martes, 18 de diciembre de 2012

Una fe que mueve montañas

Lectio divina de Marcos 11,20-33

11 20 Cuando a la mañana siguiente pasaron junto a la higuera, vieron que se había secado hasta la raíz. 21 Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús:
- Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.

22 Jesús le contestó:
- Tened fe en Dios. 23 Os aseguro que, si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá. 24 Por eso os digo que obtendréis todo lo que pidáis en la oración, si tenéis fe en que vais a recibirlo. 25 Y cuando estéis orando, si tenéis algo contra alguien, perdonádselo, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone el mal que vosotros hacéis. 26 Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro padre os perdonará el mal que vosotros hacéis.
27 Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los sumos de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, 28 y le preguntaron:
- ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo?
29 Jesús contestó:
- Yo también voy a preguntaros una cosa. Respondedme y os diré con qué derecho hago todo esto. 30 ¿De quien recibió Juan el encargo de bautizar: de Dios o de los hombres? ¡Respondedme!
31 Ellos se pusieron a razonar entre sí: «Si contestamos que lo recibió de Dios, el dirá: '¿Por qué, pues, no le creísteis?' 32 Pero ¿cómo vamos a decir que lo recibió de los hombres? Y es que temían la reacción del pueblo, porque todos tenían a Juan por profeta. 33 Así que respondieron:
- No lo sabemos.
Entonces Jesús les replicó:
- Pues tampoco yo os diré con qué derecho hago todo esto.

CUANDO LEAS

Nos encontramos con un fragmento, al menos interesante en este año de la fe. Desde el punto de vista histórico de estos versículos estamos en la última etapa, o ultimo día de verdadera libertad para Jesús. Vamos camino de Jerusalén. No casualmente pasan por delante de la higuera, la cual estaba seca de raíz. Es imposible no recordar la maldición de Jesús que casi a pasado a vuela pluma unos versículos más atrás.
Jesús la mira y hace del acontecimiento objeto de enseñanza para sus discípulos. Hasta once veces se repite el término vosotros, manifestando el interés que Jesús tiene hacia su comunidad. Toda comunidad cristiana, una vez escuchada la Palabra, no da el fruto esperado, se hace inútil, se seca de raíz. ¿Cómo evitar esto? Tres imperativos, tres acciones, impedirán a una comunidad secarse, dando abundantes frutos.
Tened fe en Dios. En realidad el texto griego dice tened fe de Dios (Exete pistin Theou). Interpretamos que es un genitivo objetivo y por eso traducimos: creer en Dios o tener fe en Dios, es decir, confiaos a Él, abandonaos a Él, entonces seréis fuertes, no por méritos propios, sino por su omnipotencia. Entonces la obra, la acción vendrá de Dios y no de nosotros mismos. Pero, solo quien cree incondicionalmente, sin dudas y sin «si...» de ningún tipo, puede cumplir su misión.
Orad. Hemos de orar sin olvidar la fe, que debe entenderse, como hemos dicho antes, en sentido de confianza. Cuando dirigimos a Dios nuestra súplica hemos de confiar totalmente en Él.
Perdonad. Estrechamente unido a las dos actitudes anteriores. Sólo existe la comunidad de hermanos cuando se vive el perdón mutuo. Además, es imposible presentarse ante Dios estando en  desacuerdo con el hermano. No estar en sintonía con el hermano es no estar en sintonía con Dios. El perdón restablece la comunión con el hermano y con Dios. Sólo así es posible la oración verdadera, llena de confianza en Dios.

La segunda parte (11,27-33) nos habla acerca de la autoridad de Jesús. El cual es sometido a un auténtico interrogatorio en el Templo por parte de los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, casi una delegación del Sanedrín. Se encuentran allí buscando un motivo para condenar a Jesús.
¿Con qué autoridad? ¿Quién te la ha dado? Jesús con sus obras y sus palabras, ya ha respondido a estas preguntas. Su autoridad viene de arriba. Están ellos dispuestos a entenderlo así y a acoger a Jesús. Creen que su autoridad es ¿de origen humano o divino? Jesús le pone el ejemplo de Juan el Bautista. Simplemente para ver si están en la misma onda, para saber, ¿quién es Juan para ellos? Como no están en búsqueda de la verdad, sino que actúan con doble intención, no pueden responder nada más que de la forma que lo hacen: «No lo sabemos»

CUANDO MEDITES

- ¿Hay alguna palabra o versículo que, por lo que sea, capta tu atención, te toca el corazón?
- ¿Qué querrá decirte Dios en este momento concreto de tu vida con esta palabra o versículo?
- Durante este año de la fe. ¿Estoy dando el fruto esperado por Jesús?
- ¿Entiendo la fe como confianza absoluta en Dios?
- ¿Cuándo oro confío totalmente en Dios?
- ¿Perdono de corazón a mi hermano?
- ¿Busco en todo momento  la Verdad o, como los representantes del Sanedrín, busco mi propio interés?

CUANDO ORES

Padre, ignoro lo que me tienes preparado desde toda la eternidad;
y no sé lo que ocurrirá ni hoy ni mañana.
Pero sé que nada sucederá sin que tú lo hayas previsto y dispuesto
para mi bien y el de mis hermanos.
No pido más, eso me basta.
Me pongo en tus manos
y acepto con todo el corazón, todo lo que me vaya a ocurrir.
Me ofrezco a Ti de manera incondicional.
Pero, mi fe es débil.
Por eso, te pido firmeza en las contrariedades,
para aceptar, sin reservas, todo los que dispongas o permitas.
En la esperanza de que todo ello sirva para tu mayor gloria,
mi propia santificación y la de mis hermanos.

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Autor: José Ignacio Pedregosa, Sociedad de San Pablo, equipo de Lectio Divina de la UPComillas

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