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domingo, 16 de septiembre de 2012

"Buenafuente tiene que arder de santidad"

105 Aniversario de Madre Teresita
Monasterio Cisterciense de Buenafuente del Sistal

Con motivo del 105 aniversario de Madre Teresita, y de mis 43 de ordenación sacerdotal, nos hemos regalado una conversación en el locutorio, para hablar de las cosas de Dios.

Aunque M. Teresita tiene siempre temor a hablar, sin embargo, aceptó que le hiciera algunas preguntas esenciales, con la advertencia: “A ver lo que escribe, porque cuando me han hecho entrevistas, luego veo que inventan”.

Es un privilegio poder mantener una conversación fluida con quien guarda en su memoria hechos de más de 150 años, por haber convivido con monjas, que nacieron en 1850, y por llevar más de 85 años en el Monasterio de Buenafuente.

- Madre Teresita, ¿cómo está de salud?
- Bien, con achaquillos, para mi edad muy bien, sobre todo porque la cabeza funciona.

-¿Qué siente a los 105 años?
- No hago más que decir: “gracias, perdón”.

- Sé que se lleva muy bien con los ángeles
- Hablo mucho con el ángel de la guarda y le doy el encargo de que rece por mí.

- Sé que lee mucho. Ahora ¿cuál es su lectura?
- Tengo que leer algo ameno. Estoy leyendo las gracias que hace la Virgen en Medjugorje. También leo Ecclesia, las homilías del Santo Padre me gustan mucho.

- Conozco su devoción a la Virgen y a San José
- La Virgen es la Madre de Dios. Vivo en su corazón. Le rezo: “Quiero mirar con tus ojos, hablar con tu boca, oír con tu oído, amar con tu corazón”. Por las mañanas le digo a la Virgen que visite a todos en su casa. La Virgen y San José son los dueños de casa y del pueblo. Les digo: “Es vuestra la casa, así que arreglaos como podáis. San José tiene mucha influencia en el cielo. Ante los problemas, no quiero preocuparme de nada, se los transmito a la Virgen y que ella se entienda. Les digo: “Buenafuente es vuestra casa y vuestro pueblo, así que vosotros veréis. Que si yo me preocupo de lo que pasa, no rezo”.

- ¿Y Jesús?
- Jesús es Dios. Yo no me entretengo en estudios. Jesús es Jesús.

- Lleva 85 años en el Monasterio, ¿qué es para vd la comunidad?
- Es mi casa, y las hermanas, las personas a las que tengo que amar.

-¿Qué les dice a los sacerdotes?
- Son ministros del Señor. Sólo Dios sabe lo que he rezado por vd. En el cielo dicen que nos vamos a encontrar con muchas sorpresas.

- ¿Desea decir una palabra a los “Amigos”?
- Son amigos. Hay que quererlos. Pido por ellos.

- Y ¿a los jóvenes, les quiere decir algo?
- Que recen, que sean devotos de la Virgen, y Ella les dirá lo que tienen que hacer.

- ¿He visto algunas veces y, en otras, me lo han contado, que da un beso en la frente a algunas personas?
- Es el beso de la Virgen. Siempre lo digo. Así pago a mucha gente. Le digo a Ella que los bendiga y que les de un beso de mi parte.

- ¿Qué recuerda de la visita del Papa?
- Yo no tenía ganas de ir. Pero me dijo la Madre Abadesa que fuera, y me dije, aunque me muera en el camino, voy. Fue una gracia muy grande. Saqué una conclusión, si somos santos, podemos con todo. Buenafuente tiene que arder de santidad.

- ¿En qué se ocupa?
- Me paso todo el día rezando por todo el mundo.

- ¿Le preocupa algo?
- Tengo mucho dolor por la marcha de las Hermanas de Santa Ana, pero ya le he dicho a Madre Rafols y a la Virgen que se ocupen ellas.

- ¿Tiene algún deseo especial?
- No tengo apetencia por ninguna cosa. Hacer realidad lo que le he dicho.

Nos hemos despedido sonriéndonos, y deseándonos caminar en la voluntad de Dios. Ella, al marchar, me repetía: “Ya sabe, Buenafuente tiene que arder, y vd… Y completé la frase, “Y yo el bombero”, por no decir el pirómano, que no está el bosque para descuidos. Hasta en Buenafuente se nota la sequía.
Sin duda que es un gran regalo saberse acompañado por la oración de quien habla con tanta familiaridad de su relación con los santos, especialmente con la Virgen.

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Ángel Moreno de Buenafuente

lunes, 11 de junio de 2012

Una obediencia liberadora

En la búsqueda de una vida consagrada más auténtica, que transparente realmente algo de Jesús, una llega fácilmente a las conclusiones que pueden leerse a continuación. No son nada extraordinario ni original. Son consideraciones evidentes, "normales", de sentido común, y de "sentido espiritual". Pero en la vida práctica, en muchas ocasiones, no parecen serlo. Cualquier ciego lo ve. Pero la vida consagrada no es capaz de verse a sí misma y de plantearse seriamente una conversión hacia el estilo de Jesús, al que decimos seguir.

"La cuestión básica es, naturalmente, es si la obediencia religiosa tiene por objeto controlar o liberar a la persona...  El religioso hace voto de obediencia, no de infancia perpetua ni de dependencia ni de irreflexión.
Si lo que pretende la obedicencia es el control, el sistema raya la inconsecuencia. La verdad es que resulta muy sencillo controlar a los niños. Lo único que una persona necesita para asegurar el control sobre otra es una autoridad capaz de respaldar sus amenazas con la fuerza correspondiente. Hacer equivalente el voto de obediencia a la promesa de vivir una vida controlada, haciendo cosas banales, imposibles o incluso personalmente destructivas, ridiculiza su significado. La obediencia no puede reducirse a un ejercicio consistente en saltar obstáculos cada vez más altos.
(...) 

Hna. Joan Chittister, OSB
La función de la obediencia no consiste en menoscabar o manipular la voluntad humana. La obediencia, por el contrario, libera al alma humana para cosas más grandes que las banales exigencias cotidianas o el capricho espiritual de unos guías arbitrarios. La obediencia libera, no reduce ni, mucho menos, esclaviza a la persona. El objeto del voto no es lograr marionetas humanas. Eso es algo que, sencillamente, no constituye el propósito espiritual que induce a los adultos a entregar su vida para cumplir la voluntad de Dios en la vida religiosa en un periodo en el que esa obediencia de marioneta pone en peligro a la población del planeta.

(...) La obediencia genuina exige considerable madurez, así como la suficiente independencia, autonomía y humildad como para arriesgarse a la inquietud personal que puede conllevar la defensa ante la autoridad de una postura impopular o contraria.

(...) La obediencia escucha a todos y todo a través del filtro de la Escritura, la voz de Dios y la llamada de Jesús a un mundo necesitado de Eucaristía y en búsqueda de las bienaventuranzas. 

En definitiva, pues, la obediencia verdadera hace que el alma se remonte sobre las trivialidades organizativas y las intituciones humanas y vaya hacia un estado de mayor humanidad que no sabe de falsas limitaciones, no tolera reglas que hagan imposible el reino de Dios, no respeta leyes que interfieran en el Espíritu y no se inclina ante nadie que no se incline previamente ante la Voluntad de Dios respecto de la humanidad y ante los propios gobernados. Es una empresa de iguales en busca de la Voluntad de Dios, no un ejercicio de niños que pretendan tener satisfechas y contentas a todas las figuras paternas de la vida.

Cuando el voto de obediencia funciona bien, la conformidad y el cumplimiento, las recompensas y los sistemas, no ocupan el lugar de Dios. Cuando la autoridad funciona bien, el liderazgo significa más que coerción, las preguntas son más importantes que las respuestas y proporcionar ideas es más importante que recibir órdenes. (...) Sólo quienes carecen de liderazgo recurren a la autoridad. Sólo quienes insisten en su propia autoridad destruyen toda posibilidad de obediencia y toda esperanza de liderazgo."


Joan Chittister, OSB, El fuego en estas cenizas. Espiritualidad para la vida religiosa hoy, Sal Terrae 1998, 175-177

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Contemplativas en el mundo

-"¿Cómo podéis ser contemplativas "en el mundo"? Tiene que ser muy difícil ponerse a rezar tanto tiempo sin que te asalten las preocupaciones del día, las imágenes, los recuerdos, la memoria de conversaciones, de sucesos..."

Nos lo decía hace unos días precisamente un monje cuya vida está totalmente dedicada a la contemplación mediante una peculiar organización del día en torno a las horas de oración.
Para este hombre joven, como para el resto de los monjes de su orden, el día termina a las 7:30 de la tarde. Se levanta a las 11.30 de la noche y ora hasta las 3, momento en que vuelve a acostarse para después levantarse a las 6 y continuar la oración hasta las 8. El resto del día, hasta el tiempo de descansar, estudia, ora y trabaja. Todos sus días transcurren entre los muros de piedra de su "celda", sumido en un gran silencio, movido por un único deseo: el deseo de Dios.
"¿Cómo podéis ser contemplativas en el mundo?" No es una tarea fácil. Yo, de hecho, no lo soy, aunque pertenezco a una Congregación que, siendo activa, propone en su Regla de vida cuatro horas diarias de oración.
-"¡Será que no rezas lo que debes! Las religiosas de hoy en día sois tan... `callejeras'"
Es cierto, confieso que no siempre rezo lo que debo y, seguramente, tampoco rezo bien el tiempo que rezo. Aprender a orar es tan difícil como aprender a amar o a vivir. Por muchos libros que se lean sobre "teoría y práctica de la oración", la experiencia es otra cosa y creo que nunca podré tener la certeza de estar orando realmente, y mucho menos de "hacerlo bien".
Lo cierto es que sólo puedo poner de mi parte el hecho de acudir a la oración y estar, en silencio, ante Dios que, como sabemos, está en todas partes (aunque ya decía Madeleine Delbrêl: "Señor, si tú estás en todas partes, ¿cómo es que yo estoy a veces en otro lugar?").
Sólo podemos buscar un pequeño rincón y dedicar algo de nuestro tiempo a darnos cuenta de su Presencia, a agradecer, a escuchar, a suplicar, a amar... Y creer que Dios se hace presente en ese momento y en ese lugar con la voluntad de entrar en contacto con nosotros y decirnos su amor.
Aunque yo no lo soy, y muchos "profesionales de la religión" no lo sean, sé que se puede ser contemplativo en medio del mundo. Y lo creo porque Jesús no se retiró a ningún claustro a vivir; vivía entre la gente que lo apremiaba hasta el punto de no tener tiempo ni para comer, lo que no impidió que fuera el mayor y el mejor contemplativo de la historia.

domingo, 19 de septiembre de 2010

De rutinas e itinerancias

No puedo escribir sobre mi rutina diaria porque ningún día es igual a otro desde que vivo en Toledo. Aquí, a menudo hay imprevistos, contratiempos, novedades, alteraciones de los planes previstos y mucha diversidad en las actividades de cada uno de los días de la semana, lo que puede llegar a resultar realmente disperso y estresante. Sólo Dios sabe cuánto añoro una vida regular.En casi todas nuestras casas, el ritmo de vida viene marcado por los momentos de oración y trabajo, perfectamente establecidos y siempre iguales: levantarse a las seis y media de la mañana, laudes, Eucaristía, meditación, desayuno, trabajo o adoración de hora y media, más trabajo, comida, continuación del trabajo, vísperas, cena y descanso. En total, cuatro horas de oración, siete de trabajo y, el resto, tiempo para las comidas y el descanso.
En mi comunidad es imposible establecer un horario y una programación fija e inalterable. Hay un marco general de oración que no puede faltar (las cuatro horas que digo), pero el resto es muy variable. Una hermana da clase de liturgia (y, este año, de vida consagrada), además de conferencias y cursos diversos. Otra da clase de biblia. Otra trabaja en el taller de confección de casa. Otra está enferma y necesita el cuidado de todas, aunque también contribuye a las tareas domésticas ocupándose del planchado (que no es poco). Y, por fin, está la más joven, la postulante Lidia, que vive como una más entre nosotras. Un “tesorillo” que sirve para todo: espléndida cocinera, decoradora, cuidadora, estudiante…
Por turno semanal realizamos las tareas domésticas, organizándonos como podemos, porque tres de nosotras vivimos entre Toledo y Madrid, y esa itinerancia continua es molesta y desestabilizadora.
Un religioso conocido me decía este verano, con cierta sorpresa:
-“¿Llevas siete años en Toledo? ¿Y dónde está la itinerancia de la vida consagrada?”No le respondí, pero pensé: ¿Quizá en los cuarenta mil km que hice el curso pasado? ¿Quizá en estar dispuesta a estar donde hay que estar, más allá de toda preferencia? ¿Quizá en el viaje interior que hay que realizar para pasar de la tentación del cambio y la huida de situaciones difíciles a la opción por la perseverancia y la resistencia?
Esa “itinerancia” (el cambio de comunidad para, entre otras cosas, renovarse) es un lujo que pocos se pueden permitir. Para el resto, la resistencia amorosa es su “itinerancia” o su "peregrinación" que va del deseo de cambio a la oblación y el desprendimiento de todo tipo de deseo.
Pero, hablando de itinerancias, no puedo dejar de pensar en Lidia y en el cambio de vida que le espera muy pronto. El día 29 tenemos previsto que viaje a Roma para comenzar el pre-noviciado con tres jóvenes italianas y una polaca. ¿Dónde tendríamos la cabeza, a la búsqueda de un billete “económico”, para no caer en la cuenta de la huelga general del 29? Sea como sea, el caso es que saldrá ese día cuando los servicios mínimos nos lo permitan. En estas semanas previas, muchos “adioses”, muchas lágrimas… y mucha gratitud a Dios por el bien que Lidia nos ha traído y por la gracia que le espera en Roma.

martes, 8 de septiembre de 2009

Carta a corazón abierto (I)

¡Buenas tardes, Señor!

Hoy, fiesta de la Natividad de María, hace veintidós años que me enrolé en este barco, que me lancé a la aventura de navegar, mar adentro, por el océano desconocido de esta vida nueva que es la vida religiosa, vida de discipulado, de escucha y de anuncio de un mensaje que no es mío, sino tuyo: el Evangelio del amor.

Todo está tan cerca, en mi memoria, que parece que fue ayer. El 6 de septiembre de 1987, Conce vino a recogerme a casa, a mi pueblo, en su Renault 5 blanco. Yo me había puesto una falda azul y una blusa blanca. Quería tener aspecto de "religiosa". Deseché mi chaqueta vaquera y mi pantalón vaquero, y me puse en camino hacia la casa de formación, en Madrid. Llevaba dos años conociéndolas y ya había llegado el momento.

Allí me esperaban Paula, la maestra, y Dori, la joven que sería mi compañera de camino durante un año, antes de pasar a otra Congregación y de salir definitivamente, después, para abrazar la vida matrimonial. También me esperaban las otras hermanas.

Entre oración, trabajo, mucho estudio y crisis de crecimiento (a veces, durísimas), pasaron mis primeros diez años. Siempre enamorada de Ti. Siempre con la certeza de que yo no podía ni quería ser otra cosa que lo que estaba llamada a ser. Siempre perseverante, obstinada, "cabezota".

Tú sabes que, en la primera etapa de mi vida religiosa, aboné mi campo con muchas lágrimas, y que mi oración recurrente era: "Danos vida por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas".
En esos años murió mi hermano Javi, la felicidad de mi familia se desmoronó, y en mi vocación me acompañaba una ceguera persistente que no me dejaba ver caminos transitables, ni futuro. Pero continué, semiciega, agarrada a tu mano y a otras manos que fueron, y son, amigas, hermanas y compañeras de camino. Tu mano y tu Palabra, y la fe, y el amor primero, que nunca se ha desvanecido porque no era una imaginación, sino más real que yo misma.

Pasaron los años de estudio y se abrió una nueva etapa: la de anunciar la Palabra, en una dedicación plena a la pastoral bíblica. Mi Congregación, mis hermanas, lo han hecho posible y hoy me siento agradecida por todo cuanto he vivido. Por todo. Y por los rostros y nombres que me has dado conocer, amar y llevar en el corazón.
Cada persona y cada grupo que te busca sinceramente son, para mí, un estímulo en mi propia búsqueda de Ti, y un empuje para ser, cada vez con más verdad, lo que Tú quieres que sea.

En mí han cambiado muchas cosas, en este devenir del tiempo. Entre ellas, mi modo de entender la vida religiosa, los votos, la misión, la comunidad... Toda la vida religiosa está cambiando en tu Iglesia. Era imprescindible ese cambio hacia una re-evangelización de este estilo de vida, hacia una simplificación de los modos y las estructuras, y hacia una humanización de sus miembros. Amo esta vida religiosa en cambio y en continua búsqueda de su Señor y del Evangelio tanto como me resulta "invivible" la vida religiosa "militarizada" de antaño.

En lo que toca a mí, me sé lejos de tu voluntad... Me pesan mis errores y espero tu misericordia y tu perdón tanto como el de aquellos a quienes he defraudado, herido o escandalizado. Pero aquí estoy, dispuesta a otros veintidos años, y a otros veintidós..., todos distintos y mejores que los pasados. Aquí estoy dispuesta a dar, cada día, un pequeño paso hacia Ti, hasta que esté tan cerca, tan pegada, tan unida a Ti, que pueda trasparentar algo de la Misericordia infinita de tu Rostro.

miércoles, 1 de julio de 2009

La colmena y la rueda

-“Observa la colmena –dijo, un día, una madre abadesa.-Para mí es el modelo perfecto de comunidad. Hay muchas abejas obreras, que hacen diligente y ordenadamente su labor, y hay una abeja reina…”

Si yo hubiera participado en esa interesante lección práctica de vida comunitaria, le hubiera preguntado: -“Madre, ¿y quiénes son los zánganos?”, lo que, en el contexto de ese monasterio y del movimiento en torno a él, hubiera tenido una fácil respuesta…
El caso es que a mí, a pesar de la rica miel que elaboran las abejas, de su inteligente y perfecta organización, y de su intachable laboriosidad, lo de la colmena me resulta, cuanto menos, sospechoso…, por no decir que me da muy mala espina.

Más bien, la imagen que me viene a la imaginación, cuando pienso en la comunidad de Jesús, es una imagen circular: todos en círculo, unidos por lazos muy profundos de comunión entre ellos, y referidos todos al Único que está en el Centro, al Único Maestro y Señor. Se trata de una rueda, no de una colmena a modo de casillero-servilletero de convento, y mucho menos se trata de una pirámide…
Las palabras comunión, corresponsabilidad, sinergia, sinodalidad… tienen que ver con esa circularidad de quienes seguían a Jesús.

-Otra “monja progre” hablando de tonterías…

¡Se equivoca, estimado hermano en Cristo! Lea, si no, Mc 3,34. Marcos es muy plástico al respecto: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? –dijo Jesús.- Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo a su alrededor, dice: Éstos son mi madre y mis hermanos…”. ¡No será que Marcos no es machacón en cuanto a la circularidad! Un círculo en el que a nadie hay que llamar “padre”, “maestro”, o “instructor”, porque uno solo es nuestro Padre, uno solo, nuestro Maestro, y uno solo, nuestro Guía (cf. Mt 23,8-10).
Viniendo al presente, quizá Jesús hubiera dicho: “No os dejéis llamar Excelentísimo y Reverendísimo, porque todos vosotros sois hermanos”.
A veces me pregunto si leemos todos el mismo Evangelio… ¿De veras no nos resultan chocantes, e incluso escandalosos, esos títulos de honor para nuestros hermanos del episcopado?

En los últimos años, he tenido la oportunidad de conocer a algún que otro superior, superiora o presbítero que, en virtud de su ministerio, actuaban como si hubiesen sido investidos, en exclusiva, con la plenitud de los dones del Espíritu: la plenitud de la ciencia, la inteligencia, el discernimiento, la palabra, el consejo… etc, etc, de tal manera, que a los “súbditos” sólo les tocaba ejecutar sus sabias decisiones y programaciones, sin más.

Esto, que parece una caricatura irreverente, desgraciadamente, no lo es. Son cosas que pasan cuando uno no tiene claro que una comunidad cristiana no es un cuartel militar, ni una sociedad monárquica, ni tampoco una colmena, por poética que pueda resultarnos la imagen. El Evangelio habla de comunidad de hermanos y hermanas, de Cuerpo de Cristo, de Comunión, de Pueblo de Dios, de discípulos y discípulas que van detrás de un único Maestro, y de un Espíritu Santo que se derrama sobre todos: judíos y gentiles, hombres y mujeres, pequeños y grandes… (cf. Hch 2,17-18). ¡Qué claro lo tenemos en la cabeza (o quizá no tanto...), y qué lejos estamos de vivirlo en nuestra Iglesia!

En mi Delegación de Pías Discípulas, hemos comenzado ahora una nueva etapa, con un nuevo equipo de “gobierno”. Y nuestro sueño y nuestro deseo es suscitar lazos entre todas por los que circule la savia del Evangelio, de Jesús, del Espíritu…, y que entre todas podamos crecer en creatividad y energía y amor para servir mejor desde nuestro carisma, y que todas estemos referidas al Único Guía y Maestro, y que todas aportemos y construyamos algo nuevo y mejor juntas, en torno al Único Señor de nuestras vidas…
Éste es mi sueño y mi deseo para mi Delegación, mi Congregación, mi parroquia, mi Iglesia… Pero, ¿cuándo llegará un día en que no tengamos miedo de bajarnos de nuestro pedestal de autoridad y de sentarnos en una mesa de hermanos, como uno más? (cf. Filp 2,1-10).

sábado, 14 de marzo de 2009

Asumir el riesgo de acoger

Pensamientos sobre la Vida Consagrada (I)


Con frecuencia, cuando hablamos entre las religiosas y "aterrizamos" en el tema de "las vocaciones", concluimos que "todas estamos igual" (salvo contadas excepciones, fácilmente explicables...), y que así es la situación de la vida religiosa actual, nos guste o no.
Las casas de formación están vacías desde hace años, o llenas de jóvenes provenientes de Asia, África o Sudamérica. Hace 22 años, cuando comencé a ir, en mi primera formación, a la escuela Regina Apostolorum de Madrid, donde acudíamos postulantes y novicias, había grupos de veinte y treinta formandas españolas de diversas congregaciones. Hoy, los grupos son multiculturales e internacionales, con mayoría absoluta extranjera. ¿Es que Dios ha dejado de llamar a los jóvenes de Europa Occidental? ¿O es que hemos perdido todo atractivo y "poder de seducción"? El tema es delicado y es difícil encontrar a alguien que hable con osadía de la responsabilidad que tenemos nosotros, los religiosos, en esta situación de "desierto vocacional" (salvo contadas excepciones también).
Yo hice mi noviciado en España, sola, mientras en Roma había un noviciado internacional de siete jóvenes y, en Polonia, otro noviciado de diecisiete polacas. En 1991, con motivo de la visita de Juan Pablo II a Czestochowa en la jornada mundial de la juventud, nos reunimos las veinticinco novicias en aquella ciudad tan emblemática para los católicos polacos, y tuvimos ocasión de intercambiar vivencias sobre nuestro camino formativo.
Una noche, en el jardín de casa, en el trascurso de un diálogo abierto en torno a diversos temas, una de las novicias polacas (Iwona) preguntó cómo era posible que en Portugal y en España sólo hubiera una novicia respectivamente... Su perplejidad era pareja a la mía, al toparme yo con un grupo tan grata e inesperadamente numeroso. Entonces, una de las hermanas mayores, de cuyo nombre sí puedo acordarme pero prefiero omitir, comenzó a dar una serie de explicaciones sociológicas(secularización, hedonismo...), eclesiológicas (protagonismo de los laicos, proliferación de otras formas de vida consagrada...) y psicológicas (inmadurez de las nuevas generaciones...) que dejaban clarísimo por qué los jóvenes no optaban por nuestro estilo de vida, al tiempo que a nosotras nos eximían de todo intento de autocrítica.
Cuando ella terminó de hablar, yo pedí la palabra y añadí: "Los aspectos aludidos son ciertos y no carecen de objetividad, pero yo quisiera añadir algunos factores que nos atañen a nosotras... Quizá estaría bien preguntarnos si nuestra vida es hermosa y deseable, y si acogemos con generosidad a las nuevas generaciones, ofreciéndoles, a la vez, futuro".
Ni que decir tiene que el debate quedó zanjado y a la novicia española le quedó constancia de la inoportunidad de su intervención... Sin embargo, dieciocho años después, el debate está más abierto que nunca, las comunidades, más envejecidas que nunca, y la situación para las jóvenes, más difícil que nunca..., a menos que quienes precedemos a las que vendrán seamos lo suficientemente generosas como para hacer espacio, acoger, acompañar, tratar con adultez a quienes no son niñas, sino mujeres como nosotras, con ideas propias y sentido crítico, facilitar el presente y preparar futuro, y formar sólidamente a aquellas a las que el Señor quiera comunicarles el carisma lo mismo que a nosotras. ¿Se me ocurre algo más? ¡Ah, sí! Esperar. Esperar, con paciencia y confianza, en el Señor y en las nuevas hermanas.
Quizá no sería un diálogo del todo inútil para nosotras el reunirnos alguna vez y preguntarnos, con honestidad y valentía, qué jóvenes queremos y para qué vida religiosa.
En los grandes congresos y semanas de vida consagrada, a menudo sale a relucir el "problema vocacional". Queremos jóvenes pero, en realidad, a menudo sucede que no estamos dispuestas a asumir el riesgo (y la incomodidad) que supone abrirles las puertas de nuestra casa. Con semejante panorama, yo no veo otro futuro, para muchas comunidades y congregaciones, que disponerse a "bien morir".

Severino Mª Alonso, un claretiano experto en vida religiosa, en un curso de formación que animó en nuestra casa hace unos años, dijo algo que yo compartí plenamente: "Una de mis oraciones más frecuentes es ésta: 'Señor, no mandes vocaciones allí donde sabes que las van a estropear...".

Amén. Y que el Señor nos ayude e infunda en nosotras la valentía y el riesgo de la fecundidad espiritual.

martes, 25 de marzo de 2008

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Me doy cuenta de que hace casi un mes que no escribo en mi blog. ¡Qué abandono!
Ha sido un mes intenso, muy intenso, lleno de experiencias nuevas y estimulantes. Entre ellas, la animación de unos talleres bíblicos para junioras y juniores en unas jornadas formativas organizadas por los claretianos. En otra ocasión, os hablaré de ellas.

En estos días estoy participando, junto a otras tres hermanas y a una joven amiga, en la XXXVII Semana Nacional de Vida Consagrada. El tema: "En la Escuela de la Palabra". Mañana seguiré contándoos, que ya no son horas... Sobre todo, porque anoche estuve recibiendo unas lecciones aceleradas del programita windows movie maker para preparar la siguiente felicitación pascual (y otros trabajillos pendientes), y terminé a las cuatro de la madrugada... En realidad, no es tanto una felicitación cuanto una "minicrónica" visual de la Pascua de mi comunidad de Toledo, tal y como la vivimos en la parroquia de Santa Teresa. Celebraciones intensas y muy cuidadas en todos sus detalles.

¡Que la disfrutéis! ¡Hasta mañana!




Nota para "piratas": Lo hemos colgado también en youtoube. Permite ver la imagen con un tamaño mayor y bajarse videos con un programa adecuado (ares toube).

http://www.youtube.com/watch?v=W9oH5l8B35o