Y levantándose, partió de
allí para los territorios de Tiro y de Sidón. Y entró en una casa
y no quería que nadie lo supiese, pero no pudo esconderse. Más bien, en seguida
oyó de él una mujer cuya hija tenía un espíritu
inmundo, y vino y cayó a sus pies. La mujer era griega, de nacionalidad
sirofenicia, y le rogaba que echase el demonio fuera de su hija. Pero Jesús le dijo: —Deja
primero que se sacien los hijos, porque no es bueno tomar el pan de los hijos y
echarlo a los perritos. Ella respondió y le dijo: —Sí, Señor; también los
perritos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos. Entonces él le
dijo: —Por causa de lo que has dicho, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y
cuando ella se fue a su casa, halló a su hija acostada en la cama y que el
demonio había salido.
Y volviendo á salir de los
términos de Tiro, volvió por Sidón al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera las manos
encima. Y tomándole aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de
él, y escupiendo, tocó su lengua; y mirando al cielo, gimió, y le
dijo: Ephphatha: que quiere
decir: Ábrete. Y en seguida
se abrieron sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua y hablaba
bien.
CUANDO LEAS
La primera protagonista de hoy es una mujer extranjera
Cananea, que mendiga por el bien de su hija… ¡como un perrito lo hace en casa de
sus dueños!, una mujer que mostró una fe muy grande. Nos encontramos ante una
mujer pagana de linaje gentil que manifestó una fe persistente en pedirle algo
a Jesús, y recibió un elogio poco común de parte de Él, aunque ella era
descendiente de los adoradores del Dios Baal. Ella se presenta a Jesús como una
madre que sufre un dolor indecible debido a que su hija padecía una tremenda
dolencia. Es una mujer con la voluntad resuelta de buscar alivio para su hija.
Esta mujer recibe una respuesta maravillosa a su problema: esta historia nos
recuerda que Dios escucha nuestras oraciones aún cuando la respuesta, a veces,
parezca ser NO.
El segundo protagonista es un sordo y tartamudo, al
que Jesús libera de sus ataduras – le abrió los oídos y le desató la ligadura
de la lengua -. Nos recuerda que Jesús es un Jesús que sana y libera, que trae
la curación y la libertad, que nos saca del mal y nos abre caminos de
comunicación y de apertura a los demás. El relato muestra que la acción
sanadora de Jesús está conectada con su intensa relación con el prójimo, el
enfermo, y con el Padre... Jesús quiere que la curación suceda “aparte, lejos
de la multitud”. La elección de llevar al enfermo aparte, hace que, en el
momento de la curación, Jesús y el sordomudo se encuentren solos, cercanos, en
una relación particular. Con un gesto, el Señor toca los oídos y la lengua del
enfermo, o sea los centros específicos de su enfermedad. La intensidad de la
atención de Jesús se manifiesta también en los rasgos insólitos de la curación:
Emplea sus propios dedos y su propia saliva. También el hecho de que el
evangelista nos traslade la palabra original pronunciada por el Señor: Efatá
que quiere decir “¡Ábrete!”, evidencia el carácter singular de la escena.
Pero el punto central de este episodio es que Jesús en
el momento de realizar la curación, busca directamente su relación con el Padre.
La atención al enfermo, la atención de Jesús hacia él, están vinculados a una
actitud profunda de oración dirigida a Dios. Una vez más surge su relación
única con el Padre, su identidad de Hijo Unigénito. En Él, a través de su
persona, se hace presente la actuación benéfica y sanadora de Dios.
Todo empezó cuando Jesús decidió apartarse del gentío,
y que nadie supiese a donde estaba; entonces se fue a una región llamada de
Tiro y Sidón, que es un distrito ubicado al norte de Galilea…. ¡Jesús siempre
buscando nuevos horizontes, nuevos campos de evangelización!
CUANDO
MEDITES
¡EFATA! ¡ÁBRETE! (Marcos 7:31—37)
El
hombre del relato no podía comunicarse con la gente. Isaías había profetizado
700 años antes (Isaías 35:5) que el Mesías haría que los sordos oyeran y los
mudos hablaran.
1.
Piensa por un momento en la clase de sonidos y voces que escuchas durante el
día. ¿Qué crees que sería lo más difícil para ti si no pudieras oír
absolutamente nada?
2.
Imagina la infancia de este hombre. (¿De qué medios dispondrían sus padres para
enseñarle, protegerlo del peligro, hacerlo trabajar, etc.? ¿Qué clase de
relación habrá tenido con sus iguales? ¿Qué imagen habrá tenido de sí mismo?)
3.
Compare la vida cotidiana de esta persona adulta auditivamente discapacitada
con la de sus vecinos. Quizás este hombre asistió algunas veces a la sinagoga y
al templo. ¿Cuánto entendería acerca del Dios Invisible?
4.
¿Cuáles fueron las motivaciones de las personas que llevaron al sordomudo ante
Jesús?
5. ¿Por qué Jesús no sanó al hombre de la forma en que se lo pidieron sus amigos?
¿Por
qué el hombre no protestó sino que siguió al desconocido rabí?
6.
¿Cuánto habrá comprendido el hombre de las cuatro acciones que Jesús hizo en su
propio lenguaje de señas? (¿Qué quiso transmitirle Jesús al mirar hacia el
cielo antes de sanarlo? ¿Y con su profundo suspiro?)
7.
Cada milagro de Jesús nos habla algo acerca del cielo. ¿Qué podemos aprender al
respecto a través de este suceso?
CUANDO ORES
- Pide
al Señor que te de las “migajas” de su gracia, para hacer de ti alguien nuevo.
- Pide
al Señor que te abra los oídos del corazón y del entendimiento, para ver y oír
más allá de lo superficial, y pueda adentrarme en la hondura de mi propia
verdad y de la verdad de Dios.
- Pide
al Señor que podamos ser nosotros también agentes liberadoras, personas que
sanan, mediaciones que permitan que otros puedan ver y oír.
(Autora: Azucena Hernández, Equipo de Lectio Divina de la UPComillas)
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