lunes, 3 de septiembre de 2012

El perdón cristiano

La oración y el silencio son la puerta a todo cambio posible.
Esforzarse en callar, en no decir palabra alguna, por trivial que sea, es útil y tiene sentido. Ayudará a detener el molinillo de la mente, la crítica, la murmuración, los chismes, los juicios, las quejas... Vivir en el nivel de los comentarios superficiales es no vivir. Vivir es amar y hacer el bien.
La oración y el silencio hacen posible vivir y actuar el amor, elevarse por encima de la rabia y el deseo de venganza, del resentimiento y el lamento permanente. La oración y el silencio hacen posible perdonar como perdona Dios.
No se puede ser cristiana sin perdonar.
El amor cristiano está por encima del honor humano. El perdón cristiano está por encima de la justicia que pretende imponerse con violencia y por la fuerza.
Esto es difícil de aceptar.
La puerta del Evangelio es estrecha. Pero es la única puerta que conduce a la vida en plenitud.
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Hoy quiero hablar de una mujer real bajo un nombre ficticio. Llamémosla Teresa. 
Teresa estaba casada con Jorge, un hombre muy atractivo del que se enamoró profundamente. Jorge había tenido una infancia digamos que casi trágica y Teresa decidió amarlo como nunca había sido amado. Él le fue infiel casi desde el principio. No sé si ella desconocía sus traiciones o es que no quería verlas.
Tuvieron hijos, nietos... Hasta que un día su nieto pequeño la sorprendió con una afirmación que la atravesó como un dardo helado, hiriente, estremecedor...: "Abuela, el abuelo Jorge tiene una novia". Un niño de cinco años le quitaba la venda de los ojos de un tirón y sin cuidado. Sin crueldad, pero sin tacto, desconocedor de la trascendencia de su descubrimiento.
Llegó el momento de hablar. Y Jorge, como era de esperar, lo negó todo, jurando por lo que más quería, por lo más sagrado, por su propia vida... Meses después, Teresa y su hija le sorprendieron en compañía de la otra, en su propia casa.
Separación, trámite de divorcio, injurias por parte de él, lucha por arrebatarle los bienes matrimoniales a ella... y punto y final a más de treinta años de unión.
Pasó mucho tiempo y él decidió volver, arrepentido de todo, llorando como un niño y pidiendo perdón. Como un hijo pródigo, demasiado solo y desvalido, quizá.
Ella se tomó su tiempo y decidió darle otra oportunidad, ahora, con las cartas sobre la mesa, sin mentiras y sin vendas en los ojos. De modo inesperado, sorprendente y admirable, ella decidió acogerle de nuevo. 
"¿Cómo puedo rezar el Padre nuestro todos los días y no perdonarle?", dice ella. 
A los que vamos cargados de razones justas y de indignación, la simplicidad y obediencia evangélica de Teresa nos desconcierta y nos confunde, como nos confunden las palabras de Jesús: "perdonad...; orad por los que os persiguen y calumnian...; amad a vuestros enemigos..."
Demasiado difícil. Casi diríamos que es imposible. Pero Jesús dice que todo esto, y más, es posible para quien tiene fe.

14 comentarios:

M Luisa dijo...

Realmente conmovedor. Difícil de entender... La mentira y el perdón. La injusticia y la desfachatez. La inocencia del pequeño y el no querer ver de la mayor.
Sorprende la capacidad de amor; casi da envidia, porque parece empapada en Dios, envuelta en él. Eso que todos (o casi todos) deseamos y pocos consiguen. Dejarse en Dios. Uf!!!
Gracias por este post.

Conchi pddm dijo...

Esta mujer me ha conmovido a mí también, y mucho. He pedido permiso para colgar esta historia, pero quería ponerla porque estos ejemplos son inspiradores y demuestran que es posible un amor así.¡Así se ama de verdad! ¡Esto es ser cristiano! Esto es tener una humanidad grande, muy grande.
Un beso

Yentl dijo...

Pues yo no lo veo así. Quiero decir si mi marido me pidiera perdón porque me ha sido infiel, le perdonaría en el sentido de que no le negaría una relación "de amistad" (por decirlo de alguna manera) pero el mantener nuevamente relaciones sexuales con él es otra cosa, dudo mucho que las volviera a tener. ¿Por qué tendría yo que acostarme con un hombre que me ha sido infiel estando casado conmigo?

Conchi dijo...

Bueno, querida Yentl, no sé si "acogerle de nuevo" y volver a vivir con él implica restablecer también las relaciones sexuales. Eso lo verán ellos. No me he parado a pensarlo.
Probablemente el 99,9% de las mujeres piensen como tú. Conozco casos... Y no sé qué haría yo si me encontrara en esa situación. Con el genio que tengo, posiblemente me resultaría muy difícil perdonar de corazón. Por eso me resulta tan admirable la actitud y la decisión de Teresa.
Creo que lo importante aquí es que han vuelto a vivir juntos, intentando restablecer la amistad, el respeto mutuo y un proyecto de vida común otra vez. Quizá como "hembras ibéricas" (al igual que los "machos ibéricos"...) damos demasiada importancia a la infidelidad sexual y muy poca a otro tipo de traiciones e infidelidades que demuestran el poco amor que un marido le tiene a una mujer.
El debate sería largo. Haría falta saber todo lo que hay en el interior de las personas para comprender las situaciones, en fin.

Me alegra encontrarte por aquí, por cierto.
Te debo una larga carta y unos artículos... Sorry!

Anónimo dijo...

Un admirable ejemplo de perdón y tal vez interes de "RESUCITAR" el AMOR primero, que al fin y al cabo es el que PERMENECE en el corazón de la personas.
Gracias por tu capacidad de ORACIÓN

Conchi dijo...

Gracias por dejar tu comentario, amiga anónima.
¡Ojalá muchos matrimonios siguieran unos pasos parecidos y no lo dieran todo por perdido, ni siquiera cuando parece que es así, que la cosa no tiene vuelta de hoja! ¡Pues sí la tiene! Teresa demuestra que siempre es posible un nuevo comienzo. Si se desea, claro.

Carmen dijo...

Se puede hacer un nuevo comienzo sin reconstruir la pareja, recuperando al otro como amigo. No estamos obligados a incluir en nuestra vida a quien nos hace daño, ni hacerlo es signo de ser más cristiano. Y no, Conchi, las cosas muchas veces no tienen vuelta de hoja y asumirlo y luchar por la propia felicidad perdonando al otro y perdonándose a uno mismo es tan admirable como el ejemplo que señalas. Incluso más sano.

Carmen dijo...

Y aunque nunca he experimentado una infidelidad, en una relación de pareja ser infiel "sexualmente" es muy grave, porque el sexo con alguien a quien quieres es compartir el amor, la intimidad, expresar el compromiso mutuo, la confianza, la ternura, la pasión por el otro. Nada que ver con ser "hembras ibéricas"...

Conchi dijo...

Te entiendo, Carmen.
No, no estamos obligados.

En cuanto a la "infidelidad sexual", no le quito importancia. Es muy grave, lo sé. Pero también se puede intentar comprender como una debilidad, equivocación o estupidez transitoria. O como expresión de problemas de fondo más profundos. Por otra parte, los hombres son diferentes... Lo viven de otra forma y en eso creo que estarás de acuerdo.

Lo que quiero decir es que hay "infidelidades" y faltas de respeto y amor con las que yo no podría vivir y veo que se soportan mucho mejor. Sin embargo, con este tipo de infidelidad se es implacable.

Carmen dijo...

No, me temo que no estoy de acuerdo con eso de que "los hombres son diferentes". Pero no son temas para debatir en un blog...lo apuntaremos a la lista de asuntos pendientes para el café o el paseo de Galapagar. Un beso.

Conchi dijo...

¿Que no estás de acuerdo en que los hombres son diferentes y que la sexualidad la viven de un modo más diferente aún? Puesssss.......
Pero vale, no lo vamos a discutir aquí.
Otro beso.

Carmen dijo...

No, no estoy de acuerdo en que en base a esa supuesta diferencia una infidelidad sea más disculpable o menos grave que en una mujer. En absoluto.

Conchi dijo...

En esto estamos de acuerdo. Yo no he dicho lo contrario.
¡Pero que te esperes al café para discutir, que aquí no se puede! :)

Anónimo dijo...
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