca al Cuerpo sufriente de Cristo, en todos los rincones de la tierra: quienes padecen guerra, hambrunas, enfermedades y todo tipo de dolencias. Tiempo para agradecer y para suplicar desde la comunión con la humanidad herida.

Desde hace años, no puedo gozar este momento de recogimiento e intimidad. Gozo, en compensación, de la presencia de mis padres, pero echo de menos este tiempo, para mí decisivo, en el que cerraba una etapa e inauguraba otra, tiempo-bisagra entre dos oportunidades: la que pasó, más o menos aprovechada, y la que se abre nueva.

En la grabación del programa me han acompañado mis amigas Mª Ángeles e Isabel, participantes en los grupos bíblicos a los que acudo en los últimos años. Hoy hemos comentado algunas de las lecturas veterotestamentarias que se proclaman en el tiempo de Navidad. Y entre esas lecturas está el precioso poema de Isaías 62,1-5:

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que salga la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán “abandonada”,
ni a tu tierra “devastada”;
a ti te llamarán “Mi favorita”,
y a tu tierra “Desposada”;
porque el Señor te prefiere a ti
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Ese poema, escrito en el postexilio, quiere cantar la buena noticia de la reconstrucción de Jerusalén y del pueblo amado y elegido. Más que una reconstrucción es una re-creación en la que Dios le pone a Jerusalén un nombre nuevo.
Hasta ese momento, los enemigos llamaban a Jerusalén “devastada”, “abandonada”, “dejada de la mano de Dios”. Pero Dios cambia la suerte de su pueblo y llama a Jerusalén “mi favorita”, “desposada” y “preferida”.

Hace tiempo, Láutico, el hermano jesuita de una hermana nuestra, celebró con nosotras una Eucaristía la noche del último día del año y nos preguntó qué nombre le pondríamos al año que terminaba, según las experiencias vividas, y qué nombre desearíamos ponerle al año que entraba.

Lo cierto es que yo deseo un NOMBRE NUEVO. Y así se lo pido al Señor:

Tú, que me sondeas y me conoces,
que me has tejido en el seno materno
y me has alumbrado a la vida,
dame, en esta Navidad, un nombre nuevo,
el que has pensado para mí
desde toda la eternidad.
Hazme nacer de nuevo, Señor,
hazme niña, con la vida recién estrenada.

En Navidad, surge un nuevo día,
nos visita el Sol que nace de lo alto,
y una antorcha ilumina todas nuestras sendas.

Quiero recorrerlas con mi nombre nuevo
sellado en el corazón
y resplandeciente en mi rostro:
hija amada, hija agraciada,
sembradora de paz y bendición
por todos los caminos de la historia.

lunes, 22 de diciembre de 2008

¡Feliz Navidad!



Este año se ha sumado a nuestra comunidad de Toledo un miembro un tanto "atípico".
Atípico porque ha nacido hace veinte siglos, aunque se conserva tan bien que nadie lo diría.
Atípico porque ha invadido muchos de nuestros espacios y ocupa gran parte de nuestro tiempo y de nuestras conversaciones.
Atípico porque no es una mujer.
Él se llama Pablo y os felicita la Navidad, con nosotras, a través de esta carta:

Pablo, apóstol de Cristo Jesús,
a todos los cristianos que, en todo el mundo,
estáis celebrando el nacimiento de Cristo Jesús, Señor nuestro:
¡gracia, alegría y paz, de parte de Dios, nuestro Padre, en el Espíritu Santo!

Doy gracias a mi Dios continuamente en mis oraciones
porque sé que vuestra fe, vuestra esperanza y vuestro amor,
no sólo se mantienen firmes,
sino que crecen de día en día,
en medio de una generación que parece vivir tranquila
en el olvido o el menosprecio de Dios.

En medio de esa generación, vosotros brilláis como lumbreras
que anuncian a todos una razón para vivir,
aunque dicen que os consideran necios, locos
o reaccionarios retrógrados, opuestos al progreso y a la razón.
Pero no hay mayor progreso, hermanos y hermanas,
que crecer constantemente en amor y humanidad,
según la medida sin medida de Cristo,
y no hay nada más razonable que aprender la sabiduría de Dios,
muy diversa de la “sabiduría del mundo”, tan interesada y falta de compasión.

Por lo que os aliento y os animo a continuar así:
viviendo de fe en el Hijo de Dios
que nació de una mujer,
por amor a nosotros,
que se despojó de rangos y honores y pasó por uno de tantos,
por amor a nosotros,
que, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza,
por amor a nosotros,
y que dijo “sí” al Padre en todo,
por amor a nosotros.

Vivid de fe, dejaos alcanzar por Aquel que os busca
y considerad basura todo lo que no sea Él y su evangelio de gracia.
Mientras tanto yo, Pablo, seguiré orando por vosotros,
con el mismo amor de una madre y un padre hacia sus hijos,
hasta ver a Cristo formado en vosotros.

Creced continuamente en el amor, orad sin cesar y vivid en Paz.
Y así, el Dios del amor y de la paz estará siempre en medio de vosotros.

El saludo va de mi mano, Pablo.
Os amo a todos en Cristo Jesús.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Ana. Una historia de amor

"Amar a alguien es decirle: Tú no morirás" (Gabriel Marcel)

Hay historias de amor que conmueven por su lirismo, su belleza, su intensidad y... que conmocionan por su final trágico e inevitable.
Cuando nos asomamos a ellas, quisiéramos frenar ese hado obstinado y cruel, que se empeña en conducir a los personajes hacia la desdicha o la muerte, dando al traste con su felicidad y sus planes de un futuro común, unidas para siempre sus vidas en ese amor inmenso y eterno.
Tal es el caso de Romeo y Julieta. ¿Quién no hubiera querido sugerirle a Shakespeare que cambiara ese final tan desventurado y que la muerte de los jóvenes amantes fuera sólo aparente, con el único objetivo de engañar a los espectadores y dar emoción a la trama? ¿Quién no hubiera deseado que Julieta y Romeo, de repente, despertaran, y todo hubiera sido un mal sueño?
Tal es el caso de Ana y Javier.
Desde niños, Javier y Ana se amaron, y yo siempre la miré a ella con complacencia y aprobación. Me pareció, desde siempre, la mujer ideal para mi hermano: guapa, simpática, trabajadora, desenvuelta, respetuosa, leal... y profundamente enamorada de él. ¿Qué más se podía pedir?
Desde su infancia hasta que él, recién venido de "la mili" se decidiera, finalmente, a pedir la mano de Ana a su futuro suegro, hubo periodos de separación, enfados adolescentes y búsquedas de "otras posibilidades"... Pero cada vez que mi hermano consultaba nuestra opinión, en casa, sobre alguna posible "candidata", yo siempre sugería: "A mí, la que más me gusta para ti, es Ana". Mi madre, según creo, apoyaba mi opinión.
Y él, pasados los años, sucumbió a la evidencia de que estaban hechos el uno para el otro y de que el amor de la infancia no sólo no se había apagado sino que había crecido día tras día.
¡Y grande debió de ser aquel amor para darle el coraje suficiente como para ir a hablar con Bernardo en una noche de fútbol de no recuerdo qué año! Bernardo tenía fama de hombre muy serio y muy hosco. Pero mi hermano, con temor y temblor, pasó la prueba y comenzó su noviazgo con Ana, la deseada de toda su vida.
Hace ya muchos años de todo eso, y los recuerdos se van tornando borrosos y lejanos, pero creo que nunca he conocido a nadie tan enamorado como mi hermano. Tan enamorado y tan feliz.
Se casaron en primavera, y en su primera noche pusieron la semilla de una nueva vida. Pasado un mes y dos días del "acontecimiento", mi hermano me llamó para anunciármelo, con una alegría desmedida y desbordante, mientras Ana le regañaba al otro lado del teléfono, porque "todo el mundo va a pensar que el niño iba "encargado" antes de la boda"... Pero a él no le importaba. La felicidad no le cabía dentro y necesitaba contarlo para no sufrir un "colapso interior" por exceso de gozo.
Cuando fui a casa ese verano, él estaba esperándome en la parada del autobús y me alzó en volandas, dándome dos vueltas en el aire. Era un hombre fuerte y lleno de vitalidad. Parecía un hombre maduro, aunque tenía sólo veinticinco años casi recién cumplidos, y él, que tenía un talante más bien serio, desde hacía unos años reía a menudo como un niño.
En nuestros encuentros, aquellas vacaciones, a veces ellos nos contaban detalles de su vida conyugal, con pudor y con alegría, y todos participábamos de su dicha recién estrenada. Mi hermano se deshacía en atenciones con la futura mamá, y Ana le llamaba, cariñosamente, "tonto": "Se cree que nadie ha sido padre más que él en toda la historia de la humanidad..."

Su felicidad era tan grande que él, que no tenía miedo a nada ni a nadie, se vio presa, en alguna ocasión, de un sólo miedo: perderla. Y, a veces, estando juntos en su lecho nupcial, él bromeaba con la posibilidad de una fatal caída del tríptico de cabecera, que quizá les mandara a los dos "al otro barrio"...
Los presentimientos, a veces, se tornan reales. No sé de dónde brotan. Quizá del miedo a perder lo que más amamos. Pero el caso es que, en alguna ocasión, se materializan en forma de infortunio. El día de mi marcha, él se presentó en el autobús para despedirme. No le esperaba, porque era temprano y sabía que él estaría trabajando. Pero allí estaba, y yo le miré largo tiempo por el cristal, mientras me alejaba. Fue la última vez que lo vi con vida.
Era nuestro hermano mayor. Un joven de veinticinco años es, hoy, casi un adolescente, pero él era un hombre que se volvía niño por obra y gracia del amor. Aunque en el futuro llegue a ser anciana, siempre lo sentiré como "mi hermano mayor", cuya vida fue segada de raíz cuando apenas comenzaba, y en la plenitud de su felicidad.
Aquí quedaron Ana y el fruto de su amor, amor que todavía dura hoy. Ana sigue formando parte de nuestra vida como una hija para mis padres y como una hermana para nosotros. Y hoy, que es su fiesta de cumpleaños, quiero darle las gracias por todo el amor, la felicidad y la plenitud de sentido que le regaló a mi hermano.
Gracias a ella, aunque su vida fue breve, fue todo lo dichosa que una vida puede llegar a ser.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Lectura orante de Juan 1,6-8.19-28

Estad siempre alegres
(Tercer domingo de Adviento)


Oración para disponer el corazón
 
En medio del silencio
invadido de palabras que no dicen nada,
necesito una palabra que abra caminos en mi vida,
que me muestre senderos
por los que transitar con ganas,
con gozo en el corazón,
con un proyecto y una meta.

En medio de la noche,
necesito una luz para dar el próximo paso,
con confianza y sin miedo.

En mi casa cerrada,
en la que sólo yo habito,
necesito unas manos que abran mis puertas y ventanas,
que me tomen, me levanten
y me saquen a un lugar espacioso,
habitado por muchos rostros.
Un lugar cuyo centro esté fuera de mí.

En la preocupación,
la inquietud, el vacío o la búsqueda,
te necesito a Ti, Dios mío,
mi paz, mi sabia quietud, mi tesoro hallado
y mi vida plena.


LEEMOS Juan 1,6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
- ¿Tú quién eres?
Él confesó sin reservas:
- Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
- Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo:
- No lo soy.
- ¿Eres tú el Profeta?
Respondió:
- No.
Y le dijeron:
- ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Él contestó:
- Yo soy "la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
- Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió:
- Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

MEDITAMOS LA PALABRA
 
1. Te han regalado un año más

Aun a riesgo de que pueda parecer una hipocondríaca sin remedio, he de confesar que a veces imagino cómo me sentiría si un médico me dijera que ese dolor tan molesto en el lado derecho de mi costado es una enfermedad terminal…
“¡Vaya unas ganas de pensar en tonterías y de “ponerse mal cuerpo” inútilmente!”, pondrán pensar algunos. Sin embargo, mi fantasía es útil y tiene una finalidad: confrontarme, de una manera despierta, con mi modo de vivir el presente. La razón de imaginar semejante episodio de mal gusto es que, desde la normalidad de lo rutinario, lo acostumbrado y lo cotidiano, no acertamos a calibrar el inmenso valor que tiene vivir un día más.
Imaginemos ahora que, sabiendo que mi fin está próximo y que mis días están contados, alguien viniera y me diera la noticia de que se me ha regalado un año más, trescientos sesenta y cinco días de “amnistía”. ¿Cómo me sentiría? ¿Cómo viviría esa “segunda oportunidad” que se me regala? (¡Cuántas veces habremos deseado, quizá, esa segunda oportunidad para deshacer daños causados y hacer “borrón y cuenta nueva”…!)
Pues bien, Jesús es el enviado del Padre para anunciarnos que cada día es una “segunda oportunidad”, una nueva ocasión para vivir “como Dios manda”, como desea Dios y como deseamos nosotros en lo más profundo del corazón.

¿Cómo quieres vivir este año de gracia del Señor
que ha comenzado en Adviento?
(Is 61,2)
 
2. Estad siempre alegres

La fe en Jesús es inseparable de la alegría.-“¿Qué razones puedo yo tener para estar alegre? La vida es dura. Nunca faltan achaques, dolores y sufrimientos. ¡El mundo está hecho una pena! ¿No es un poco cínico reír cuando no hay motivos para reír y sí los hay para llorar y lamentarse?”
-El cristiano siempre tiene un motivo para reír, para sonreír o, al menos, para no estar continuamente crispado o preocupado: la esperanza de que no hay proporción entre el bien y el mal, y de que la última palabra, en nuestra vida y en la historia, la tendrá Dios.
-“Esa esperanza está muy bien pero, ¿para qué me sirve ahora? Aterriza un poco más y dime algún motivo por el cual merezca la pena estar alegre en esta vida, no en la otra…
-Pues bien, mi motivo concreto y “aterrizado” no sé si te vale, pero te lo cuento: Jesús vivió una vida hermosa y feliz. Su vida me hace pensar que se puede vivir de otra manera.. Y aunque murió crucificado, vivió su final con sentido y con confianza. Él y una nube de testigos me demuestran que es posible vivir lo mejor y lo peor de la vida con valentía, con esperanza, con humor y con amor. Además, Jesús me revela a un Dios que ríe, que me hace reír (cf. Gn 21,6), que lleva mis cargas conmigo, que no me manda “castigos” y “desgracias” como un enemigo a la puerta, sino que me ayuda a vivir lo que la vida me trae con fortaleza y sin miedo.-Y si no tengo fe, ¿qué motivos puedo tener para estar alegre?
-No lo sé. Siento no poder responderte desde la increencia... Pero, seguramente, si no tuviera fe, estaría siempre alegre si viviera una vida con sentido, luminosa, entregada, altruista… Si no viviera sólo para mí. Si tuviera la certeza de que mi persona hace feliz a alguien y mi tarea está siendo fecunda para otros.
Y eso, por no hablar, egoístamente, de las ventajas que la alegría tiene para la salud... Ya lo decía un sabio de antaño: “El corazón alegre mejora la salud; el espíritu deprimido seca los huesos” (Prov 17,22).

Tómale el pulso a tu alegría:
¿te consideras una persona alegre?
¿Es esa la opinión que los demás tienen de ti?
¿Qué te hace estar alegre?
¿Qué puedes hacer para superar crispaciones y preocupaciones
que te roban la alegría?

3. Espera al que viene

En Betania, en la otra orilla del Jordán, un profeta anuncia, con humildad y convicción, la venida de otro más grande, más fuerte: el Mesías Esperado. Juan se convierte, con ello, en el mensajero de la mejor noticia que la humanidad podía esperar.
¿Cómo puedes tú ser anuncio del Dios que viene siempre?
Pon en práctica el proverbio:
“Una mirada luminosa alegra el corazón,
una buena noticia reanima el vigor”
(Prov 15,30)


ORAMOS LA PALABRA
 
- Dale gracias al Señor por cuantas veces ha “vendado tu corazón desgarrado”, te ha dado “anchura en el aprieto”, o te ha liberado de cosas que te oprimían…
- Pídele a Dios el don de la alegría cristiana, fruto del Espíritu, la que nada ni nadie nos puede arrebatar…
- Escribe tu propio “Magnificat” al Señor, expresándole los motivos por los que proclamas su grandeza y te alegras en Él.

Señor, con alegría proclamo
que no te cansas de dar
ni se pueden agotar tus misericordias,
que día y noche me sostienes en la vida,
que perdonas todas mis culpas
y curas todas mis enfermedades…
que rescatas mi vida del abismo
y me llenas de gracia y de ternura.
¡Gracias, Dios mío, amigo de la vida!

Cada respiro, cada latido,
cada rostro cercano,
es un regalo de tu Providencia.
La fe, la vocación, el envío,
la asistencia de tu Espíritu,
son un don para mí y para tu pueblo.
Sigue viniendo a nosotros.
Sigue mostrándonos tu Rostro.
Sigue encendiendo en nosotros
la llama de la fe, el amor y la esperanza.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Dos cantos para el día de la Inmaculada

Mañana viajo a mi pueblo (está cerca de Toledo) a pasar sábado y domingo y no tendré tiempo de escribir nada sobre el consolador segundo domingo de Adviento. Pero hoy, que hemos estado guitarreando de nuevo como cada viernes, deseo dejaros dos cantos "útiles" y bonitos para este tiempo que estamos viviendo. Las "chicas del coro" os los dedican con todo su cariño. Podéis verlos en youtube:



Soñaba Dios:
http://www.youtube.com/watch?v=wgtL8SnaqzA
Ven, Señor, líbranos:http://www.youtube.com/watch?v=iKKmaJ30LKk

Pronto pondremos las letras y los acordes de los cantos que vayamos colgando.
¡Feliz fin de semana a todos!

lunes, 1 de diciembre de 2008

¡Estad atentos! ¡Estad despiertos! ¡Velad!

Primera semana de Adviento
(Diálogos de María y Micaela)

Si hay algo por lo que el ciudadano medio "normal" y "moderno" no pierde el sueño en absoluto es por la cuestión "escatológica".
-¿Escato qué?
-He dicho "escatológica". Escatología es el tratado o la disciplina teológica sobre las realidades últimas: el fin del mundo, la parusía, la muerte como final de la propia existencia... Cosas como ésas.
-¡Espera, espera, espera! ¡Qué jerga más "eclesiástica" estás usando hoy, niña! ¿Parusía? ¿Qué significa "parusía"?
-Bueno, sí, tienes razón, Micaela. Reconozco que alguna palabrilla de las que estoy usando es, más que "eclesiástica", teológica. Pero, ante todo, es una palabra cristiana. "Parusía" es un término griego que aparece varias veces en las cartas paulinas (1 Cor 15,23; 1 Tes 2,19; 3,13; 2 Tes 2,1.8) y en Mateo 24,27.37 y 39 para hablar de la segunda y definitiva venida del Señor Jesús. Precisamente "parusía" significa "venida".

Me resulta siempre tremendamente llamativo cómo los primeros cristianos manifestaban públicamente sus ganas de que Jesús volviera, hasta el punto de que, en sus asambleas litúrgicas, expresaban ese deseo en forma de súplica, elevada a Dios como un grito: "¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!"
No me mires así, Micaela. Sí, querían que Jesús viniera de nuevo, porque Él lo había anunciado y ellos creían que esa venida sería inminente. Reconozco que a mí nunca me ha asaltado el deseo de que el Señor venga pronto, durante mi generación, por ejemplo, o de que desaparezca el mundo presente y Dios lleve a plenitud todas las cosas en Él... De momento, no me afecta esa "fiebre escatológica" que contagió a muchos cristianos en Tesalónica y les llevó a estar mano sobre mano, esperando que viniera el Señor, "embobados mirando al cielo" y "muy ocupados en no hacer nada".
Reconozco que amo muchísimo este mundo caduco e inconsistente. Amo la vida que tengo y no me invade aún el sentir del místico Pablo cuando dice: "Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir... Deseo partir para estar con Cristo" (Filp 1,21.23). No, yo no deseo partir (aunque, para mí, la vida también es Cristo y no la entiendo ni la quiero sin Él). No deseo partir porque la vida tendrá, además, todos sus momentos, y el momento actual es el de la esperanza, el de sembrar, el de construir, el de abrazar, el de acompañar, el de hablar...
-Vaya, me alegro de que no seas como tantos eclesiásticos que no hacen más que echar pestes contra este mundo tan malvado que nos rodea y siguen ansiando la fuga mundi de antaño...
-Sí, Micaela. Hay un teólogo que dijo: "la esperanza cristiana es una esperanza que ama la tierra". Me gusta esta forma de pensar.
-Oye, ¿y dices que los primeros cristianos rezaban a menudo: "¡Ven, Señor Jesús!" ¿Y para qué tenían tanta prisa? ¡Si hay que estar más tiempo "allí" que "aquí"!
-Los primeros cristianos participaban del modo de pensar y del sentir religioso judío de su época, que era muy apocalíptico. Y aunque muchos no hacían más que indagar sobre el cómo y el cuándo, Jesús y Pablo no soltaron prenda y sólo contestaron que ese día final sería inesperado, "como un ladrón que llega en la noche".
Desde luego, yo no sé si Jesús vendrá pronto y si es voluntad del Padre que llegue ya el momento de la consumación de la historia. Lo que sí sé es que el Señor está viniendo siempre y que los únicos sentimientos que me invaden son la gratitud, el amor y el deseo de estar siempre con Él.
- ¿Ah, sí? ¡Pues ya me contarás cómo vas a estar siempre con Él si no vas "a la casa del Padre", como se suele decir...! Ahhhhhhhhhh, ¡ya! ¡claro! Seguro que me dices que puedes estar con Él en la Eucaristía y los demás sacramentos, en la Palabra de Dios, en el prójimo... ¡Qué romántico que suena todo eso! Pero, permíteme una pregunta molesta: ¿cómo sabes que eso es verdad? ¿Cómo sabes que Jesús está ahí?

-Porque tengo fe, Micaela. Creo que el Señor Resucitado está en todo y en todos, sosteniéndonos en la vida por medio de su Espíritu, "con esa energía que tiene" en todo cuanto hace (cf. Filp 3,21). Creo que nos habla, que se comunica con nosotros y que, si estamos atentos y silenciosos, podemos llegar a oír su voz.
El evangelio de este domingo es una sirena de alarma que haría saltar a un sordo: ¡Atención! ¡Estad despiertos! ¡Velad! ¡Vendrá de repente, inesperadamente!
No quiero pensar que Dios "viene" por sorpresa a nuestra vida cuando uno se convierte en un número más de una lista de la DGT, o cuando va al médico y oye la palabra "terminal". Dios viene las veinticuatro horas del día, los 365 días del año, "en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su Reino".
-¡Ya te has subido otra vez a la parra, guapa!
-Es un prefacio de Adviento, Micaela.
-Anda, déjame pensar si me creo o no me creo eso de que "Dios viene siempre". Por cierto, ¿de qué me suena a mí esa frase?

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ÉL VIENE, VIENE, VIENE SIEMPRE

¿No oíste sus pasos silenciosos?
El viene, viene, viene siempre.
En cada instante y en cada edad,
todos los días y todas las noches,
él viene, viene, viene siempre.

He cantado muchas canciones y de mil maneras;
pero siempre decían sus notas:
"El viene, viene, viene siempre".
En los días fragantes del soleado abril,
por la vereda del bosque,
él viene, viene, viene siempre.
En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio,
sobre el carro atronador de las nubes,
él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía, son sus pasos
los que oprimen mi corazón,
y el dorado roce de sus pies
es lo que hace brillar mi alegría.

(Rabindranath Tagore)

sábado, 29 de noviembre de 2008

Al final del camino me dirán...

El año litúrgico está pensado con sabiduría, porque nos hace vivir, como condensado, el ciclo de toda una vida, desde el nacimiento hasta la muerte.

El final del año, que culmina con la fiesta de Jesucristo, Rey del universo, nos confronta con las "realidades últimas" de la existencia: nuestro fin personal y el final del cosmos y de la historia. Las lecturas de la misa diaría y de los domingos no suelen gustar mucho a nadie: parecen "cuentos para no dormir", plagados de avisos, advertencias y exigencias: "¡Vigilad! ¡Velad, pues no sabéis el día ni la hora! ¡Trabajad!...".
-¡Es que Dios es tan exigente -exclamaba una mujer en un grupo bíblico hace pocos días-, que casi me da miedo!

Esa imagen de un dios severo e inmisericorde me es tan lejana en el tiempo y me resulta tan ajena a mi experiencia y a mi fe que, al escuchar a esa mujer, sentí estremecimiento por ella y por cuantos, como ella, temen a Dios. [Líbranos, Señor, de pensarte y sentirte como un ser furibundo, resentido, mezquino y vengativo, cuya bondad es más raquítica que la de la mayoría de los seres humanos... ] ¿Cómo podemos creer en esa caricatura de Dios, tan diferente de Él?

A aquellos que sienten miedo o inquietud ansiosa ante las imágenes apocalípticas de los discursos escatológicos, les recomiendo que mediten, largo y tendido, estas palabras de Juan:

"En esto ha alcanzado el amor la plenitud en nosotros:
en que tengamos confianza en el día del juicio...
No cabe temor en el amor; antes bien, el amor pleno
expulsa el temor" (1 Jn 4,17-18).

Si el año litúrgico nos hace mirar cara a cara la posibilidad real de nuestra muerte no es para "meternos el miedo en el cuerpo", como hacían los antiguos "novísimos" con sus meditaciones tan alegres y esperanzadas sobre la muerte, el juicio, el infierno y el cielo (no sin haber pasado por el consabido purgatorio...), sino para tomarle el pulso a nuestra esperanza cristiana y para hacer de despertador o de suave bofetada repentina y necesaria, para que vivamos con consciencia, responsabilidad y gratitud todos y cada uno de nuestros días.

Me gusta pensar mi futuro último día como reza un poema de Casaldáliga:

"Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres".

sábado, 8 de noviembre de 2008

Más música - Improvisación II

El viernes por la tarde íbamos a elegir y a comenzar los ensayos para la celebración de las confirmaciones en nuestra parroquia Santa Teresa de Toledo, pero el grupo estaba reducido a la mínima expresión y decidí aprovechar el rato para grabar este Ave María e incorporarlo a nuestra sección de cantos del blog.
Es una canción muy antigua ya, pero sigue siendo bonita. Hace meses colgamos un Ave María en latín. Éste va en español, por si alguien tiene necesidad para sus celebraciones.

Querida siamesa, no se te ocurra comentar que mis amigas cantoras son "la alegría de la huerta"... Ya lo vemos. La verdad es que se pusieron (os pusísteis) tan serias, y él tan intenso y circunspecto, que casi hay que ver este video de rodillas... Sin embargo, no es para tanto. El cuarteto es siempre muy divertido y, como dicen ahora, "muy enrollao". Lo que sucede es que aún padece un cierto "pavor escénico". Cuando llevemos cien videos, sonreirán un poquillo más.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Un poco de música - Improvisación I

La tarde de los viernes es, dentro de la semana, un relax para mis neuronas y un maratón para mi voz. De 5 a 9 se suceden cuatro grupos de guitarra y canto: a las 5, los que comienzan a aprender guitarra de acompañamiento desde el principio. Este año son nueve, de momento. Espero que no se incorpore nadie más, porque ya son suficientes para empezar.

De 6 a 7, el grupo de Isabel, Eva, Flor y sus amigas, Leonor y Obdila (dos religiosas jóvenes de una parroquia vecina). Éstas ya tocan cantos variados, aunque los acordes con cejillas y ciertos ritmos más movidos aún se les resisten...

La hora de las siete es la del coro de misa de 11, aunque la mayor parte de las integrantes brillan por su ausencia. Ya se sabe... El viernes por la tarde es tiempo de paseo para las adolescentes y las jóvenes, o tiempo de otras actividades más apetecibles, como el baile. Así es que siempre acuden las incondicionales: Rosario, Pilar, Cristina y Mari Carmen. Antes también venían sus niñas, pero ya han crecido y privarse del paseo, de 7 a 8, todos los viernes, reconozco que es un sacrificio que no se les puede pedir a unas niñas que acaban de estrenar su adolescencia.

El último grupo, de 8 a 9.15, es el de Irene y su hermano José Vicente, Jaime Soriano, María, Ana, Jose, Lucía y, en este curso, dos nuevos "fichajes", Cristina y Marián. También son adolescentes, entre 12 y 16 años (excepto Jose, que tiene 19). Pero les tira la música y vienen a reforzar lo aprendido.

Así es que a las 5 me cuelgo la guitarra y estoy de pie tocando y cantando hasta que termina la tarde. Me gusta. Disfruto mucho enseñando, y en muy buena compañía, pero en los últimos cuatro años mis cuerdas vocales han sufrido dos o tres periodos largos de afonía todos los cursos, hecho que achaco a tanto canturreo, a no poco volumen, para que los niños puedan seguirme. En este momento me encuentro en uno de esos periodos y trato de paliarlo tomando toda clase de potingues caseros, de herbolario y de farmacia. Aún no he podido verificar cuál es el más eficaz (¿alguien tienen alguna sugerencia?). Lo cierto es que la afonía me dura siempre entre diez y veinte días, lo que resulta realmente incómodo e inconveniente cuando tu tarea es, mayormente, la de hablar y cantar.

De todos modos, en los últimos días estoy tratando de mentalizarme sobre cómo tendría que reenfocar mi vida si perdiera la voz, porque reconozco que es uno de los bienes que más me costaría perder, y más vale irse haciendo a la idea... Éstar sin voz es algo que me irrita y me impacienta, como hace años me exasperó estar sin brazo para tocar la guitarra y escribir (brazo izquierdo) durante unos cuatro meses. No estoy acostumbrada a estas limitaciones y, cuando llegan, parece que se te cae el mundo encima. Actitud muy poco cristiana y muy poco sabia, lo reconozco...
Mientras yo trato de ejercitarme en esa sabiduría de aceptar lo que trae la vida y de convertir los inconvenientes en oportunidades, os presento al grupillo de las 8. Faltan María, Jose y Lucía. Otro día los traeré por aquí. Habitualmente cantamos cantos religiosos, pero me gusta cómo José Vicente y Jaime interpretan el "ni una sola palabra" de Paulina Rubio. Tienen más sal y más marcha que Paulinita.




lunes, 27 de octubre de 2008

San Pablo, espíritu y misión

Semana Bíblica en Barcelona (15 a 23 de noviembre de 2008)


Tanto Rosa Jané como Quique Fernández, organizadores, me han mandado el cartel definitivo de la Semana Bíblica que tendrá lugar en Barcelona el mes próximo. El tema, como no podía ser de otra manera, es San Pablo.
La Familia Paulina ha sido invitada, no sólo a participar sino a colaborar directamente. Así es que un hermano paulino, José Ignacio Pedregosa (Pepe para los amigos) y yo seremos los encargados de abrir la semana.
Para quienes sois de Barcelona, o estáis allí, os informo del lugar, días, horarios, temas y ponentes. ¡Aprovechad la oportunidad! Tiene muy buena pinta. ¡Ojalá se hiciera algo así en todos los pueblos y ciudades!


YYYYYYYYYYYYYYYY



Lugar: El sábado, en la librería Paulinas, Ronda Sant Pere 17-19; el resto de los días, en la Parroquia Mare de Déu de la Medalla Miraculosa, Consell de Cent, 110-118.


Sábado, 15 de noviembre:
18:00 h. Charla: "San Pablo al encuentro de los otros", Conchi López, pddm (en la librería Paulinas)

Domingo, 16 de noviembre:
11:00 h. Charla: "San Pablo comunicador del evangelio", Pepe Pedregosa, ssp
A continuación, para quien lo desee, misa familiar: 13:00h

Lunes, 17 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" I, Justino Martínez, comboniano y biblista
20:30 h. Lectio divina: "Pablo y el conocimiento del Resucitado", Ignasi Ricart, claretiano y biblista

Martes, 18 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" II, Javier Velasco, laico y biblista
20:30 h. Conferencia: "Pablo entre judíos y gentiles", Jordi Sánchez Bosch, sacerdote diocesano y biblista

Miércoles, 19 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" III, Justino Martínez, comboniano y biblista
20:30 h. Película documental: "Pablo, de Tarso al mundo"

Jueves, 20 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" IV, Javier Velasco, laico y biblista
20:30 h. Presentación audiovisual: "La ruta de San Pablo", Enric Rivas, vicario parroquial
Viernes, 21 de noviembre:
"En mi debilidad, te haces fuerte en mí"
18:00 h. Dinámica para adolescentes
20:00 h. Dinámica para jóvenes
Rosa M. Jané y Quique Fernández, animadores bíblicos

Sábado, 22 de noviembre:
18:00 h. Actividad infantil
"Si no tengo amor, no soy nada"
Equipo de catequistas de la Parroquia de la Mare de Déu de la Medalla Miraculosa

Domingo, 23 de noviembre:
19:00 h. MISA DE CLAUSURA
20:00 h. Concierto-presentación del CD "Saulo vive hoy", Rogelio Cabado, cantautor


Esta iniciativa, tan laboriosamente pensada y programada, se debe a:

- La Escuela de Animación Bíblica
- La Parroquia de la Mare de Déu (Grupo Bíblico y misionero Cinco panes y dos peces)
- La Familia Paulina (Librería Paulinas)



¡Pues muchas gracias a los responsables! Deseamos que sea todo un éxito.


sábado, 25 de octubre de 2008

"Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor..."

Solemnidad de Jesucristo, Divino Maestro

Mañana celebramos nuestra fiesta, la del Divino Maestro. No podía ser otra. Toda la Familia Paulina en el mundo lo hace, aunque es la fiesta titular de nuestra congregación y de los hermanos pertenecientes al instituto Jesús Sacerdote. ¡Feliz día a todos!Las lecturas, para el ciclo A, son Is 50,4-7, 2 Pe 1,16-19 y Jn 13,1-17.

Hoy he estado orando con este evangelio del lavatorio de los pies.
Con él inaugura Juan su "libro de la hora", la hora de su glorificación de Jesús en la cruz y en la luz, la hora de ser elevado en el madero y en la resurrección, la de volver junto a su Padre.
El marco espacio-temporal en el que suceden los acontecimientos es "antes de la fiesta de la Pascua", "durante la cena". Como sabemos, Juan no nos narra la última cena, como los otros tres evangelistas. En su lugar, nos cuenta el lavatorio de los pies.
Esta cena es una cena de despedida, en donde Jesús les deja a sus discípulos su "testamento", el legado de su deseo: que crean en Él, que tengan confianza, que se amen como Él los ha amado, que permanezcan unidos a Él, con el Padre y entre ellos, que tengan paz y alegría, que no tengan miedo, que aguarden al otro Paráclito que vendrá en ayuda de su debilidad y les recordará todo cuanto Él ha hecho y dicho, y les guiará a la verdad completa... Cinco capítulos de discurso de Jesús, con tan sólo un gesto, el del lavatorio de los pies, símbolo de lo que ha sido su vida, de lo que ha querido enseñarles durante el tiempo que ha estado con ellos: que no hay otra cosa más importante que el AMOR, expresado en el servicio humilde.
El clima de esa cena es de intimidad, de confidencias, de amor, de tristeza, de esperanza y... de odio o, al menos, ingratitud y traición. La ingratitud de Judas, decidido ya a entregar a su amigo y maestro.
En la escena se nombra a Judas y a Pedro, dos discípulos que, cada cual a su modo, negaron a Jesús. Pero en uno pudo la fuerza del amor y de la esperanza y en el otro venció la desconfianza en que Jesús podía amarlo por encima de su traición. No conocía a su Maestro.
Tampoco los otros discípulos parecen entender a Jesús, después de tanto tiempo de compartir con Él techo, comida y camino. Todavía esperan que sea un Mesías poderoso... ¿Qué hace Jesús, de rodillas, como un esclavo, lavándoles los pies? "¡No me lavarás los pies jamás!"

Tenemos un Maestro que se hace el último de todos y el servidor de todos. Un Maestro que nos precede con el ejemplo, que dice y hace, y cuyo único mandamiento es el Amor.


Oración para disponer el corazón


Maestro mío y Señor mío,
mi Dios y mi todo,
contemplo tu vida hermosa, plena de sentido,
y deseo vivir como tú:
tu Amor al Padre, vuestra intimidad y comunión,
y tu obediencia a Él;
tu Amor a la humanidad, tus curaciones, tus enseñanzas,
tu modo de relacionarte,
tu entrega hasta el extremo.

Deseo vivamente participar en esa dinámica de Amor,
en tu proyecto y tu sueño, que es el del Padre,
en tu gracia, en tu vida, en tu muerte
y en tu resurrección.

Vive en mí, Maestro y Señor,
Pastor bueno y Puerta del Reino,
Luz del mundo, Verdad y Camino,
Resurrección y Vida,
Pan y agua para nuestra hambre y nuestra sed.
Vive en mí y transfórmame
en pastor,
en puerta,
en luz,
en camino
y en pan
para todo el que te busca.

Lee atentamente Juan 13,1-17

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en una jofaina y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.

Llega a Simón Pedro; éste le dice:
«Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?».
Jesús le respondió:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde».
Le dice Pedro:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Le dice Simón Pedro:
«Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo:
«No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. Puesto que sabéis estas cosas, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica».

CUANDO MEDITES

- ¿Qué te dice un Dios que se hace "uno de tantos", más aún, siervo de todos, y que llega a entregarse en una muerte de cruz?
- ¿Qué te dice la contemplación de Jesús, arrodillado ante los discípulos, lavándoles los pies?
- ¿Experimentas que el Señor te va modelando para saber estar donde Él está: en los puestos de abajo, como el que sirve, y no como el que gobierna y obstenta el poder y la autoridad?
- Traduce, en acciones concretas, para ti, hoy, el mandato de Jesús de "lavarnos los pies unos a otros".

CUANDO ORES

Servidor del Padre y de la humanidad,
bendigo tus palabras llenas de gracia
que todo lo hacen nuevo
al derramarse en nuestra tierra.

Bendigo tus palabras, semillas de sabiduría,
semillas de amor, perdón y reconciliación,
semillas de esperanza y de dicha...

Bendigo tus palabras
que nos enseñan a estar en medio de los otros,
como humildes servidores,
rechazando todo afán de dominio, de poder
y de supremacía.
Bendigo tus palabras: "Yo estoy en medio de vosotros
como el que sirve".

Bendigo tus gestos de profeta y de Maestro.
Bendigo tus manos lavando los pies de todos,
partiendo el pan para todos,
tocando a los "intocables",
y sanándoles de sus enfermedades y dolencias.

Te bendigo, Maestro y Señor mío,
ceñido el delantal
y arrodillado ante mí para lavarme.
Condúceme a la dicha
de encarnar lo que aprendo de ti
todos los días.

viernes, 24 de octubre de 2008

Mil mujeres espléndidas


Es imposible saber, hasta el final de la novela, por qué Khaled Hosseini ha titulado "Mil soles espléndidos" un relato tan duro, tan dramático, tan dolorosamente realista y tan teñido de negro y rojo, en donde ni un sol espléndido parecería resplandecer.
Cuando hace semanas comencé su lectura (que terminé literalmente en cuatro días...), no sabía nada sobre Afganistán ni su historia, ni sobre los muyahidines y los talibanes (más allá de las noticias de guerras y atentados que todos conocemos). En realidad, sé muy poco o casi nada sobre la historia y la vida cotidiana de países no occidentales, como si la "historia universal" fuera exclusivamente "historia de aquí" o, como mucho, "historia europea".
En mis tiempos, en la enseñanza básica y en el instituto no aprendíamos nada sobre historia de la India, Australia o República democrática del Congo... El eurocentrismo era absoluto, como si nosotros y nuestra cultura y civilización fueran el ombligo del mundo. Supongo que hoy sigue siendo igual o incluso peor...
Pero cuando crecemos y sacamos la nariz más allá de nuestro raquítico entorno, y viajamos, y leemos, y nos relacionamos, y miramos el vastísimo mundo que nos rodea, con su pluralidad y diversidad, descubrimos en nuestro interior una solidaridad radical que nos une a otras gentes, a otros pueblos, a otros destinos menos afortunados que el nuestro...

Hace años tuve la oportunidad de vivir nueve meses con quince hermanas de trece países diferentes. Desde entonces, Asia y África, con sus gentes, me resultan tan cercanas como Toledo o Madrid. Y me pregunto si podría permanecer callada si supiera que algo como lo que cuenta Khaled estuviera sucediendo en mi ciudad.
Todos hemos oído hablar de la situación de la mujer en muchos países africanos y asiáticos. Hemos oído hablar, por ejemplo, del burka afgano, de los matrimonios concertados y de la ablación de clítoris, que, por cierto, hoy día sigue afectando a unos 135 millones de mujeres y niñas en el mundo. Datos estremecedores, pero sólo datos, para nosotros. Datos sin rostro. Ninguna de esas mujeres es nuestra hermana, nuestra madre, o nuestra hija.
Sin embargo, Khaled le pone rostro y alma a esas realidades tan injustas como absurdas, y perfila, con un estilo sencillo y nada afectado, el retrato de dos heroínas semejantes, en algunos rasgos, a otras que la historia o la leyenda nos ha dado a conocer. Dos heroínas nada espectaculares, pero admirables por su resistencia y por su esperanza inquebrantable.
Mariam y Laila, protagonistas del relato, llegan a unirse con una alianza de amor y solidaridad semejante a la de Noemí y Rut en la Biblia, si bien al principio la poliandria las había convertido en rivales, como convirtió en enemigas a Sara y Ágar, a las hermanas Raquel y Lía y o a las esposas de Elcaná, Ana y Peninna... La disputa por el amor, el honor y el primer puesto en la casa y en la cama de su marido convirtió a Mariam y Laila en adversarias, hasta que llegó un momento en que las dos llegan a sentirse hermanas, como salidas de un mismo útero y arrojadas a la misma injusticia social propiciada y mantenida por los hombres.
En Laila, en su mentira a Rashid, he podido ver la sagacidad que usó Tamar con Judá para hacerse con una descendencia que los hombres le habían negado en una sociedad patriarcal y machista en la que la mujer no tenía voz.
Y en Mariam he visto la sumisión de Dina, cuyo destino iba siendo trazado por las decisiones arbitrarias de los hombres sin darle la menor oportunidad de manifestar la más mínima rebeldía.
Pero llega un momento en que la fortaleza y la valentía de Laila despierta a Mariam y ambas intentan huír de su opresión, como nuestras contemporáneas Telma y Louise, de las que Mercedes Navarro (1) dice:
"Me sobrecoge la última escena [de la película Telma y Louise], a cámara lenta, en la que se ve el coche con ambas mujeres, precipitándose por el cañón del Colorado. Me sobrecoge por su simbolismo: una vez emprendido el camino de la libertad, las mujeres saben que no tiene vuelta atrás, aun cuando el camino desemboque en la muerte".
Otra evocación de la novela: la película "Golpes a mi puerta" de Alejandro Saderman. Una película en donde dos mujeres religiosas, Ana y Úrsula, se muestran insumisas con un sistema político y militar injusto y opresor y pagan con su vida la defensa de la libertad y de la verdad.
El tema es completamente diverso al de Mil soles espléndidos, pero las figuras de estas dos mujeres que luchan contra la injusticia de unos regímenes totalitarios hasta el punto de dar su vida, son paralelas. Incluso la entrega final de Ana, que pone a salvo a su hermana, amiga y compañera Úrsula, se parece al desenlace de la obra de Khaled.
Y sigo con los paralelismos: Mariam y Laila luchan contra Rashid, su Holofernes particular, con la misma valentía de Judit y su sierva. Luchan y vencen, aunque su victoria tiene un precio muy caro...
Mil mujeres espléndidas, cuya lucha cotidiana, silenciosa y resistente, por la justicia y la dignidad nos resulta admirable, nos da inspiración para nuestras pequeñas batallas, y nos hace solidarias con situaciones límite que, todavía en el siglo veintiuno, siguen existiendo.

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(1) Mercedes Navarro, Las siete palabras de Mercedes Navarro, PPC 1996, 139

jueves, 23 de octubre de 2008

En marcha...

A medida que pasan los días, el curso se va perfilando más claramente. Dedicarse a la pastoral es, en ocasiones, un poco caótico, o con un orden inestable sometido a todo tipo de imprevistos. En mi semana, hay un marco general más o menos inalterable:
Lunes, una vez al mes, lectio divina en Madrid.
Miércoles, clase en Madrid y, una vez cada quince días, programa en Radio María.
Jueves, clase en Toledo.
Viernes, cuatro horas de guitarra en Toledo.
Sábado y domingo, salidas apostólicas, retiros y/o tareas domésticas comunes.

A eso se añade la atención a la web y a los blogs, la elaboración de material pastoral para encuentros, y la animación de cursos, charlas, retiros y ejercicios espirituales ocasionales.
En mi horizonte inmediato se encuentra la animación de unas jornadas bíblicas en Segovia y la participación en la semana bíblica de Barcelona, para noviembre. En diciembre-enero, la animación de la formación permanente de unas religiosas misioneras, y nuestro encuentro formativo del puente de la Inmaculada. En febrero, la animación de un curso de ejercicios espirituales como Familia Paulina (el segundo curso de mi vida...). En abril, la participación en la formación permanente de unos religiosos de enseñanza.
Por otra parte están los pequeños servicios específicos que mi congregación requiere de mí.
Y luego, peticiones ocasionales que no suelo desoír...

Todo ello, de la mano del Espíritu, sin el que no podría hacer nada, y sin el que todas estas tareas serían absurdas, vacías y sin pizca de sal y de gracia. Pero Él existe y me acompaña. Me lo demuestra una y mil veces. También, cómo no, cuento con el apoyo y la compañía de mi comunidad, desde la que me siento enviada y a la que da gusto volver al concluir el trabajo.

En este curso, casi todas estas tareas giran en torno a un nombre: San Pablo y su evangelio.
El blog que inicié (con el asesoramiento y ayuda técnica de Lidia) hace unos días, va adquiriendo también su fisonomía propia. Su contenido está estructurado en siete apartados, con un índice a la derecha, para facilitar el acceso a los mismos:
1. Curso bíblico
2. Lectio divina
3. Catequesis de Benedicto XVI
4. Artículos bíblicos
5. Retiros y ejercicios espirituales
6. San Pablo en la pintura
7. San Pablo en el cine


En la sección del curso bíblico he comenzado a publicar el material que voy elaborando para los cursos que imparto en Madrid y Toledo durante todo el año. Pretendo que sea un material que afecte a la cabeza y al corazón, que ayude a estudiar y también a reflexionar y orar. Por ello su contenido tiene también siete (¡cómo no, siete!) apartados:
1. Oración para disponer el corazón
2. Conociendo a Pablo (Presentación del tema)
3. Textos bíblicos
4. Sugerencias para el trabajo de grupos
5. Sugerencias para el trabajo personal
6. La Palabra se hace oración - Sugerencias para la oración personal y grupal
7. Para preparar el próximo encuentro

Alguna amiga me ha dicho: -¿Cómo se te ocurre publicar ese material así, tan gratuita e irresponsablemente? ¿Y si el día de mañana quieres hacer un libro con él?

Sí, el día de mañana espero escribir algún libro de contenido bíblico-pastoral. Pero ahora mi blog de San Pablo es como un ensayo de libro que os doy a leer, por si os sirve, y para que me aportéis ideas, sugerencias y correcciones.
El curso está en marcha. Todos los cristianos nos hemos puesto este año a leer un poquitín más la Biblia (animados, tal vez, por el Sínodo), y a conocer a San Pablo. Todos los medios son pocos. Y cuanto más sencillos, mejor.

lunes, 20 de octubre de 2008

Una carcajada te resucitará

Hoy me voy a la cama con una sonrisa en los labios.
Una amiga que está haciendo el curso de acceso a la universidad para mayores de veinticinco, me pide algún pasaje bíblico para su "profe" de lengua.
-¿Un pasaje bíblico? ¡Qué cosa más rara en los tiempos que corren!
-Sí, es que dice que el único que se rié en la Biblia es el diablo... Yo le he dicho que no lleva razón, porque sé que se ríe Sara... pero, claro, necesito documentación...

¿Documentación a estas horas? ¿A las doce de la noche?
Así es que echo mano de la somerísima documentación que me brinda mi memoria y le escribo:

Si lo que buscamos son risas, tampoco es que hay una multitud partiéndose de risa, pero alguno hay: el primero del que se dice que se ríe es Abrahán, en Gn 17,17. La segunda es Sara, en Gn 18, 12 y 21,6. ¡Y es que Dios tiene unas cosas! ¡Mira que hacer que Sara dé a luz pasados los noventa, cuando una ya está para que la dejen en paz! Pero nunca es tarde, si la dicha es buena, y en este caso Isaac fue motivo de una dicha infinita para sus desesperados padres.

En Job 8,21 de dice que Dios llenará tu boca de risa y tus labios de gritos de júbilo. O sea, que Dios es la causa de nuestra felicidad y alegría. Que puede hacerlo y lo hará, si tienes esperanza en Él.
El salmo 126,2 dice que, cuando Dios cambia nuestra suerte, la boca se nos llena de risa y la lengua, de cánticos de alegría. La gente bíblica era muy exagerada en las expresiones, como los orientales en general, no como nosotros, que parecemos palos tiesos, incluso cuando algo nos causa gran exultación.
En Eclesiastés, se dice que hay tiempo para todo, incluso para reír (3,4). Sin ese ingrediente, la vida sería bastante absurda.
El profeta Sofonías tiene la imagen de un Dios danzarín: "[Dios] danza por ti con gritos de júbilo, como en días de fiesta" (Sof 3, 17). ¿Nos imaginamos a Dios bailando?

¿Qué más se me ocurre? En la biblia hay docenas de proclamaciones de felicidad: ¡dichoso! ¡dichosa! No me imagino que esas proclamaciones estén pronunciadas ni recibidas con caras largas. ¿No os parece?

Y Jesús, ¿se rió Jesús? De Jesús se dice que lloró dos veces, pero no se dice que riera ninguna vez. ¿Se acuerdan de la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa? Tenía un argumento semejante: la licitud de la risa... ¿Es santo y bueno reír, o es más bien "peligroso"? Extrañamente, en nuestra tradición religiosa, los santos son bastante serios, mientras que la gente alegre pasa por superficial y veleta... ¡Menos mal que está San Felipe Neri para desmentir este estereotipo!
Así es que, aunque no hay ningún pasaje evangélico en donde se diga que Jesús riera, sí se dice algo muy sospechoso de él: que era considerado "comilón y un borracho, amigo de pecadores y prostitutas" (Mt 11,19). Lo cual me permite imaginar que Jesús no estaba en los banquetes con cara de acidez de estómago... Por el contrario, imagino a Jesús como alguien lleno de vitalidad, plenitud, esperanza y alegría. Alguien radiante y luminoso, de semblante sereno y feliz. ¿Cómo, si no, iban a acercarse multitudes para estar con Él?

Aprovecho para recomendar un libro muy sugerente: "La boca se nos llenó de risas. Sentido del humor y fe", Alessandro Pronzato, Sal Terrae.
Y ahora voy a meterme en la cama, con ese libro entre las manos, para dormirme con el preámbulo del autor: "Una carcajada te resucitará".

miércoles, 15 de octubre de 2008

"Id y anunciad lo que habéis visto y oído"

Ya sé que han pasado algunos días desde la clausura de nuestro curso en Benalúa de las Villas y que, como dice nuestro sabio refranero popular, agua pasada no mueve molino, pero permitidme volver a ello porque, sin duda, en lo pasado también está en germen el futuro.
Conchi, creadora de este blog e infatigable compañera de camino, en diversas ocasiones me ha pedido que escribiera unas líneas y yo, como “novata insegura” que se abruma ante los encargos apresurados y “un poco flojilla” - según la que me dio a luz-, hasta ahora había hecho caso omiso a su invitación de adentrarme en este mágico mundo de los literatos y las musas, donde lo que no existía es creado; mas hoy, después del rotundo éxito y tan laureados comentarios que no cesan, me veo casi en la obligación de ser yo la que le pide un huequito en este espacio.
¡¡Qué rápido se ha pasado la semana!! Y qué penilla...
Creo que éstas no son sólo las palabras que yo le decía a Conchi, bien entrada la noche, mientras ella preparaba su equipaje, para marchar el domingo por la mañana temprano, sino el sentir de todas las asistentes al curso, aun con el fastidio de perderse la telenovela.

Es pena, sí, pero también alegría...
Pena por la vuelta a la monotonía y alegría por el soplo de aire fresco que nos ha dado respiro.
Pena por la soledad y alegría por la comunión.
Pena por las inconsolables horas oscuras y alegría por la luz que enciende la noche.
Pena por el anhelo y alegría por la esperanza derramada.
Pena por la ausencia y alegría por los encuentros venideros.
A ti, Conchi, paisana y tocaya de la discípula, te ha sabido a poco y Dios se te ha hecho más cercano y tú, Enrique, te has quedado admirado de la profundidad tan sencilla, que deja huella. Paquita, mi tía y peluquera de profesión, ansiosa lee la Sagrada Escritura entre permanente y permanente, y Juani, “la chozuela”, insiste en que no encuentra esas historias en su Biblia. Mari da gracias por “tan buena discípula y por las cinco tardes tan maravillosas” mientras José Luis, el párroco, se despide pidiendo oración. Pepi se lamenta ante la ausencia de jóvenes y Paquita no cesa de exclamar: ¡nos habéis dado vida! Toñi, ansiosa, pregunta para cuándo el regreso y Cipri quiere firmar para Semana Santa. Mari, “de la Eulalia”, se despide con los ojos vidriosos como quien ve marchar a una hija y así, una a una, podría mencionar los más de cien nombres de todas las asistentes. Nombres, con historias propias que te buscan, Señor. “Tu pueblo tiene hambre y sed de la Palabra de Dios” (cf. Amós 8,11).
Por supuesto, y como en todos sitios, también las hay –escasas, pero haberlas, haylas- que van a disgusto, como si alguien las obligara, de ésas que "te limpian la chaqueta" tan rápido como se la cambian, cuyo rasgo característico es el ceño fruncido con una mirada que fulmina a todo lo viviente simpatizante que haya a la redonda, a menos que se trate de "don salchichón, el señor serrano o revilla", únicos con poder incuestionable de transformar la murmuración en carantoñas y palmaditas en la espalda. En fin, en esta especie -sin peligro de extinción- no me pienso detener, porque ya se sabe que beneficiar a un ingrato es como perfumar a un muerto.
Males menores y exageración andaluza aparte, yo también estoy contenta porque Dios “nos ha hecho mirarnos”. Estoy convencida de que las amistades no las escogemos nosotros sino que es Dios quien mira a los amigos y les dice: “no os habéis elegido vosotros; os he elegido yo, el uno para el otro”. Hace más de un año que el Señor me dio a Conchi como amiga, hermana y compañera de camino y soy feliz de ver que esta amistad está trayendo mucha fecundidad, no sólo para nosotras sino para muchas personas.
Quiero terminar dándole gracias a Dios y orando nuestra disponibilidad de ser siempre sus discipulas y apóstoles:


Aquí estamos, Señor, como tus discípulos en Galilea.
Aquí estamos, Señor, respondiendo a tu llamada.
Aquí estamos, Señor, porque nuestro gozo eres tú.
Aquí estamos, Señor, queremos ser anunciadores de tu Reino.
Aquí estamos, Señor, con la confianza puesta en ti.

martes, 14 de octubre de 2008

Congreso anual de Pastoral Vocacional y Efeta, dos eventos esperanzadores

De la mano de la teóloga española Isabel Gómez Acebo, quiero daros a conocer dos encuentros, de muy distinto cariz, que han tenido lugar en Madrid y en Sevilla, en estos primeros días del mes de octubre. Encuentros en los que las mujeres de Iglesia, religiosas y laicas, han tenido un protagonismo especial. Como yo no he asistido (aunque me he quedado con las ganas), dejo que Isabel os lo cuente e incluso me permito tomar de ella el título de este post.
Por cierto, descubrí su blog hace días y me parece de lo más interesante. A la derecha he puesto un enlace para facilitaros su búsqueda.

YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY

Unos eventos esperanzadores

He asistido este fin de semana a dos eventos muy distintos pero que me han llenado de esperanza en un cristianismo que permanece vivo en nuestra sociedad a pesar de todos los profetas de calamidades que nos hablan de su extinción.

El primero tuvo lugar en Madrid y era la celebración del congreso que las religiosas/os (altero el orden convencional porque ellas eran más numerosas con lo que se merecen la precedencia) llaman de Pastoral Vocacional. Había más de 800 personas en el salón de actos del colegio El Recuerdo de los jesuitas. La mayoría era joven, lo que ya sorprende cuando en las iglesias esa presencia ha disminuido dramáticamente. Muchos también guapos, puesto que hoy cuidan su presencia los religiosos y no se meten en el convento los que “no se comen un rosco” en la vida social, sino los que quieren llevar el cristianismo a los niveles más altos.
Mayores y jóvenes, altos y bajos, rubios y morenos, españoles y extranjeros, un plantel variopinto de personas que gozan de un elemento común: llenos de ilusión siguen los caminos marcados por Jesús de Nazaret para los escogidos. Imagino que el verse y compartir experiencias y proyectos les servirá a todos para renovar sus deseos y volver a sus casas fortificados en su fe.
El otro acto en el que he participado tiene unas dimensiones más modestas pero hubiera sido impensable hace unos años. Cerca de 100 personas, la mayoría mujeres, asistió a las Conferencias Presenciales de EFETA en Sevilla, unas siglas que responden a un portal de internet que ofrece un título superior privado, con duración de dos años en teología feminista. Entre las asistentes se graduaban cinco mujeres que ya habían terminado todos sus créditos. Algunas que proceden de países de América del Sur mandaron a sus amigas para que las representaran y recogieran su titulación.
Todo el grupo manifestaba su ilusión por estar realizando unos estudios que siempre habían soñado hacer y que las fortalecía como mujeres cristianas. Algunas comentaban que sus compañeras en países sudamericanos, donde la mujer sigue muy subordinada, estaban entusiasmadas por escuchar que tanto Dios como Jesús luchaban por las causas de las mujeres, que querían y las impulsaban a llevar a lo más alto las aptitudes con las que habían nacido. Sorprende que tras más de 2000 años estas cosas no se hayan oído antes pero ¡era tan cómodo que las mujeres fueran las criadas de todos! En ese todos meto también a los varones eclesiásticos, a los que especialmente les está costando cambiar de modelo.

domingo, 12 de octubre de 2008

"Las mujeres al servicio del Evangelio"

Benedicto XVI
Audiencia del miércoles, 14 de febrero de 2007

Convendrán conmigo en que el papa Benedicto XVI es poco sospechoso de heterodoxia y de ignorar la teología, la exégesis y la tradición... Si algo tiene nuestro papa es que es un hombre tremendamente culto, ¿no es así? Pues dedico este post a quienes se obstinan en aferrarse a viejas y medias "verdades" y renuncian a su razón que, como bien dice nuestro papa, siempre debe ir unida a la fe. Por supuesto, a él no se le ocurre repetir lo que siempre se dijo si la exégesis actual lo desmiente unánimemente.

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Queridos hermanos y hermanas:
Llegamos hoy al final de nuestro recorrido entre los testigos del cristianismo naciente, mencionados en los escritos del Nuevo Testamento. Y aprovechamos la última etapa de este primer recorrido para centrar nuestra atención en las muchas figuras femeninas que han desempeñado un efectivo y precioso papel en la difusión del Evangelio.

Su testimonio no puede ser olvidado, según lo que el mismo Jesús dijo sobre la mujer que le ungió la cabeza poco antes de la Pasión: «Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya» (Mateo 26, 13; Marcos 14, 9).

El Señor quiere que estos testigos del Evangelio, estas figuras que han dado su contribución para que creciera la fe en Él, sean conocidas y su memoria permanezca viva en la Iglesia. Históricamente podemos distinguir el papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, durante la vida terrena de Jesús y durante las vicisitudes de la primera generación cristiana.

Ciertamente, como sabemos, Jesús escogió entre sus discípulos a doce hombres como padres del nuevo Israel, «para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar» (Marcos 3,14-l5). Este hecho es evidente, pero, además de los doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo Pueblo de Dios, fueron también escogidas muchas mujeres en el número de los discípulos.
Sólo puedo mencionar brevemente a aquellas que se encontraron en el camino del mismo Jesús, comenzando por la profetisa Ana (Cf. Lucas 2, 36-38) hasta llegar a la Samaritana (Cf. Juan 4,1-39), la mujer siro-fenicia (Cf. Marcos 7,24-30), la hemorroisa (Cf. Mateo 9,20-22) y la pecadora perdonada (Cf. Lucas 7, 36-50).

También mencionaré a las protagonistas de algunas de sus eficaces parábolas, por ejemplo, a la mujer que hace el pan (Mateo 13, 33), a la mujer que pierde la dracma (Lucas 15, 8-10), a la viuda inoportuna ante el juez (Lucas 18, 1-8).

Para nuestro argumento son más significativas las mujeres que desempeñaron un papel activo en el marco de la misión de Jesús. En primer lugar, el pensamiento se dirige naturalmente a la Virgen María, que con su fe y su obra maternal colaboró de manera única en nuestra Redención, hasta el punto de que Isabel pudo llamarla «bendita entre las mujeres» (Lucas 1, 42), añadiendo: «feliz la que ha creído» (Lucas 1, 45).
Convertida en discípula del Hijo, María manifestó en Caná la confianza total en él (Cf. Juan 2, 5) y le siguió hasta los pies de la Cruz, donde recibió de él una misión maternal para todos sus discípulos de todos los tiempos, representados por Juan (Cf. Juan 19, 25-27).

Hay, además, varias mujeres, que de diferentes maneras gravitaron en torno a la figura de Jesús con funciones de responsabilidad. Son ejemplo elocuente las mujeres que seguían a Jesús para servirle con sus bienes. Lucas nos ofrece algunos nombres: María de Magdala, Juana, Susana, y «otras muchas» (Cf. Lucas 8, 2-3). Después, los Evangelios nos dicen que las mujeres, a diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús en la hora de la Pasión (Cf. Mateo 27, 56.61; Marcos 15, 40). Entre ellas destaca en particular la Magdalena, que no sólo estuvo presente en la Pasión, sino que se convirtió también en la primera testigo y anunciadora del Resucitado (Cf. Juan 20,1.11-18). Precisamente a María de Magdala santo Tomás de Aquino dedica el singular calificativo de «apóstola de los apóstoles» («apostolorum apostola»), dedicándole un bello comentario: «Así como una mujer había anunciado al primer hombre palabras de muerte, así también una mujer fue la primera en anunciar a los apóstoles palabras de vida» («Super Ioannem», editorial Cai, § 2519).

También en el ámbito de la Iglesia primitiva la presencia femenina no es ni mucho menos secundaria. Es el caso de las cuatro hijas del «diácono» Felipe, cuyo nombre no es mencionado, residentes en Cesarea, dotadas todas ellas, como dice san Lucas, del «don de profecía», es decir, de la facultad de hablar públicamente bajo la acción del Espíritu Santo (Cf. Hechos, 21, 9). La brevedad de la noticia no permite sacar deducciones más precisas.

Debemos a san Pablo una documentación más amplia sobre la dignidad y el papel eclesial de la mujer. Comienza por el principio fundamental, según el cual, para los bautizados «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer», «ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3, 28), es decir, unidos todos en la misma dignidad de fondo, aunque cada uno con funciones específicas (Cf. 1 Corintios 12,27-30).
El apóstol admite como algo normal el que en la comunidad cristiana la mujer pueda «profetizar» (1 Corintios 11, 5), es decir, pronunciarse abiertamente bajo la influencia del Espíritu Santo, a condición de que sea para la edificación de la comunidad y de una manera digna. Por tanto, hay que relativizar la famosa exhortación «las mujeres cállense en las asambleas» (1 Corintios 14, 34).
El problema, sumamente discutido, sobre la relación entre la primera frase -las mujeres pueden profetizar en la asamblea-, y la otra -no pueden hablar-, es decir, la relación entre estas dos indicaciones que aparentemente son contradictorias, se lo dejamos a los exegetas. No es algo que hay que discutir aquí. El miércoles pasado ya nos habíamos encontrado con Prisca o Priscila, esposa de Áquila, quien en dos casos es mencionada sorprendentemente antes del marido (Cf. Hechos 18,18; Romanos 16,3): ambos son calificados explícitamente por Pablo como sus «sun-ergoús», «colaboradores» (Romanos 16, 3).

Hay otras observaciones que no hay que descuidar. Es necesario constatar, por ejemplo, que la breve Carta a Filemón es dirigida por Pablo también a una mujer de nombre «Apfia» (Cf. Filemón 2). Traducciones latinas y sirias del texto griego añaden al nombre «Apfia» el calificativo de «soror carissima» (ibídem), y hay que decir que en la comunidad de Colosas debía ocupar un papel de importancia; en todo caso, es la única mujer mencionada por Pablo entre los destinatarios de una carta suya.

En otros pasajes, el apóstol menciona a una cierta «Febe», a la que llama «diákonos» de la Iglesia en Cencreas, la pequeña ciudad puerto al este de Corinto (Cf. Romanos 16,1-2). Si bien el título, en aquel tiempo, todavía no tenía un valor ministerial específico de carácter jerárquico, expresa un auténtico ejercicio de responsabilidad por parte de esta mujer a favor de esa comunidad cristiana.Pablo pide que sea recibida cordialmente y asistida «en cualquier cosa que necesite de vosotros», y después añade: «pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo». En el mismo contexto epistolar, el apóstol, con rasgos delicados recuerda otros nombres de mujeres: una cierta María, y después Trifena, Trifosa, y Pérside, «amada», así como a Julia, de las que escribe abiertamente que «se han fatigado por vosotros» o «se han fatigado en el Señor» (Romanos 16, 6.12a. 12b.15), subrayando de este modo su intenso compromiso eclesial.

En la Iglesia de Filipos se distinguían, además, dos mujeres de nombre Evodia y Síntique (Filipenses 4, 2): el llamamiento que Pablo hace a la concordia mutua da a entender que las dos mujeres desempeñaban una función importante dentro de esa comunidad.

En síntesis, la historia del cristianismo hubiera tenido un desarrollo muy diferente si no se hubiera dado la aportación generosa de muchas mujeres. Por este motivo, como escribió mi venerado y querido predecesor, Juan Pablo II, en la carta apostólica «Mulieris dignitatem», «La Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una… La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del “genio” femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina» (n. 31).

Como se ve, el elogio se refiere a las mujeres en al transcurso de la historia de la Iglesia y es expresado en nombre de toda la comunidad eclesial. Nosotros también nos unimos a este aprecio, dando gracias al Señor porque Él conduce a su Iglesia, de generación en generación, sirviéndose indistintamente de hombres y mujeres, que saben hacer fecunda su fe y su bautismo para el bien de todo el Cuerpo eclesial para mayor gloria de Dios.


[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
Nota: La negrita es mía.

sábado, 11 de octubre de 2008

¡Hasta pronto, Benalúa, y gracias!

Con una Eucaristía final y una merienda preparada por muchas participantes, concluimos ayer el curso bíblico que ha ocupado nuestro tiempo, nuestra atención y gran parte de los comentarios cotidianos de las mujeres, en las tiendas de Benalúa.

Fue una tarde, la última, un tanto "accidentada", con una pequeña pero poco agradable confrontación en torno a la figura de María Magdalena (ya decía yo hace unos días en este mismo blog que María sigue siendo una figura controvertida y que muchos varones de Iglesia se resisten a que pierda su fama de mujer pecadorísima...), con un corte de luz que nos oscureció misa y merienda, y con una inoportuna lipotimia que me dejó "fuera de combate" durante quince minutos... A pesar de estos inconvenientes, nada nos detuvo, y hablamos de los Hechos de los Apóstoles y de las cartas de Pablo, en sus líneas fundamentales, iluminadas por el fuego del Espíritu que, en cierto modo, también a nosotras nos abrasaba y nos urgía, como a los primeros cristianos en Pentecostés.

Hablamos de la extensión del Evangelio desde Jerusalén hasta los confines del mundo... Hablamos de los rasgos de los primeros cristianos: la valentía y la alegría profunda de la fe. Explicamos la dificultad que tuvieron los judeocristianos para aceptar y acoger a los paganos en la Iglesia, y recordamos las tribulaciones que sufrieron los apóstoles y Pablo en su misión.

Hablamos del Evangelio de Pablo: el evangelio de la fe, de la gracia, de la libertad y de la alegría. Y hablamos del resto del N.T. y de su final esperanzado y deseante de la venida del Señor: "¡Ven pronto!¡Ven, Señor Jesús!"

Tras la charla, hubo entrega de diplomas para las y los asistentes al curso (preparados por el concejal de cultura, Enrique), Eucaristía con renovación de promesas bautismales en la oscuridad de una noche alumbrada por el cirio pascual, y merienda a la luz de las velas.

En la Eucaristía, María (conocida en Benalúa como "la Mari, la ramona") leyó una oración de acción de gracias compuesta por ella, que reproduzco aquí, con pudor por lo que a mí me toca, pero uniéndome a su agradecimiento por esta semana hermosa que hemos compartido juntos.

(Mari es la segunda por la derecha)

Acción de gracias

Te damos gracias, Señor, por estas cinco tardes tan maravillosas que hemos pasado.

Han sido nada más diez horas, poquito tiempo, pero muy bien aprovechado.
Ese repaso de la Santa Biblia que con tanta gracia y saber nos ha dado Conchi, nuestra hermana paulina... El recorrido por Tierra Santa... ¡Yo creo que si vamos allí, no lo vemos mejor de lo que lo hemos visto, ni con mejor guía que ella!

Gracias, Señor, por tan buena discípula. Envía muchas discípulas como ella para que sigan llevando tu Evangelio por todo el mundo. Ha sido la primera vez, pero esperamos que no sea la última para poder tener otra convivencia tan bonita como ésta, con todos los pueblos cercanos. Gracias por acompañarnos y compartir con nosotros esta rica experiencia.

Lidia, gracias por acordarte de nosotros. El Señor esté siempre contigo; que sigas los pasos de tan buena “maestra” como tienes.

Gracias a nuestro párroco, D. José Luis, por acompañarnos todas las tardes celebrando la Eucaristía y preparando esas meriendillas para todos.

Virgen Santísima, acompáñanos siempre. Sé nuestro faro, guía e intercede ante tu hijo, Jesús, para que envíe el Espíritu Santo y derrame sus dones sobre todos nosotros. AMÉN

Mari Martínez


(Publicado por Lidia Troya)