viernes, 27 de diciembre de 2013

Te diré mi amor, Rey mío

El primer poema que aprendí, cuando era niña, fue el soneto anónimo: "No me mueve, mi Dios"... Me impresionó vivamente la gratuidad del amor y de la fe. En Dios se cree y a Dios se le ama porque sí, con cielo o sin cielo.

El canto que sigue lo hice en enero del año pasado, inspirado en la primera frase del himno de vísperas de Navidad y quiere expresar eso mismo: te diré mi amor, en amaneceres grandes o en densas oscuridades.

La música y los arreglos son de Cristina Briones. ¡Gracias! A mí me parece muy bonito.
Ayer y hoy no me lo puedo quitar de la cabeza.


¡FELIZ NAVIDAD A TODAS Y A TODOS!
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Te diré mi amor, Rey mío,
cuando el corazón se inflame
y la luz llene los ojos
y la sonrisa se ensanche.

Te diré mi amor, Rey mío,
cuando el corazón se seque,
y las tinieblas me envuelvan
y la tristeza me apague.

Te diré mi amor,
te diré, Rey mío,
cuando la plenitud de sentido
invada mi tarde,
me invada sin hacer ruido.

Te diré mi amor, Rey mío,
cuando el absurdo aparente
todo lo rompa y devaste.
Te diré mi amor por siempre.

Te diré mi amor, Rey mío,
en amaneceres suaves
y en densas oscuridades,
oh Dios del amor más grande.

Te diré mi amor,
te diré, Rey mío,
cuando la plenitud de sentido
invada mi tarde,
me invada sin hacer ruido.

Te diré mi amor de noche,
mi barca varada a tus pies,
y susurrando tu Nombre.


Para escuchar el canto, pincha en la imagen



martes, 17 de diciembre de 2013

Tú le pondrás por nombre Jesús

Lectio Divina de Mateo 1,18-24

Invocación al Espíritu
Espíritu de Dios, que haces nuevas todas las cosas,
que nos creas, sostienes, conduces,
nos llenas de vida y de alegría,
siembra en nosotros el Evangelio,
haz  nacer en nosotros a Jesús.

Siémbralo en nosotros como lo sembraste en el seno de María
y  en el corazón de José.
Que Él nazca en nuestras vidas, en nuestras casas,
en nuestras familias, en la Iglesia y en la calle...
Que sea Salvador y Dios con nosotros,
Dios en nosotros, Dios a través de nosotros,
el Emmanuel.

Mateo 1,18-24
1 Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán:
2 Abrahán engendró a Isaac,
Isaac engendró a Jacob,
Jacob engendró a Judá y a sus hermanos (…)
16 y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo (…)

18 El origen de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. 
20 Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» 
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«23 Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros" 
24 Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

CUANDO LEAS

El evangelio de Mateo comienza con dos capítulos dedicados a la infancia de Jesús, narrados desde la perspectiva de José. El primer pasaje de ese “evangelio de la infancia” es una genealogía de Jesús que comienza así: “Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán”. Se trata de una genealogía en la que Jesús queda incorporado a la historia de la salvación, historia de las promesas, de la alianza y de la espera mesiánica. Una historia que empieza en Abrahán.
Esa genealogía está dividida en tres partes de catorce generaciones cada una: de Abrahán a David, de David al destierro, y desde el destierro hasta Jesús. Es una genealogía patriarcal. Aparecen los nombres de los varones que engendran a hijos varones. Solo cinco mujeres hacen su aparición: Tamar, Rajab, Rut, la mujer de Urías y María. Si leemos la genealogía, veremos que la expresión constante ‘X engendró a X’ se rompe al llegar a José: “Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”. Es el primer atisbo de que la concepción de Jesús ha sido excepcional, extraordinaria y atípica.
s El evangelio de este domingo da razón de cómo fue ese origen no corriente de Jesús.
En el texto distinguimos tres partes principales:
  1. vv. 18-19: La descripción de la situación con la presentación de los personajes, María y José.
  2. vv. 20-23: El anuncio a José.
  3. v. 24: Conclusión.
1. vv. 18-19: Como hemos explicado ya en otras ocasiones, al hablar del relato de la anunciación de Lucas 1, 26-38, María está desposada con José cuando recibe la visita del ángel y el anuncio de que ha sido elegida para ser madre de Jesús. Las fuentes rabínicas informan de que la promesa de matrimonio se hacía temprano, a los 13 ó 14 años de edad. Antes del matrimonio no había vida en común de la pareja, aunque la mujer ya era considerada como “esposa” y el hombre como “marido”, con un compromiso jurídico, de modo que, en caso de adulterio, la mujer podía ser despedida con un acta de repudio (cf. Dt 22,13-29).
Mateo inmediatamente nos informa de que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo. La identidad de Jesús no deriva de las genealogías. Éstas solo testimonian que Jesús desciende de David, como se esperaba del Mesías de Israel, pero no explican que Jesús es Dios con nosotros. Esto solo depende de la acción de Dios por medio de su Espíritu Creador.
San Pablo, en la carta a los Romanos, dice que el Evangelio se refiere (o más bien ES) a su Hijo, quien según la carne procede de la estirpe de David (a través de su padre legal, José), y según el Espíritu ha sido constituido Hijo de Dios.
De José se dice que es un hombre justo. Justo quiere decir que cumple la torah y significa también aquel que hace la voluntad de Dios. Cuando José se entera de que María está encinta, no quiere hacerlo público y decide abandonarla privadamente. Así se puede entender el v. 19. Entenderlo en sentido jurídico: “no quería denunciarla y decidió repudiarla en secreto” no hubiera sido posible. El repudio era un acto legal público por naturaleza. “Según esto, el relato afirma que José es uno de los que han tenido conocimiento del embarazo de su esposa debido a la acción de Dios. Ante esto, decide colaborar con el plan de Dios y cree que lo mejor es abandonar a su mujer en secreto, quitándose de en medio. Cuando proyecta este plan, Dios interviene… y ordena a José continuar con María asumiendo el papel de padre legal…” (Antonio Rodríguez Carmona).
2. vv.20-23: En el anuncio a José se le confirma que todo es obra del Espíritu Santo que, con su poder, crea de la nada y saca vida de donde no la hay. María, a la que se caracteriza aquí como mujer de José, se sitúa en continuidad con otras mujeres incapaces de concebir la vida, a las que Dios hace fecundas porque para Dios nada hay imposible.
José le pondrá el nombre Jesús, del hebreo Iesu’a, de la raíz ys’ que significa “salvar”, Dios salva. La salvación que trae Jesús no es una liberación política o humana (enfermedades, dolencias, muerte…), sino una liberación de raíz, una liberación de todo el mal que oprime al ser humano. Todo lo que Jesús dijo e hizo, hasta su entrega final, fue un signo de la victoria sobre el pecado, la muerte y el mal. En la última cena, Jesús dirá:”… ésta es mi sangre de la Alianza que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (cf. Mt 26,28).
Los vv. 22-23 enmarcan el mensaje del ángel dentro del plan de Dios manifestado en la Escritura, en este caso, en la profecía de Isaías 7,14: el anuncio del Emmanuel. Ese texto de Isaías, en aquel momento concreto (siglo VIII) a.C. se refería a la esposa del rey Acaz, que concebiría a su hijo Ezequías, cuyo nacimiento mostraría que Dios no había abandonado a la dinastía davídica. Por ello su nombre será Emmanuel, Dios con  nosotros. Pero Mateo ha visto un nuevo sentido a aquella palabra profética y ve en ella el anuncio de la concepción virginal del Mesías Jesús.
El nombre Emmanuel referido a Jesús es importante en el evangelio de Mateo, que comienza con este anuncio y termina con las palabras de Jesús: Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Jesús es el Rostro de Dios en medio de nosotros. Quien le ve a Él ve al Padre. Jesús es Dios que asume nuestra carne y vive como uno de tantos para que creamos y, creyendo, tengamos vida en su Nombre.
3. Conclusión, v.24. José no dice nada. No pone objeciones. No dice hágase con palabras, pero lo dice con obras que resultan más elocuentes que las palabras. José hace. Él responde con la obediencia de la fe, haciendo lo que se le ha dicho y abandonándose al misterio de Dios y de su voluntad.
CUANDO MEDITES
1. Fíjate en lo que Mateo y la primera comunidad cristiana dicen a través de los nombres de Jesús sobre su identidad: Jesús = Dios salva; Emmanuel = Dios con nosotros.
Es una confesión de fe en Jesús como la encarnación de Dios que viene a darnos vida. ¿Cómo experimentas tú que eres acompañado por Dios, que Dios está contigo? ¿Cómo experimentas que la fe es cauce de liberación y salvación para ti ¿Dónde y en quién buscas salvación, ayuda, luz, liberación…?
2. A José se le anuncia que la maternidad de María es obra del Espíritu Santo, que obra lo aparentemente imposible. ¿Tienes experiencia de realidades que parecían imposibles y se han realizado en virtud de una maravillosa fuerza que viene de lo alto? ¿Crees realmente que para Dios nada hay imposible?
3. José es modelo de discípulo que escucha y actúa, con una voluntad rendida a la de Dios. ¿Cómo vives la fe-obediencia al evangelio de Jesús?
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Entre los hebreos no se le ponía al recién nacido un nombre cualquiera, de forma arbitraria, pues el “nombre”, como en casi todas las culturas antiguas, indica el ser de la persona, su verdadera identidad, lo que se espera de ella.
Por eso el evangelista Mateo tiene tanto interés en explicar desde el comienzo a sus lectores el significado profundo del nombre de quien va a ser el protagonista de su relato. El nombre de ese niño que todavía no ha nacido es “Jesús”, que significa “Dios salva”. Se llamará así porque “salvará a su pueblo de los pecados”.
En el año 70, Vespasiano, designado como nuevo emperador mientras estaba sofocando la rebelión judía, marcha hacia Roma, donde es recibido y aclamado con dos nombres: “Salvador” y “Benefactor”. El evangelista Mateo quiere dejar las cosas claras. El “salvador” que necesita el mundo no es Vespasiano, sino Jesús.
La salvación no nos llegará de ningún emperador, ni de ninguna victoria de un pueblo sobre otro. La humanidad necesita ser salvada del mal, de las injusticias y de la violencia; necesita ser perdonada y reorientada hacia una vida más digna del ser humano. Esta es la salvación que se nos ofrece en Jesús.
Mateo le asigna además otro nombre: “Emmanuel”. Sabe que nadie ha sido llamado así a lo largo de la historia. Es un nombre chocante, absolutamente nuevo, que significa “Dios con nosotros”. Un nombre que le atribuimos a Jesús los que creemos que, en él y desde él, Dios nos acompaña, nos bendice y nos salva.
Las primeras generaciones cristianas llevaban el nombre de Jesús grabado en su corazón. Lo repetían una y otra vez. Se bautizaban en su nombre, se reunían a orar en su nombre. Para Mateo, el nombre de Jesús es una síntesis de su fe. Para Pablo, nada hay más grande. Según uno de los primeros himnos cristianos, “ante el nombre de Jesús se ha de doblar toda rodilla” (Filp 2,10). Y Hechos 4,12 dice: “No se nos ha dado otro nombre bajo el cielo capaz de salvarnos”.
Después de veinte siglos, los cristianos hemos de aprender a pronunciar el nombre de Jesús de manera nueva: con cariño y amor, con fe renovada y en actitud de conversión.

(José Antonio Pagola)
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CUANDO ORES
1. Siéntate en silencio, en un lugar tranquilo en el que no seas molestado, cierra los ojos y pronuncia interiormente, al ritmo de tu respiración, el Nombre de Jesús durante unos minutos, con paz, con gratitud, con alegría, con apertura a su presencia… Dios está contigo.

2. Que ya estabas aquí  (Oración de José María Olaizola, sj)
Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo,
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
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martes, 10 de diciembre de 2013

Juan había oído hablar de las obras de Cristo...

Lectio divina de Mateo 11,2-19

Canto: Tu Palabra (Marcela Gandara)



LEEMOS MATEO 11,2-19

2 Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: 3«¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 4 Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: 5 los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio; 6 ¡y dichoso aquel que no se escandalice de mí!»

7 Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. 9 Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. 10 Éste es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino.
11 En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. 12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. 13 Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. 14 Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. 15 El que tenga oídos, que oiga.

16 ¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: 17 "Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado."
18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." 19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis un hombre comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras

CUANDO LEAS

El pasaje de nuestra lectura orante de hoy tiene como protagonistas a Jesús, a Juan y a “esta generación” que no sabe interpretar los signos de Dios ni acoger la salvación tal y como llega.
En el evangelio que hemos escuchado, podemos descubrir tres partes:

a) La pregunta de Juan (vv. 2-6)
Juan está en la cárcel y ha oído hablar de las “obras” de Cristo. Las obras son tanto las palabras como las acciones que encontramos en Mt 5-9. En Jesús se están cumpliendo las esperanzas anunciadas en el A.T., y descubrimos, en el trasfondo, pasajes como Is 35,5ss; 42,18; 61,1, y la curación de leprosos y resurrección de muertos de la época de Elías y Eliseo (1 Re 17, 17-24; 2 Re 4,18-37; 2 Re 4,18,37; 5,1-27).
La proclamación de felicidad (macarismo) del v. 6 sitúa a Israel (no sólo a los discípulos de Juan que interpelan a Jesús) frente a la acogida o el rechazo de la salvación y de la misma persona de Jesús.

b) Juan Bautista, el nuevo Elías (vv. 7-15)
A través de una serie de preguntas retóricas, Jesús habla de la identidad de Juan, de su lugar en el Reino y de su relación con Jesús. Juan no es un predicador oportunista, ni un lujoso cortesano. Es un profeta y más que profeta. Es Elías, el precursor que tenía que venir (Mal 3,1; 23-24). Sin embargo, los que han entrado en el Reino a través del seguimiento de Jesús son más grandes que él.
El v. 12 admite dos interpretaciones: el Reino exige hacerse violencia y sólo los que son capaces de ello entran en él, o bien, el Reino encuentra una violencia oposición en los que no quieren entrar en él. En Mateo, esta segunda interpretación parece la más probable.
  
c) Esta generación obstinada (vv. 16-19)
Jesús compara a su generación con unos niños caprichosos a los que nada les viene bien: ni la austeridad y el ascetismo del profeta Juan, en quien no reconocieron a Elías, ni la alegría del Hijo del hombre, al que insultaban llamándolo “comilón, borracho y amigo de publicanos y pecadores”. Para Jesús, sin embargo, las comidas con pecadores y el no ayuno eran signos del Reino.
En la frase final, Jesús se identifica con la sabiduría de Dios cuyas obras son más elocuentes que los juicios de rechazo y los razonamientos de los contemporáneos de Jesús.

CUANDO MEDITES

La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos. Desde la prisión de Maqueronte envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.
Jesús le responde con su vida de profeta curador: “Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.
Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.
Jesús no se siente enviado por un Juez riguroso para juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con gestos justicieros, sino que ofrece a pecadores y prostitutas su amistad y su perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.
Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de experimentar que Dios es amigo de una vida digna y sana.
Jesús no insistió nunca en el carácter prodigioso de sus curaciones ni pensó en ellas como receta fácil para suprimir el sufrimiento en el mundo. Presentó su actividad curadora como signo para mostrar a sus seguidores en qué dirección hemos de actuar para abrir caminos a ese proyecto humanizador del Padre que él llamaba “reino de Dios”.
El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una tarea urgente: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones... Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de “hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.
Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los imagina como doctores, jerarcas, liturgistas o teólogos, sino como curadores. Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar enfermos.

(José Antonio Pagola)

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El evangelio de hoy nos invita a contemplar a Jesús como la realización de las promesas de Dios, el esperado, el Reino que se hace presente en acontecimientos salvadores, la alegría de los pobres, los pecadores y los enfermos, la esperanza de los excluidos, la extraña sabiduría de Dios, que desconcierta incluso a Juan el Bautista y suscita el rechazo
de gran parte de su generación…
  • ¿Cómo te sitúas tú ante el que ha venido?
  • ¿Cómo lo acoges?
  • ¿Qué signos intuyes, oyes o ves, de su presencia?
  • ¿Tu generación puede apreciar en ti signos que te acreditan como seguidor/a de Jesús?
CUANDO ORES

w Dale gracias a Dios por Jesús, el esperado que nos trae a todos su vida en abundancia.
w Dale gracias por todas las “obras de Cristo”, por todos los signos del Reino que ves a tu alrededor, realizaciones de justicia, paz, solidaridad… vengan de donde vengan.
w Pídele la gracia, la fuerza y la sabiduría de anunciar lo que has visto y oído, en la dicha de seguir a Aquel que viene.
w Ora el Salmo 145(7.8-9a.9bc-10) de la liturgia del domingo. El Salmo 145 canta la fidelidad de Dios. Ora el salmo en segunda persona, hablándole a Jesús, dándole gracias por su fidelidad, su misericordia, su ternura…

Cantamos:
(C3)

(Puedes encontrar la música de esta antífona aquí: Tu fidelidad...)

Tú, Jesús, mantienes tu fidelidad perpetuamente, 
Tú haces justicia a los oprimidos,
Tú das pan a los hambrientos.
Tú libertas a los cautivos.

Tú abres los ojos al ciego, 
Tú enderezas a los que ya se doblan, 
Tú amas a los pecadores y a los justos,
Tú nos guardas en el camino de la vida. 

Tú sustentas a los pobres entre los pobres 
y trastornas el camino de los malvados. 
Tú, Señor, reinas eternamente, 

Tú, Jesús, de generación en generación. 
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sábado, 7 de diciembre de 2013

Convertíos... el Reino de los cielos está cerca

Lectio divina de Mateo 3,1-12

Oración inicial

“¡Cielos, lloved vuestra justicia,
ábrete, tierra,
haz germinar al Salvador!”
El cielo y la tierra se han unido en Jesús,
Hijo del eterno Padre e Hijo de María.
La omnipotencia de Dios está en Él
unida a la debilidad de nuestra condición humana.
La infinitud y la inmensidad
habitan en la pequeñez de nuestra carne.
Fortaleza y debilidad se abrazan en Jesús,
divinidad y humanidad se unen.
El Dios eterno cabe en una cuna
y prueba lo que es ser humano en su Hijo amado,
Emmanuel.
El Dios eterno se mete en nuestra piel
y quiere que nos metamos en la suya:
que probemos qué es ser uno con Él.
Preparemos nuestra tierra para que en ella
brote el Salvador.

Leemos Mateo 3,1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» 
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. 
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

CUANDO LEAS

- Fíjate en los personajes que aparecen en el texto (Juan Bautista, Isaías, la gente, los fariseos  y saduceos, Jesús…), en los lugares (el desierto, el Jordán), en los diálogos (¿qué transmiten: paz, inquietud, alegría, miedo, deseo de conversión…?-…

- El evangelio de Mateo comienza con dos capítulos denominados “evangelio de la infancia” en los que aparece una genealogía de Jesús y el relato del anuncio a José y su misión de custodiar al Hijo de Dios desde su nacimiento. Tras esos capítulos, el evangelio prosigue narrando el comienzo de la vida pública de Jesús, precedida por un precursor que entra en escena para “preparar el camino al Señor”. Ese precursor es Juan Bautista.
En el evangelio de Lucas se nos presenta esta figura con más detalle: su nacimiento extraordinario es anunciado a su padre Zacarías. Su madre Isabel, pariente de María, es una mujer anciana y estéril. Juan será un niño que traerá gozo y alegría, no solo a sus padres sino a todo Israel, por la misión especial a la que será llamado. Cuando María visita a Isabel, él salta de alegría en el seno de su madre. Lo que Lucas nos dice es que Juan será el precursor gozoso del Mesías Jesús. Él será el amigo del novio que se alegra con la voz del novio, en ese banquete de bodas que es el Reino de Dios.
Juan Bautista es de familia sacerdotal. No sabemos si ejerció ese oficio pero lo cierto es que recibió una vocación profética que lo condujo al desierto de Judea, donde vivió de modo austero y donde proclamó este anuncio: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”.
Es el mismo anuncio que Marcos pone en boca de Jesús cuando comienza su vida pública: “El Reino de Dios ha llegado a vosotros. Convertíos y creed en el evangelio” (Mc 1,15).

¿Qué significa convertirse?
En griego se emplea el verbo metanoeo. La “nous” es el pensamiento, nuestro modo de ver las cosas, nuestra programación sobre cómo debería ser el mundo, las cosas, yo mismo…  La metanoia, la conversión es ir más allá de esos modos aprendidos de pensamiento, es transformarse por la renovación de la mente, como dice Pablo en Rom 12,3.
La psicología, sobre todo la psicología cognitiva, tiene algo que decirnos al respecto. Ella sostiene la convicción de que si cambiamos nuestro pensamiento podemos cambiar nuestra vida. Pero también la Palabra es iluminadora al respecto: “Tened los mismos sentimientos-pensamientos de Cristo Jesús…” (Filp 2,5), “nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Cor 2,16). Convertirse es darse cuenta de que mi modo de pensar a menudo está lleno de ego, de autoafirmación sobre los demás, de vanidad, de narcisismo, de ambición, de juicio… La “mente” de Dios no es así. Él es Amor.

¿Qué significa que el Reino de los cielos está cerca?
Mateo habla del Reino de los cielos porque no quiere nombrar a Dios para salvaguardar su trascendencia. El Reino de los cielos es el Reino de Dios, que es Dios mismo y el modo de vivir deseado por Él: una vida en la justicia, la paz, la bendición, el cuidado especial de los últimos. El modo de vivir de Jesús.
No es un reino socio-político sino un “reinado” que está “dentro” de nosotros y que se expresa en modos de pensar, de actuar, de organizar la sociedad y las relaciones entre los pueblos. El Reino de Dios es un estilo de vida con unos principios, unos valores y unos modos de actuar derivados del Evangelio. Comienza aquí y ahora y se prolonga en un tiempo sin tiempo, en la trascendencia de la vida en Dios.
Con Jesús ese Reino está cerca porque él es la encarnación del Reino en el mundo. Por cierto que Juan esperaba a un Jesús muy distinto del que llegó. Esperaba a alguien con un hacha en la mano que cortara los árboles sin fruto, y vino alguien que pedía, con paciencia amorosa, un año más para el árbol estéril; lo esperaba con el bieldo que separara buenos de malos, y vino a llamar a los pecadores y a sanar a los que están mal… De ahí el desconcierto de Juan y su pregunta: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.  Quizá Juan, que no comía ni bebía, también tuvo que convertirse para poder acoger al “comilón y borracho, amigo de pecadores y prostitutas” (cf. Mt 11, 18-19)
Para acoger a Jesús hay que transformar la mente: para amar a los enemigos, hay que cambiar algo en nosotros; para compartir los bienes hay que cambiar algo…; para perdonar setenta veces siete hay que cambiar algo…; para no juzgar y aprender a bendecir incluso a nuestro enemigos políticos hay que cambiar algo…; para decir “Padre nuestro” sin excluir a nadie, hay que cambiar algo…
Convertirse es ya preparar caminos para que el Señor venga a habitar en nuestra tierra, en nuestra casa, en nuestras relaciones, en nuestras elecciones.
¡Ven, Señor Jesús!

CUANDO MEDITES

- “Convertíos”… ¿Qué necesito cambiar en mi mentalidad, en mi programación, en mis ideas sobre la vida, el mundo, yo mismo, mis límites y mis posibilidades? ¿Cuáles son mis juicios y mis prejuicios? ¿Cuáles son mis autolimitaciones?...  

- “Está cerca el Reino de los cielos”… Jesús está cerca, Dios nos  habita… ¿Cómo puedo colaborar con el proyecto del Reino? ¿Qué está a mi alcance aportar, construir o denunciar para que el modo de vivir de Jesús se extienda en nuestra tierra?

- “Preparad el camino del Señor…” “Después de veinte siglos, el Papa Francisco nos está gritando el mismo mensaje a los cristianos: Abrid caminos a Dios, volved a Jesús, acoged el Evangelio. Su propósito es claro: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”. No será fácil. Hemos vivido estos últimos años paralizados por el miedo. El Papa no se sorprende: “La novedad nos da siempre un poco de miedo porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida”. Y nos hace una pregunta a la que hemos de responder: “¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido capacidad de respuesta?“ (…) El mismo Francisco nos está indicando todos los días los cambios de actitudes que necesitamos. Señalaré algunos de gran importancia. Poner a Jesús en el centro de la Iglesia: “una Iglesia que no lleva a Jesús es una Iglesia muerta”. No vivir en una Iglesia cerrada y autorreferencial: “una Iglesia que se encierra en el pasado, traiciona su propia identidad”. Actuar siempre movidos por la misericordia de Dios hacia todos sus hijos: no cultivar “un cristianismo restauracionista y legalista que lo quiere todo claro y seguro, y no halla nada”. “Buscar una Iglesia pobre y de los pobres”. Anclar nuestra vida en la esperanza, no “en nuestras reglas, nuestros comportamientos eclesiásticos, nuestros clericalismos”. (José Antonio Pagola)

PARA ORAR

- Esperaré

Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas.

Esperaré a que apunte
la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios
Esperaré a que llegue
lo que no sé y me sorprenda
Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado.

Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.


Benjamín González Buelta, sj
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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Centro de Espiritualidad de los Carmelitas Descalzos de Toledo

Presento la programación de actividades, para el curso 2013-2014, de la casa de Espiritualidad de los Carmelitas Descalzos de Toledo.
Animaos a acudir, si algo de lo que encontráis aquí reclama vuestra atención y vuestro deseo.
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2013

1. Curso de Edith Stein
"Edith Stein: El alma de sus cartas"
Noviembre 29 (cena) - Diciembre 1 (mañana)
Profesor: Ezequiel García Rojo, OCD
Matrícula: 20 euros

2. Retiro de Adviento con Santa Teresa de Jesús
"Nada le falta a quien ve y se junta a Dios-niño"
Diciembre 13 (cena) - 15 (comida)
Dirige: Ángel Sánchez Sánchez, OCD
Matrícula: 20 euros

2014

3. Curso de formación para los carmelitas seglares
Mística y Humanismo en las cartas de Santa Teresa
Enero 24 (cena) - 25 (comida)
Profesor: Salvador Ros García, OCD
Matrícula: 20 euros

4. Curso de Santa Teresita del Niño Jesús
"Tereas de Lisieux: sus dinamismos vitales y místicos"
Enero 31(cena) - Febrero 2 (comida)
Profesora: Rosario Ramos Alonso, Doctora en Teología
Matrícula: 20 euros

5. Curso de Santa Teresa de Jesús
"Síntesis de la experiencia y enseñanza de Santa Teresa"
Febrero 14 (cena) - 16 (comida)
Profesora: P. Antonio Jesús Benéitez, OCD
Matrícula: 20 euros

6. Tres días con San Juan de la Cruz
"Ternura maternal de Dios con sus hijos" 
Febrero 28 (cena) - Marzo 3 (comida)
Dirige: José Vicente Rodríguez, OCD
Matrícula: 20 euros

7. Retiro de Cuaresma
Hacia una integración psico-espiritual: "Es preciso que también nosotros emprendamos una vida nueva" (Rom 6,4b)
Marzo 14 (cena) - 16 (comida)
Profesora: Rosario Ramos Alonso, Doctora en Teología
Matrícula: 20 euros

8. Pascua en Comunidad
Espiritualidad de un Misterio
Abril 16 (cena) - 20 (comida)
Ambientación: Paco M. Tejedor, OCD
Matrícula: 20 euros

9. Curso bíblico
El rostro de María en los evangelios
Mayo 9 (cena) - 11 (comida)
Profesor: Secundino Castro, OCD
Matrícula: 20 euros

10. Encuentro con Santa Teresa de Jesús
La espiritualidad cotidiana de Santa Teresa a través de sus cartas
Mayo 12 (cena) - 16 (comida)
Profesor: Salvador Ros García, OCD
Matrícula: 35 euros

11. Curso de San Juan de la Cruz
"Lectura actualizada de "Noche Oscura"
Junio 6 (cena) - 8 (desayuno)
Profesor: Francisco Brändle, OCD
Matrícula: 35 euros
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Dirección: Plaza Carmelitas Descalzos, 2; 45002 TOLEDO.
Contacto: Preguntar por Tito; tfno. 925 223 815