Oración para disponer el corazón
Tu Palabra está viva, Señor.
Ella ilumina a todo hombre en este mundo.
Ella nace incansablemente de Tu corazón.
En este mismo momento, Tú me estás hablando,
porque me amas.
Y yo escucho la proximidad de tu voz,
que no aspira más que a expresarse.
Tu alegría consiste en entregarte
a quien desea oírte.
Tu revelación no tiene límites,
al igual que tu Amor.
Tú no te cansas jamás de dirigirte a mí.
Tú aspiras indefinidamente a tocar mi corazón.
Jamás te dejas desanimar por mis rechazos
ni te cansas de rehacer conmigo
los lazos que yo deshago.
Desde siempre, Tú te vienes ofreciendo
a todo ser humano.
Y Tu deseo se volvió tan apremiante
y tu Palabra tan entregada
que se hizo carne.
Tú deseas tan ardientemente ser recibido
por los hombres
que viniste a habitar entre nosotros.
Esa Palabra que Tú no habías podido comunicar
sin que ellos la deformaran,
la pronunciaste al fin de una vez
haciéndote hombre entre los hombres,
poniéndote al servicio de todos,
y entregándote en nuestras manos.
Ahora, Señor, podemos verte para siempre
en nosotros, en todos y en todo.
y es que lo que Tú das
lo das definitivamente.
(Louis Evely, Tú me haces ser, Sal Terrae 1990, 63-64)
Marcos 10,35-45
35 Se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir."
36 Les preguntó:- "¿Qué queréis que haga por vosotros?"
37 Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda."
38 Jesús replico: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?"
39 Contestaron: "Lo somos".
Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, 40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado." 41 Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
42 Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son tenidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. 43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; 44 y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. 45 Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.”
PROPUESTAS DE LECTURA
1. Como contexto bíblico para del evangelio de hoy, la liturgia nos ofrece dos preciosos textos de Isaías y de Hebreos:
“Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos”.
(Is 53,11b)
“Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado”.
(Heb 4,14-15)
2. La primera lectura de hoy está tomada del cuarto canto del Siervo de Yahveh de Isaías (Is 52,13-53,12). Se trata de un profeta anónimo del tiempo del exilio que se conoce como el Deuteroisaías. El canto se puede dividir en tres partes: una introducción (52,13-15), el cuerpo central (53,1-10) y un epílogo (53,11-12). El texto seleccionado por la liturgia es el último versículo de la segunda sección y el primero del epílogo.
El centro de la escena lo ocupa un personaje misterioso llamado “el siervo del Señor”, título honorífico que se aplicaba a los patriarcas (Dt 9,27), a Moisés (Jos 1,1-2), a Josué (Jos 24,29), a David (2 Sam 7,5-8) y, en el N.T., a María. Jesús se reconoce a sí mismo como el Hijo del Hombre que viene a juzgar al final de los tiempos y como el Siervo que pasa por la vida haciendo el bien, sirviendo, y entregando su vida para la vida de todos.
3. De la segunda lectura de la carta a los Hebreos hemos seleccionado los versículos que enlazan mejor con el tema del evangelio de hoy. Esos versículos constan de una afirmación y de una negación:
“TENEMOS”… un sumo sacerdote, resucitado y ascendido junto al Padre, Hijo de Dios…
“NO TENEMOS”… un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, porque se hizo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Sufrió cansancio, sed, hambre, dolor, sufrimiento moral, tristeza extrema… exactamente como nosotros. Su compasión fue inmensa y llena de realismo porque participó de todo lo luminoso y de todo lo oscuro que puede vivir un ser humano, salvo el pecado.
4. Entramos en el Evangelio: En la última etapa del camino hacia Jerusalén, Jesús anuncia por tercera vez a sus discípulos la pasión y muerte que le espera. Ellos, una vez más, no comprenden sus palabras. Jesús, de nuevo, con paciencia, les enseña en qué consiste ser seguidor suyo: en servir y compartir su destino de entrega.
5. El evangelio de hoy tiene dos partes:
vv. 35-41: Los hermanos Santiago y Juan quieren privilegios, ser los preferidos, “sentarse en un trono” junto a Jesús… Son ambiciosos y quieren poder. Los otros diez se indignan. Su reacción se describe con un término griego que designa la rabia que se expresa de palabra y de obra. ¿Quizá porque todos quieren lo mismo? Jesús les responde a los hermanos que “no saben” lo que piden. Capítulos atrás, muchas veces les ha dicho que todavía “no entienden” nada, que “no comprenden” (7,18; 8,17-18). Son necios y no participan todavía de la sabiduría de su Maestro.
Jesús ha tenido que corregir su mentalidad mundana, llena de ambición, en dos ocasiones ya, durante el camino hacia Jerusalén. “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?”, les pregunta ahora a los hermanos. En el A.T., la copa que Dios alarga a un individuo, al pueblo o a los pueblos y que éste o éstos tienen que beber es una imagen que significa el destino, tanto bueno como malo. Más tarde, pasó a significar también los padecimientos y muerte de un mártir. Con la imagen de la copa Jesús se refiere a su pasión y muerte. El bautismo también hay que entenderlo así: como una metáfora que compara la persecución, los padecimientos o el infortunio con una especie de tsunami que se traga a la persona: “Las olas de la muerte me envolvían, me espantaban las trombas de la corrupción” (2Sam 22,5; cf. Sal 42,8; 69,2s; Is 43,2).
La expresión de Jesús no se refiere aquí a los sacramentos de la Eucaristía y del Bautismo. Se refiere a que los discípulos aceptan la copa y bautismo cuando están dispuestos a soportar la tribulación y muerte en el seguimiento. Sabemos que Santiago sufrió el martirio por Hechos 12,2. En cuanto a Juan, es casi imposible saber su destino último.
La palabra final de Jesús es que los discípulos no tienen que actuar movidos por el afán de recompensa, sino desde el deseo de seguir el camino de Jesús. La recompensa está en las manos del Padre.
vv.42-45: Jesús compara a los discípulos con los que son considerados jefes y grandes del mundo. Fijémonos en la ironía: “los que parecen dominar las naciones”, dice el texto griego. Pero el sabio conoce que Dios es el auténtico soberano de todos. Éstos tiranizan y oprimen. Los discípulos han de ser servidores (diakonos, no entendido como ministerio sino como servicio de dirección, proclamación y cuidado de los pobres, así como servidores de las mesas en las reuniones de la comunidad), y esclavos (doulos).
El v. 45 describe la vida de Jesús. El versículo se entiende desde Is 53,10-12. Habla de Jesús siervo y de la muerte expiatoria por muchos. El término griego lytron significa, en el mundo griego y en los LXX, el precio del rescate por la vida marcada por la culpa. Significa la fianza que se paga por un esclavo, por un prisionero de guerra. Jesús paga con su vida en lugar y en favor de los que han caído en la perdición y se convierte en redentor, en goel. El “por muchos” puede interpretarse en sentido universal, “por todos”, como indica 1 Tim 2,6: “[Cristo Jesús] se entregó a sí mismo en rescate por todos”.
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Cf. Nuria Calduch Benages, Notas exegéticas en Misa dominical, Año XLIV, N.13; Joachim Gnilka, El evangelio según San Marcos, Vol II, 1997, 113-121
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PROPUESTAS DE MEDITACIÓN
“¿Qué queréis que haga por vosotros?”
- Es la pregunta que Jesús nos dirige a nosotros como comunidad y como personas. ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Qué es lo que más deseas y necesitas auténticamente? ¿Una mejor posición económica? ¿Subir un puesto en tu trabajo? ¿Una subida de sueldo? ¿Más salud? ¿Una vida larga?... ¿O, más bien, SER, sabiduría y generosidad para servir, fuerza y vida para ayudar a otros…?
“¿Sois capaces de beber mi cáliz?
- Sabes si eres capaz en las pequeñas pruebas de cada día, mirando tu talante esperanzado y sereno o agitado ante los reveses de la vida… Quien no puede con lo poco, no podrá con lo mucho… Si cualquier cosa nos desestabiliza, nos hunde o nos deprime, aún no podemos beber el cáliz del Señor.
“Sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo”
- Examina profundamente la gratuidad de tu fe... “Aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues, aunque lo que espero, no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera”.
“El que quiera ser grande sea vuestro servidor y vuestro esclavo…”
- El sentido de nuestra vida es “en todo amar y servir”. ¿Cómo y en qué puedo yo servir más y mejor desde que me levanto hasta que me acuesto? ¿Cómo puedo servir en mi familia, en mi comunidad, en mi parroquia, en mi Iglesia…?
“El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos…”
- Contempla a Jesús servidor de todos, compasivo, entregado… y que esa contemplación acreciente tu gratitud, tu amor y tu deseo de asemejarte a Él.
PROPUESTAS DE ORACIÓN
a) Dale gracias a Jesús por darnos la infinita libertad de los que nada poseen, por llamarnos a ser servidores y no señores, por mostrarnos, con su vida, el camino del amor hecho servicio…
b) Dile a Jesús, con fe, con confianza, con humildad y sinceridad, lo que quieres que haga por ti… Pídeselo de todo corazón… Y pídele que te enseñe a pedir bien, conforme a su voluntad…
c) Oración: Ser gente humilde
Hoy te pedimos, Señor, lo más precioso:
que nos veamos en nuestras verdaderas dimensiones
para que no nos creamos importantes
y hagamos sitio en nuestro corazón
para nuestros hermanos y para ti.
Te pedimos, Señor, lo más decisivo:
que no nos pongamos a nosotros mismos
en el centro de nuestro corazón,
y que sintamos deseos de ti.
Te pedimos que no andemos llenos
de nosotros mismos ni de nuestros sueños;
te pedimos que tampoco nuestro grupo
ni nuestros proyectos y expectativas
se conviertan para nosotros en un absoluto
que nos impida reconocer los rostros ajenos
ni escuchar sus llamadas.
Te pedimos, Señor, que de tal manera
echemos nuestra suerte con los pobres de la tierra
que nos vayamos haciendo gente humilde.
Te alabamos, Señor, con Jesús,
el hombre sencillo y de corazón humilde,
porque escondiste tus secretos a los sabios y entendidos
y los revelaste a la gente sencilla.
Sí, Padre. ¡Bendito seas, por haberte parecido bien así!
Pero nosotros, Señor, en seguida queremos
hacernos grandes y hasta copiamos los gestos
de los grandes de este mundo…
Nos creemos importantes y buscamos el poder,
y hasta nos convencemos de que lo único que nos mueve
es “nuestra vocación de servicio a los demás”…
Señor, no permitas que caigamos en ese error,
en esa ceguera.
Danos la alegría de ser compañeros de todos,
la alegría de vivir una vida compartida,
de recibir agradecidos para poder dar de balde.
Danos oídos para ver la riqueza escondida en la gente
y pobreza para dar sin duelo.
De este modo, libres de ambiciones,
podremos abrazar verdaderamente al mundo
y entregarnos sencillamente a la tarea de la liberación.
(Pedro Trigo, Salmos de vida y fidelidad, Paulinas 1989)
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