sábado, 1 de junio de 2013

Esto es mi Cuerpo, que se entrega por vosotros

Para orar con Lucas 9,11b-17

Canto: El Señor es mi Pastor

El Señor es mi Pastor,
con Él nada me falta,
en verdes praderas
Él me hace recostar.

1. Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por sendero justo,
por el honor de su nombre.

2. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo porque Tú, Tú vas conmigo,
tu vara y tu cayado
me sosiegan.

3. Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos
me unges la cabeza con perfume
y mi copa rebosa.

4. Tu bondad y misericordia me acompañan
todos los días de mi vida.
Y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.


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Oración para disponer el corazón

 1. Te doy gracias, buen Pastor. A tu lado, nada me falta.
Me alimentas y me das todo lo necesario para vivir.
Me conduces hacia fuentes tranquilas y reparas mis fuerzas.

2. Te doy gracias, Pastor y Guardián de nuestras vidas,
que velas siempre por nosotros, nos proteges y nos cuidas.
Aunque camine por cañadas oscuras no tengo miedo a nada
porque Tú estás conmigo.

3. Te doy gracias, Pan de la Vida. calmas mi hambre
de sentido, de felicidad, de Dios.
Tú eres mi Dios vivo, y me llamas a vivir en abundancia.

4. Te doy gracias, Maestro y Señor nuestro,
que lavas los pies de tus discípulos,
enseñándoles un nuevo modo de vivir, de pensar,
de actuar y de amar, sirviendo desde la humildad y sencillez.

5. Que yo me parezca a Ti, Señor Eucarístico,
en la entrega, en la compasión,
en la solidaridad y el compartir,
en el amor al Padre y a la humanidad entera,
con tus mismas entrañas y tu mismo corazón.
Amén.


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Lucas 9,11b-17

11 En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
12 Pero caía la tarde y los Doce se acercaron a decirle: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos a descampado».
13 El les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces;  a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
14 Pues había como 5.000 hombres.
El dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.»
15 Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos.
16 Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente.
17 Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
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PARA MEDITAR

Cuerpo y Sangre de Cristo

Para celebrar la eucaristía dominical no basta con seguir las normas prescritas o pronunciar las palabras obligadas. No basta tampoco cantar, santiguarse o darnos la paz en el momento adecuado. Es muy fácil asistir a misa y no celebrar nada en el corazón; oír las lecturas correspondientes y no escuchar la voz de Dios; comulgar piadosamente sin comulgar con Cristo; darnos la paz sin reconciliarnos con nadie. ¿Cómo vivir la misa del domingo como una experiencia que renueve y fortalezca nuestra fe?

Para empezar, es necesario escuchar desde dentro con atención y alegría la Palabra de Dios y, en concreto, el evangelio de Jesús. Durante la semana hemos visto la televisión, hemos escuchado la radio y hemos leído la prensa. Vivimos aturdidos por toda clase de mensajes, voces, ruidos, noticias, información y publicidad. Necesitamos escuchar otra voz diferente que nos cure por dentro.
Es un respiro escuchar las palabras directas y sencillas de Jesús. Traen verdad a nuestra vida. Nos liberan de engaños, miedos y egoísmos que nos hacen daño. Nos enseñan a vivir con más sencillez y dignidad, con más sentido y esperanza. Es una suerte hacer el recorrido de la vida guiados cada domingo por la luz del evangelio.

La plegaria eucarística constituye el momento central. No nos podemos distraer. «Levantamos el corazón» para dar gracias a Dios. Es bueno, es justo y necesario agradecer a Dios por la vida, por la creación entera, por el regalo que es Jesucristo. La vida no es sólo trabajo, esfuerzo y agitación. Es también celebración, acción de gracias y alabanza a Dios. Es un respiro reunirnos cada domingo para sentir la vida como regalo y dar gracias al Creador.

La comunión con Cristo es decisiva. Es el momento de acoger a Jesús en nuestra vida para experimentarlo en nosotros, para identificarnos con él y para dejarnos trabajar, consolar y fortalecer por su Espíritu.

Todo esto no lo vivimos encerrados en nuestro pequeño mundo. Cantamos juntos el Padrenuestro sintiéndonos hermanos de todos. Le pedimos que a nadie le falte el pan ni el perdón. Nos damos la paz y la buscamos para todos.
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El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.

Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque sólo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».
La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿se producirá algún día ese “milagro” de la solidaridad real entre todos?

Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.
Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.

José Antonio Pagola

PARA ORAR

Oración: Nadie ni nada

Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.

Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el vino ensangrentado ardía
nadie estuvo más vivo que tus manos.

Nadie estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.

Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, ‘¿por qué te has ido?’
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.
                                              
José Luis Martín Descalzo
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Oración: Mi Cuerpo es comida

Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este Gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas, en Tu muerte y en Tu vida.

Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.

EI vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.   

(Pedro Casaldáliga)


Oración: a Dios, hecho pan, que sale a nuestro encuentro

1. El pan es un derecho, porque es vida,
el primero de todos los derechos.
Sin el pan, ¿de qué sirven los ideales,
declaraciones de principios bellos?
Sin el pan, los discursos no alimentan,
no le ofrezcas papeles al hambriento.
El pan es vida y libertad, es gracia,
y está llamando al compartir fraterno.

2. El pan es para todos, dice Dios.
El pan no es mío, el pan no es tuyo, es nuestro.
Pan de la tierra, vida del hombre,
pan de los campos y del viento,
pan del sol y del agua,
bendición del cielo.

1. Besa el pan que florece en tus manos,
parte el pan, como un sacramento.
Pan bendito, bendición continuada,
pan familiar y fraterno.

2. Pan de ángeles, maná generoso,
que se multiplica en tus dedos.
Es pan de mil sabores exquisitos,
es un pan que sabe a cielo.
Es el pan y la palabra,
pan de justicia y de derechos,
pan de solidaridad y empatía,
que se comparte por entero.
Se hacen pan los hermanos, que se parte.
¡Oh, qué sabroso alimento!

1. Dios hecho pan, pan divino,
es Dios que viene a nuestro encuentro.
Pan dulce, en el cielo fermentado,
un pan fuerte y un pan tierno;
amasado en el seno de una Virgen,
pan entrañable, integral alimento,
cocido en el horno del Espíritu,
pan vivo y verdadero;
nacido en la casa-del-pan, y ofrecido
a los débiles y hambrientos.

TODOS: Pan de Dios, en cada partícula Cristo,
Anuncio de un festín eterno.
Cristo, pan generoso y vivo,
danos tu pan, Padre nuestro.
Pan en todas las mesas del mundo,
que coman los pobres y hambrientos.
Basta tener hambre, tener fe,
Y te saciarás de Dios sacramento.
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Canto: Pan de vida

Señor  Jesús, creemos en ti,
creemos que estás resucitado.
Que estás aquí, que vives en mí,
que permaneces siempre a nuestro lado.

Coro:

Y que tu vida se nos da
en este pan.
Y que tu vida se nos da
en el amor.

Cuando alguien parte su pan,
cuando alguien se comparte,
cuando alguien rompe su vida
por los demás…
Cuando alguien parte su pan,
cuando alguien se comparte,
cuando alguien rompe su vida
por los demás…

… nuestros ojos se abren,
te vemos, Señor.
Sigues siendo pan,
sigues siendo don
para todos.
 
Señor  Jesús, creemos en ti,
en tu Presencia en este pan de Vida.
Aquel que come de este Pan,
por él tendrá tu Vida para siempre.

Coro:

Y vivirá tu compasión, tu perdón.
Y, como tú, se entregará
por amor.


Estribillo


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