Canto:
El Señor nos dará su Espíritu Santo.
Ya no temáis, abrid el corazón.
Derramará todo su amor.
(bis)
Oración:
Espíritu Santo,
Luz que penetra los
corazones,
abre nuestros ojos
al asombro de su amor.
Somos ciegos en el camino de
la vida,
incapaces de
comprender
lo que Dios quiere hacer con
nosotros.
Revélanos su paso, en el
camino,
danos fe para salir a su
encuentro
y suplicarle, como Bartimeo:
«Señor, que yo vea».
Canto: El Señor nos dará…
Marcos
10,46-52
46 Al salir Jesús
de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de
Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
47 Al oír que era
Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, Jesús, ten
compasión de mí.
48 Muchos lo increpaban
para que se callara. Pero él gritaba más:
- Hijo de David, ten compasión de
mí.
49 Jesús se detuvo
y dijo:
- Llamadlo.
Llamaron al ciego, diciéndole:
- Ánimo, levántate, que te llama.
50 Él, arrojando
su manto, dio un salto y vino ante a Jesús.
51 Jesús le dijo:
- ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
- Rabbuní, ¡que vea!
52 Jesús le dijo:
- Vete, tu fe te ha salvado.
Y al instante recobró la vista y
lo seguía por el camino.
PROPUESTAS DE LECTURA
1. El relato del ciego Bartimeo es un pasaje clave en el evangelio de
Marcos, ya que sobre él descansa la tensión narrativa de toda una sección en la que Jesús va instruyendo a
sus discípulos, camino de Jerusalén. Desde que Pedro le confiesa como
Mesías, Jesús comienza a enseñarles cómo es su mesianismo y cómo ha de ser el
discípulo que desee seguir a un Mesías que se hace siervo por amor.
Pero los discípulos que, como venimos viendo en domingos anteriores, se
muestran bastante faltos de fe, demuestran, a estas alturas del proceso de
seguimiento, que todavía no comprenden
al Maestro. Leyendo los capítulos 8,31-10,45,
nos damos cuenta de que los discípulos
pretenden privilegios y poder, mientras que Jesús quiere conducirlos por el
camino del servicio y del amor sin límites.
Ese contexto nos hace comprender por qué Marcos sitúa aquí,
estratégicamente, el relato del ciego Bartimeo. En otro contexto, este relato
sería, simplemente, un milagro de
curación. Aquí es, además, un relato
de llamada, seguimiento y discipulado.
2. Bartimeo es, para Marcos,
prototipo de la ceguera de los discípulos, aferrados a sus falsas
seguridades (simbolizadas en el manto) y protagonistas de una vida estática y
falta de vitalidad y dinamismo creyente. El evangelio nos dice que el mendigo
ciego se hallaba sentado al
borde del camino, como sentado al
mostrador de los impuestos encontramos a Leví
(cf. Mc 2,14).
Sentado. Una postura que indica
inactividad, falta de movimiento, de iniciativa, de fundamento para ponerse en
pie y echar a andar. Indica un cierto "apoltronamiento" en "lo
de siempre" y una falta de audacia y valentía para abrazar lo nuevo. De
Bartimeo se dice, además, que estaba "junto
al camino", es decir, parado, no haciendo camino, no construyéndose a
sí mismo ni tampoco inventando una historia compartida con otros.
3. Pues bien, es ahí, en su ceguera y su anclaje en lo antiguo,
donde el Maestro Jesús, movido por su compasión,
lo llama. Es bonito detenerse,
como testigos privilegiados, en esta escena de encuentro: el deseo del
ciego Bartimeo convertido en grito y en súplica, la escucha atenta de Jesús, la
llamada, el salto apresurado y gozoso del ciego, la concesión de su deseo, y el
reconocimiento de una fe que lo llevó a superar su resignación y su miedo.
4. Jesús le pregunta al ciego: “¿Qué
quieres que haga por ti?” Fijémonos en la ironía de Marcos. Jesús le
pregunta al ciego lo mismo que a los hijos de Zebedeo: “¿Qué queréis que haga
por vosotros?” Aquellos, ciegos, querían poder. Sin embargo el ciego, como buen
discípulo, quiere “ver”, quiere luz, quiere sabiduría…
4. Bartimeo acude a las
entrañas compasivas de Jesús, con fe, y obtiene respuesta. Como
otros personajes del evangelio de Marcos, no se resignó a su situación de falta
de vida y, con fe, acudió al Señor de la Vida para ser sanado. Recordemos al
paralítico llevado entre cuatro (Mc 2,5), a la mujer con flujo de sangre (Mc
5,34), a Jairo suplicando por su niña “dormida” (5,36), a la mujer sirofenicia,
insistiendo en la petición de unas migajas de la mesa de los hijos (Mc 7,29;
cf. Mt 15,28), al padre de poca fe que suplica por su hijo epiléptico (Mc
9,24)…
5. Marcos termina así su
relato: «Y, al instante, recobró la vista y lo seguía por el camino».
Bartimeo deja atrás su antigua vida de ciego, representada por su manto, como Pedro, Andrés, Santiago
y Juan dejaron sus redes, sus barcas y a sus familias (Mc 1,16-20), como Leví
dejó su trabajo de recaudador (Mc 2,13-17), como la samaritana dejó su cántaro
(Jn 4,28), como Zaqueo dejó atrás la mitad de sus bienes (Lc 19,1-8)... Y todos
encontraron una alegría que nadie ya
pudo quitarles, porque Jesús fue su manto protector, su padre y su madre, su
torrente de agua viva...
6. Bartimeo es el verdadero
modelo de discípulo en Marcos. Para Marcos, discípulo es aquel que sigue a Jesús
por el camino del servicio y de la entrega.
PROPUESTAS DE MEDITACIÓN
“El cielo Bartimeo…”
- ¿Tú
también estás ciego/ciega? ¿Qué no aciertas a ver respecto de Dios, de la vida,
de ti mismo? ¿Cómo es la luz de tu fe?
“... estaba
sentado al borde del camino…”
- ¿Tu
vida se parece en algo a la de Bartimeo? ¿Qué te postra, qué te roba la energía
para ponerte en pie, qué inercias te hacen permanecer pasivo, inactivo, sin dar
un paso hacia una vida más plena…?
- ¿Vives
la vida que quieres como artífice responsable de tus decisiones y acciones o
estás al borde del camino, soportando pasivamente lo que te llega…?
“Al oír que era Jesús, empezó a
gritar…¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
- ¿Pides,
con insistencia y con fe, a Jesús, que te ayude a salir de las situaciones
oscuras o incluso “imposibles” o no confías en la compasión de Jesús y en el
poder de la oración?
La
Palabra de Dios te anima a confiar en el Señor y a exponer ante él todas tus
sombras y las de la humanidad: Salmo 62,9: “Pueblo suyo
confiad en Él, desahogad ante Él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio”; 1 Pedro 5,7: “Descargad
en él todo vuestro agobio, que él cuida de vosotros”;
Flp 4,6: “Nada os preocupe; sino que, en
toda ocasión, en la oración y la súplica con acción de gracias, vuestras peticiones
sean presentadas a Dios”.
De
nuevo, pregúntate, ¿cómo es tu fe?
“Jesús
se detuvo… ¡Llamadle! ¿Qué quieres que haga por ti?
- Mira
cómo Jesús te mira. Mira cómo se interesa por ti… Cuéntale qué necesitas que
haga por ti…
“Vete, ¡tu fe te ha salvado!...
Y lo seguía por el camino”
- El
ciego ya no tiene más vida que seguir a su Luz, su Maestro, el que cambió su
luto en danzas… ¿Cómo sigues tú a Jesús? ¿Cómo es tu relación con él? ¿Qué
haces para conocerlo y amarlo más? ¿Cómo te abres a su presencia, a su amor, a
sus voluntad?
PROPUESTAS DE ORACIÓN
a) La oración de Jesús: la petición del ciego Bartimeo y de otros
personajes del evangelio (cf. Mt 20,30.31; Lc 17,13; Lc 18,13) se convirtió en
una oración muy querida para la Iglesia de oriente y, en particular, para la
Iglesia ortodoxa rusa. Dicha práctica oracional recibe el nombre de la
oración de Jesús u oración
del corazón, popularizada por El peregrino ruso.
La primera propuesta de oración es ésta: siéntate en un lugar
tranquilo y cómodo y ora, con atención, al ritmo de tu respiración, esta
oración:
Señor
Jesucristo, Hijo de David,
ten
misericordia de mí.
b) La primera lectura de este domingo, tomada del profeta Jeremías (31,7-9), invita a los
israelitas a gritar de alegría por la salvación que el Señor va a regalar al
resto de su pueblo, entre el cual se pueden contar ciegos y cojos, mujeres
encinta y recién paridas. A éstos los traerá el Señor de su destierro, adonde
fueron entre lágrimas, y los guiará en medio de consuelos hacia torrentes de
agua donde quedará saciada su sed. Imágenes hermosas para hablar de un cambio de suerte como la que le
acaeció al ciego Bartimeo y puede
ocurrirnos a nosotros/as de forma inesperada.
El salmo
125 expresa a Dios el agradecimiento y la alegría por una
experiencia de salvación en la que, al llanto, ha sucedido la risa y, a la
amargura, el canto.
Hacemos memoria de alguna experiencia de salvación que
hayamos vivido en la última etapa de nuestra vida y oramos a Dios con estas
palabras:
El Señor ha estado grande con nosotros y estamos
alegres
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
La boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros
y estamos alegres
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
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Canto: Dame tus ojos (Marcela Gandara)
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Canto: Dame tus ojos (Marcela Gandara)
Dame tus ojos, quiero ver,
dame tus palabras, quiero hablar,
dame tu parecer.
Dame tus pies, yo quiero ir,
dame tus deseos para sentir.
Dame tu parecer.
DAME
LO QUE NECESITO PARA SER COMO TÚ.
Dame
tu voz, dame tu aliento,
toma
mi tiempo, es para ti.
Dame
el camino que debo seguir.
Dame
tus sueños, tus anhelos,
tus
pensamientos, tu sentir.
Dame
tu vida para vivir.
Déjame ver lo que tú ves,
dame de tu gracia, tu poder.
Dame tu corazón, Señor.
Déjame ver en tu interior
Para ser cambiado por tu amor.
Dame tu corazón.
Dame
lo que necesito para ser como tú…
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Puedes descargarte la lectio divina de Marcos en documento word en este enlace de nuestra web www.discipulasdm.es:
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2 comentarios:
Gracias Conchi, por tu compartir. Es preciosa la oración. Es un don a la Iglesia que os ha hecho el Señor a cuantos os dedicáis a la Palabra.De nuevo gracias. MARIA JOSE BETI.
Gracias a ti por detenerte a comentar, María José. Anima saber que estas oraciones ayudan a rezar a otros :)
PS: Y siento que los comentarios no se publiquen inmediatamente. He tenido que introducir "moderación de comentarios" porque llegaban a colgarme propagandas poco recomendables.
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