martes, 25 de septiembre de 2012

"Se transfiguró ante ellos"

Lectio divina de Marcos 9,1-13

  
1Y les decía: en verdad os digo: hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte sin ver antes el reino de Dios, venido con poder. 
2 Seis días después, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan únicamente, y a solas los subió a un monte alto. Y se transfiguró ante ellos; 3 y su ropa se volvió resplandeciente, blanquísima, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquearla. 4 Y se dejaron ver de ellos Elías y Moisés, y estaban conversando con Jesús. 5 Tomando Pedro la palabra, dice a Jesús: Maestro, más vale quedarnos aquí, y vamos a poner tres tiendas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 6 (Es que no sabían qué decir, pues estaban asustados). 7Y se formó una nube que los cubrió; y sonó una voz desde la nube: Este es mi hijo amado; escuchadlo. 8 Y de repente, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
 9 Y mientras bajaban del monte les mandó que no refiriesen a nadie lo que habían visto, a no ser cuando el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos. 10 Y guardaron el secreto entre ellos, discutiendo qué significaba lo de resucitar de entre los muertos. 11 Y le preguntaban: ¿Por qué dicen los escribas que Elías tiene que venir primero?. 12 El les dijo: Elías, cuando venga primero, restaurará todo; ¿y cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y será despreciado? 13 Pero os digo que Elías ha venido, y que le hicieron lo que quisieron, como está escrito de Él.

CUANDO LEAS (1)

Podemos dividir este texto en dos partes con un verso introductorio. Quedaría así:
- Mc 9,1 Introducción
- Mc 9,2-8 Transfiguración
- Mc 9, 9-13 Destino de Elías y destino de Jesús

Mc 9, 1: Con la fórmula introductoria “en verdad os digo” se pasa del adoctrinamiento a los discípulos a la transfiguración. El que habla tiene puesta la mirada en las realidades futuras. Es el tema del retraso de la parusía.
¿Qué relación tiene con la transfiguración? ¿Por qué encabeza este verso el relato de la transfiguración?
La promesa de “en verdad” se cumple en Pedro, Santiago y Juan que ven a Jesús transfigurado. Ellos participan anticipadamente en lo que se promete en el primer verso sobre la visión del Reino de Dios.
Mc 9,2-8: Todo lo que ocurre en este fragmento tiene como centro a Jesús. Él se transfigura, Moisés y Elías hablan con Él, Pedro también se dirige a Jesús, la voz de la nube habla de Jesús como el Hijo amado. El papel de los discípulos en esta parte es ser testigos de lo que allí está ocurriendo.
Pedro, como portavoz de los tres, se presenta como carente de inteligencia. ¿Por qué?. Porque quiere retener la experiencia de Dios, quiere retener la revelación de la gloria celeste. Este deseo comprensible desde el punto de vista humano, se contrapone al seguimiento de Jesús por el camino de la cruz. Pedro se resiste, al igual que en el primer anuncio de la pasión (Mc 8,32-33) al sufrimiento que conlleva el seguimiento.
Mc 9, 9-13: Jesús se dirige a sus discípulos y les pide que guarden silencio hasta que el Hijo del hombre resucite. Es la última vez que el evangelista Marcos pide guardar silencio (secreto mesiánico). ¿Por qué tienen los discípulos que callar?. Porque hasta que Jesús no pase por la muerte en cruz no se puede entender la resurrección o corre el peligro de malinterpretarse. La transfiguración sería un pregustar la resurrección pero no puede desligarse del camino del calvario.
Los discípulos que, al igual que Pedro, siguen sin entender preguntan a Jesús y dudan y discuten. Se muestran incapaces de comprender y comparten las preguntas críticas con los adversarios de Jesús (escribas).
¿Por qué Elías tiene que venir primero?
Según el profeta Malaquías (Mal 3,23) Dios enviará al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Elías sería en Marcos el precursor del Mesías no de Dios (Yavé) pero, ¿cómo interpreta Jesús la venida de Elías cuando dice que Elías ya ha venido? Para Jesús Elías ya habría venido en la figura de Juan Bautista. Marcos tiene interés en poner en paralelo el destino del Bautista con la pasión de Jesús. Así nos lo deja ver en Mc 6,17-29. En la muerte violenta del Bautista se ve que es precursor de Jesús. En el relato del martirio de éste se ve que los hombres hicieron con él lo que quisieron.
El hecho de que el evangelista después de la transfiguración se centre otra vez en la pasión nos hace ver la necesidad de los discípulos de familiarizarse con la cruz.

CUANDO MEDITES

Maestro, más vale quedarnos aquí, y vamos a poner tres tiendas. Pedro quiere retener la experiencia de Dios. ¿Cómo vivimos nosotros esa misma tentación?, ¿qué nos impide comprender que el seguimiento a Jesús conlleva la cruz?.
Este es mi Hijo amado, escuchadlo. Dios nos remite a Jesús, nos invita a escucharle. ¿Cómo es nuestra escucha de Jesús?, ¿A qué nos invita Jesús cuando le escuchamos?.
El Hijo del hombre que sufrirá mucho y será despreciado. En mi camino de seguimiento, ¿cómo encajo las cruces de cada día?, ¿vivo la pasión de Jesús unida a la resurrección o las entiendo por separado?, ¿y en mi vida?.

CUANDO ORES

Nos pueden ayudar a rezar los siguientes textos del Antiguo Testamento y de Lucas:
- Ex 24,15-16: Entonces Moisés subió al monte. Una nube cubrió el monte, y la gloria del Señor reposó sobre el monte Sinaí. La nube lo cubrió por seis días, y al séptimo día llamó Dios  a Moisés de en medio de la nube.
- Salmo 98: Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
- Lc 9,24: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí la salvará”.


(1) Sigo principalmente a J. GNILKA, El evangelio según San Marcos,  Salamanca (Sígueme) 2005. 29-49.

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Autora: Azucena Fernández, Equipo de animación de la lectio divina de la UPComillas.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Si alguno quiere seguirme...

Lectio divina de Marcos 8, 31-38

31 Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que lo matarían y que resucitaría a los tres días.
32 Hablaba de ello abiertamente. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo.33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro diciéndole: “Quítate de mi vista, Satanás!. Porque tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres”.

34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará: 36 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? 37 ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. Y los conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.

CUANDO LEAS

Estos versículos, que forman parte de la enseñanza directa de Jesús, retoman aspectos mencionados anteriormente y se profundiza en ellos. El relato vuelve a utilizar la expresión Hijo del hombre, que ya había aparecido en 2,10.28. Con ella se enfatiza la encarnación y el compromiso de Dios con la Historia, al tiempo que dota al pasaje de una gran dimensión trascendente. En el salmo 8,5 cuando se habla de Dios, se le recuerda como el que cuida, protege y conoce al ser humano es una realidad que también está acompañada por Dios.
El tema central del relato es el del sufrimiento y el fracaso como aspectos inherentes a la predicación y el seguimiento de Jesús. A través de su discurso, Jesús desmonta un mesianismo triunfalista y lo transforma en un proyecto que será rechazado y estigmatizado. Sin embargo ahí es donde está el camino del Reino, el camino de Jesús. Se anuncia la reprobación por parte de las instituciones más relevantes de Israel, por los sabios y entendidos de la ley (ancianos, sumos sacerdotes y escribas), pero también por parte de Pedro (33). Él se une a los que reprueban lo que dice, pero entre él y los anteriores hay diferencia. Habitualmente se lee negativamente, como aquel que no entiende el mensaje de Jesús y se atreve a recriminarlo...¡Qué osadía! Aunque en los versículos anteriores se le haya ensalzado como el que reconoce al Cristo (8,28). Desde las relaciones humanas y la construcción de la comunidad, la escena presenta algo más. Pedro dialoga con Jesús, no es un receptor pasivo, sino que expresa su comprensión del cómo debe ser el camino. La mala comprensión lo conduce hacia un nuevo camino, aquel que lo sitúa junto a los demás, con posibilidades y capacidad de aprender, y con el reto constante de responder en cada momento y situación a la invitación de Jesús. Tras la dura recriminación que el Maestro le hace, Pedro recibe de nuevo la llamada a seguirlo. Él no rechaza al que se equivoca.
Su enseñanza referida al sufrimiento, articulada con el anuncio de la resurrección, es paradójica como lo es también la construcción de la comunidad que plantea, según muestra en la segunda parte del relato (34-38). Ésta no se dirige solo a los discípulos, sino también a “la gente” (34). La invitación no sólo está abierta, sino que resulta novedosa para aquellos que ya estaban en el grupo. También los discípulos, que ya caminaban con Jesús, deben adherirse y comprender de nuevo cuál es el proyecto del Maestro. A ese camino y en las mismas condiciones se unen todos aquellos que acepten los postulados de Jesús “tomar la cruz”. Ojo que esta expresión no implica eliminar lo positivo de la vida ni asumirla como un camino de “mortificaciones”, sino de aceptación de que en el camino de Jesús los éxitos, convivirán con fracasos, con las limitaciones que cada uno tiene. Implica asumir con realismo la condición humana y no construir una sociedad “idealista”, alejada de nuestra propia condición. Éxito y fracaso conviven en el seguimiento, así como la incomprensión por las opciones que uno toma. Como veíamos en la semana anterior, Jesús, retomando la experiencia de Isaías, revela la condición sufriente del Mesías que él encarna y, frente al rechazo e incomprensión de Pedro, reinterpreta el seguimiento desde la aceptación y la implicación personales de este camino sufriente.

CUANDO MEDITES

ü Hablaba de esto abiertamente”. La predicación del Reino, la lucha por la justicia y la confesión en la muerte y resurrección de Jesús se hace “abiertamente”. El silencio y la ocultación parecen contrarios a la construcción de la nueva sociedad.

ü ¡Apártate de mi Satanás!. Esta imprecación, que siempre nos resulta tan fuerte, define a Jesús. Él permanece alejado de todo aquello que es contrario a la vida y a la justicia, aunque su camino lo lleve a la muerte. Él es capaz de percibir lo negativo, lo erróneo y de posicionarse claramente contra ello.

ü “Quien se avergüence de mi y de mis palabras”. En la construcción de la comunidad de Jesús, lo importante no es lo que otros digan, el criterio de actuación no está en responder “como se espera que deba ser hecho”. La implicación en su proyecto lleva consigo el rechazo de los “sabios y entendidos”.

CUANDO ORES

ü “Si alguno quiere venir en pos de mi”. Repítete esta llama y responde. Presenta a Dios tus dones y límites y ofréceselos.
ü “Pedro se lo llevó a parte y se puso a reprenderlo”. Sé tú también Pedro y “riñe a Jesús”. Pregúntale y preséntale aquello que no entiendes. Sólo desde el reconocimiento de la carencia se puede comprender que, tal vez, la comprensión de lo que Jesús te muestra no es la adecuada. Deja que te diga ¡aléjate de mí, Satanás!.... y ¡prepárate para una nueva llamada!.
ü “Quien pierda su vida por mi y por el evangelio, la salvará”. Agradece a Jesús que te muestre este camino de entrega y la paradoja del cristianismo; cuanto más das, cuanto más entregas, más vida recibes.

ü Ora con el salmo 8, 5 ¿Qué es el ser humano para que te acuerdes de él?
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Autora: Carmen Yebra, equipo de Lectio Divina de la UPComillas

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Biblia y Mundo de hoy. Conferencias bíblicas en Comillas

Los jueves, en Comillas, son bíblicos. 

Tres jueves al mes oramos juntos con el método de la lectio divina, guiada por un miembro del equipo animador, del que formo parte. Este curso completaremos la lectura orante del Evangelio de Marcos.

Un jueves al mes está dedicado a un ciclo de conferencias bíblicas impartidas por profesores de la univerdad.

Lugar: Aula Magna de la Universidad Pontifica Comillas; Alberto Aguilera, 25.
Hora: 20:00 horas.

A continuación informo de las fechas, los ponentes y las ponencias. Recomiendo asistencia (sobre todo a quienes vivís cerca...).

Octubre, jueves 18: Enrique Sanz, ¡Qué es el hombre para que te acuerdes de él! (Sal 8,5)

Noviembre, jueves 15: Marta García Fernández, El rostro materno de Dios en los textos bíblicos y orientales

Diciembre, jueves 13: José Ramón Busto Saiz, Creer según el evangelio de Juan

Enero, jueves 17: Francisco Ramírez, La retórica de San Pablo, o cómo escribir cartas que convencen y emocionan

Febrero, jueves 21: Elisa Estévez López, Casa, curación y discipulado en Marcos

Marzo, jueves 21: Secundino Castro, Dios luminoso en la noche oscura de Jeremías

Abril, jueves 18: Pedro Zamora, El antiguo Israel, la utopía hecha carne

martes, 18 de septiembre de 2012

Agradeciendo el don de María

El misal de las Misas de la Virgen María, publicado en el año mariano de 1987, contiene una serie de plegarias eucarísticas que recorren la vida de María dando gracias a Dios por los diversos momentos en que María se hizo presente en la historia de la salvación junto a su Hijo.

He querido recoger y aunar unos fragmentos de esas plegarias para ayudarnos a orar a Dios, dando gracias por María, con las palabras que la Iglesia pone en nuestros labios.
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(María, la elegida de Dios) 
Te damos gracias, Señor, Padre Santo,
Dios, rico en misericordia,
porque has constituido a la dichosa Virgen María
cumbre de Israel y principio de la Iglesia,
para que todos los pueblos conozcan
que la salvación viene de Israel
y que la nueva familia brota del tronco elegido.

Ella, hija de Adán por su condición humana,
reparó con su inocencia la culpa del género humano.
Ella, descendiente de Abrahán por la fe,
concibió en su seno creyendo.
Ella es la vara de Jesé
que ha florecido en Jesucristo, Señor nuestro.



(María en la anunciación)

Te damos gracias, Señor,
porque la Virgen creyó el anuncio del ángel:
que Cristo, por obra del Espíritu Santo,
iba a hacerse hombre por salvar a los hombres,
y lo llevó en sus purísimas entrañas con amor.
Así, Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel,
y colmó de manera insospechada
la esperanza de los otros pueblos.



(María, en la visita a Isabel)

Te damos gracias, Señor,
por las palabras proféticas de Isabel,
quien, movida por el Espíritu Santo,
nos manifestó la grandeza
de la Virgen, Santa María.
Porque ella, por su fe en la salvación prometida,
es saludada como dichosa,
y, por su actitud de servicio,
es reconocida como Madre del Señor.
(María, en el Nacimiento de su Hijo)

Te damos gracias, Señor,
Porque, por un admirable misterio
y por un inefable designio,
la Santa Virgen concibió a tu Hijo Único
y llevó encerrado en sus entrañas al Señor del cielo.
La que no conoció varón es madre
y se alegra porque alumbró al Redentor,
porque para Dios nada hay imposible.



(María, en la Epifanía)

Te damos gracias, Señor,
porque por mediación de la Virgen María,
atraes a la fe del Evangelio
a todas las familias de los pueblos.
Los pastores, primicias de la Iglesia de Israel,
iluminados por su resplandor y advertidos por los ángeles,
reconocen a Cristo Salvador.

Pero también los magos,
primeros retoños de la Iglesia de los paganos,
impulsados por su gracia y guiados por la estrella,
entran en la humilde casa
y, hallando al Niño con su Madre,
lo adoran como Dios, lo proclaman como Rey
y lo confiesan como Redentor.

(María, en la Presentación del Señor)

Te damos gracias, Señor,
por María, la Virgen Hija de Sión,
que, cumpliendo la ley,
te presentó al Hijo en el templo,
gloria de tu pueblo Israel
y luz de las naciones.

Ésta es la Virgen puesta al servicio de la obra de la salvación,
que te ofrece el Cordero sin mancha
para ser inmolado en el ara de la cruz.

Ésta es la Virgen Madre,
gozosa en su descendencia bendita,
que sufre por la profecía del anciano Simeón,
pero se alegra por el pueblo que sale al encuentro del Salvador.
De este modo, Señor, disponiéndolo tú,
el mismo amor asocia al Hijo y a la Madre,
el mismo dolor los une
y una misma voluntad de agradarte los mueve.



(María, en la vida sencilla de Nazaret)

Te damos gracias, Señor,
porque María, en Nazaret, al recibir con fe el anuncio del ángel,
concibió en el tiempo como salvador y hermano para nosotros
a tu Hijo, engendrado desde toda la eternidad.

Allí, viviendo unida a su Hijo,
alentó los comienzos de la Iglesia,
ofreciéndonos un luminoso ejemplo de vida.

Allí, la Madre, hecha discípula del Hijo,
recibió las primicias del Evangelio,
conservándolas en el corazón y meditándolas en su mente.

Allí, María, unida a José, el hombre justo,
por un estrechísimo vínculo de amor,
te celebró con cánticos, te adoró en silencio,
te alabó con la vida y te glorificó con su trabajo.

(María, en las bodas de Caná)

Te damos gracias, Señor,
porque María, atenta con los nuevos esposos, rogó a tu Hijo
y mandó a los sirvientes cumplir sus mandatos:
las tinajas de aguas enrojecieron,
los comensales se alegraron
y aquel banquete nupcial simbolizó
el que Cristo ofrece a diario a su Iglesia.

Este signo maravilloso
anunció la llegada del tiempo mesiánico,
predijo la efusión del Espíritu de santidad,
y señaló de antemano la hora misteriosa
en la que Cristo se adornó a sí mismo
con la púrpura de la pasión
y entregó su vida en la cruz por su esposa, la Iglesia.

(María, discípula del Señor)

Te damos gracias, Señor,
por María, Madre de Cristo, nuestro Señor y Salvador,
quien con razón es proclamada dichosa,
porque mereció engendrar a tu Hijo
en sus entrañas purísimas.
Pero con mayor razón
es proclamada aún más dichosa,
porque, como discípula de la Palabra encarnada,
buscó solícita tu voluntad
y supo cumplirla fielmente.



(María, al pie de la cruz)

Te damos gracias, Señor,
porque, junto a la cruz de Jesús, se establece,
entre la Virgen y los fieles discípulos,
un fuerte vínculo de amor:
María es confiada como madre a los discípulos,
y éstos la reciben como herencia preciosa del Maestro.

Ella será para siempre la Madre de los creyentes,
que encontrarán en ella refugio seguro.
Ella ama al Hijo en los hijos,
y éstos, escuchando los consejos de la Madre,
cumplen las palabras del Maestro.



(María, en la resurrección)

Te damos gracias, Señor,
porque en la resurrección de Jesucristo, tu Hijo,
colmaste de alegría a la santísima Virgen
y premiaste maravillosamente su fe:
ella había concebido al Hijo creyendo,
y creyendo esperó su resurrección.

Fuerte en la fe, contempló de antemano
el día de la luz y de la vida,
en el que, desvanecida la noche de la muerte,
el mundo entero saltaría de gozo
y la Iglesia naciente, al ver de nuevo a su Señor inmortal,
se alegraría entusiasmada.



(María, en el Cenáculo)

Te damos gracias, Señor,
porque nos has dado en la Iglesia primitiva
un ejemplo de oración y de unidad admirables:
la Madre de Jesús, orando con los apóstoles.

La que esperó en oración la venida de Cristo
invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes;
y quien en la encarnación de la Palabra
fue cubierta con la sombra del Espíritu,
de nuevo es colmada de gracia por el Don divino
en el nacimiento de tu nuevo pueblo.

Por eso la santísima Virgen María,
vigilante en la oración y fervorosa en la caridad,
es figura de la Iglesia
que, enriquecida con los dones del Espíritu
aguarda expectante la segunda venida de Cristo.