miércoles, 30 de noviembre de 2011

¡Despierta!

"¡Permaneced despiertos!... vendrá..."
I Domingo de Adviento


- ¡Permanece despierta!
Escucha el silencio, sobre todo, en la madrugada,
cuando todo duerme y puedes ser la atenta centinela
de su sueño apacible, o de su muda desesperación.
Escucha, en el silencio, los pasos callados
de Aquel que viene siempre.

- ¡Despierta! ¡Escucha! ¡Date cuenta!
Él siempre está como la Fuente de la que brota
la corriente saltarina y alegre de tu vida.
Él es la Fuente de toda vida,
la Luz de la que dimana toda luz.

- Respira y siente el flujo de vida que hay en tu cuerpo,
su movimiento y su continuo cambio.
Escucha los latidos de tu corazón, y siente el incesante fluir
de tu sangre nutriendo tus células.
¡Escúchate! ¡Eres un milagro de Dios!

- ¡Despierta! ¡Abre los ojos y mira bien!
Mira los rostros. Todos los rostros.
Lejanos y cercanos.
No te acostumbres a los que amas.
Mira a enemigos y a amigos.
No prejuzgues a quienes desconoces.
Allana senderos tortuosos.
Facilita encuentros.
Elimina juicios y etiquetas.
Date cuenta del hilo de oro invisible
que os recorre a todos por dentro
y os une con vínculo inquebrantable.
En la unidad de Dios no hay divisiones,
no hay señores y siervos,
no hay hombres y mujeres,
ateos o creyentes,
de derechas o de izquierdas,
del norte o del sur...
Todos somos Uno en Dios,
en la única corriente invisible de su Vida.
Todos tenemos dos únicos caminos a elegir:
el del miedo o el del amor.
Y todos deseamos elegir este último.

- ¡Despierta! Abre tus manos, tus brazos,
tu seno para abrazar.
Se te ha dado un cuerpo para hacer su voluntad.
Para dar gratis ternura, y cuidado y servicio.
Para sanar, como hacen las manos sanadoras de Dios.
Para crear, como crean las manos artesanas de Dios.

- ¡Despierta! ¡Tienes pies!
¿Adónde te conducen tus pasos en la mañana?
¿Adónde se inclina tu corazón?
¿Por dónde van tus preferencias?
¿Avanzas o estás anclada en el eterno retorno de tus inercias infecundas?

- ¡Despierta! ¡Se te ha dado una lengua de discípula
para decir a los abatidos mis palabras de aliento!
¿Cómo usas el don milagroso y extraordinario de la palabra?

- ¡Sí, despiértame, Señor!
¡Rasga tu cielo y baja hasta mí!
¡Hazme vivir como una que ha vuelto a nacer!

Y si me duermo,
vela mi sueño,
arropa mi cansancio
y deja que abra los ojos
con un beso tuyo.



(Estrofa final de Carmen Lorigados)

6 comentarios:

Carmen dijo...

Y si me duermo
vela mi sueño,
arropa mi cansancio
y deja que abra los ojos
con un beso tuyo.

Conchi dijo...

¡Qué bonito!
Perfecta la suavidad y la ternura de esta petición.
¡GRACIAS!

Conchi dijo...

Es muy hermosa... Permíteme que la añada como una única oración.
De nuevo, gracias.

Carmen dijo...

Gracias a tí por inspirarla y por ayudarme a pensarle (aunque no pueda sentirle) cerca. Un abrazo.

M Luisa dijo...

Precioso... ¿qué se puede decir? Gracias a las dos por compartirlo.
Un abrazo

Conchi pddm dijo...

Un abrazo, María Luisa.
Tengo pendiente una respuesta... :))