jueves, 11 de octubre de 2007

Mt 3-4: "Éste es mi Hijo Amado..."

Esta tarde se me ocurre ofrecer pistas para la lectura y la personalización de los capítulos 3 y 4 de Mateo, dado que Micaela, nuestra inquieta lectora de la Biblia, al parecer, se ha quedado sin palabras...:

Tras hacer una lectura atenta de los capítulos fijándote sobre todo en los personajes, sus acciones, los términos que se repiten y subrayando lo que más te llama la atención...

1. Caracteriza a Juan según lo que has leído en Mt. ¿Qué diferencia significativa resaltarías entre Juan y Jesús?
2. El bautismo de Jesús: "Éste es mi hijo amado, en quien me complazco". ¿Has escuchado en alguna ocasión esa Voz dirigida a ti? ¿Cuándo y de qué modo?, ¿a través de qué mediaciones?
3. Desierto, tentación, hambre, sed, cuarenta días y cuarenta noches, Palabra... ¿a qué te suenan estos "ingredientes" (aparte de a "cuaresma", claro)? ¿qué te sugieren?
4. La gran tentación de Jesús: No es la Magdalena... como sostenía la novela "La última tentación de Cristo" de Nikos Kazantzakis llevada al cine por Scorsese, o los "culebrones" de Dan Brown. La tentación es la duda sobre su identidad, su condición de Hijo Amado ("Si eres Hijo de Dios..."), y la utilización de su "poder" en su propio provecho. Son también nuestras tentaciones: ¿Somos de veras incondicionalmente amados? ¿Es Dios nuestra columna vertebral? ¿Nos fiamos absolutamente de su Palabra o le pedimos pruebas al amor?
5. Cafarnaúm de Galilea, junto al mar, será la residencia de Jesús más estable, aunque Él andaba siempre por los caminos como misionero itinerante (el "misionero" del Padre). Jesús ha venido para todos, para ser LUZ de todos los pueblos que yacen en la oscuridad, para ser LUZ de todos los ojos, de todos los buscadores de Dios.
Observa el empleo repetitivo del término "todo/os" en Mt 4,23-25. Contempla cómo la gente ansiaba estar junto a Jesús y buscaba escucharlo y tocarlo... porque veía en Él el cumplimiento de sus expectativas y deseos de vida bendecida y plena.
6. Con Jesús ha llegado el Reino porque Él mismo, su persona, es el Reino.
7. "El mirar de Dios es amor" dice San Juan de la Cruz. Jesús mira con amor, elige y llama: "Ven detrás de mí" (no "ven conmigo", como dicen algunas traducciones; esto tendrá después su importancia). Simón, Andrés, Santiago y Juan, todos dejan algo atrás cuando siguen, ligeros de equipaje, las huellas de su Maestro. ¿Cuáles son "las redes", "las barcas", "los padres" que has de dejar atrás para vivir como vivió Él?

Mt 3-4 - La voz bautizó a la Palabra

Leemos juntos la Biblia

Habla Judit: "Lo que he visto, he oído y han tocado mis manos
acerca del Verbo de la Vida"

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Yo lo miraba desde lejos, sumergido, como estaba, en el agua hasta la cintura, con los ojos cerrados y el rostro hacia el cielo. Después de que Juan acompañó su bautismo introduciéndole en el Jordán y pronunciando sobre Él las mismas palabras que había pronunciado sobre nosotros, se había apartado de Él como un tiro de piedra y lo miraba con una mezcla de asombro contenido, veneración y amor.


Y recordé cómo, al encontrarse, Juan balbuceó una queja ante Jesús, que el Maestro acalló con un leve movimiento de cabeza: "No, Juan. Conviene que se cumpla toda justicia".
-Pero, Jesús, ¿bautizarte yo a ti? Tú eres el Mesías, el Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo (1), ¡y vienes a mí para que te purifique en un agua que recibe de ti su pureza!
-Juan, bajemos juntos al río.
-¿Para qué quieres un bautismo en este río si dentro de ti brota un manantial que salta hasta la vida eterna (2), si el Espíritu está sobre ti, si su fuego divino te abrasa ya para que seas enteramente de Dios?
-Juan, baja conmigo al río.
-Si tuya es la sandalia, Señor, que no soy digno de desatar...

Y yo recordé aquel episodio del libro de Rut, que tanto nos gustaba a mi hermana Susana y a mí, y que nuestra madre nos contaba muchas veces, porque nosotras se lo pedíamos cuando caía la noche: "...entonces aquel pariente descalzó su sandalia y se la entregó a Booz diciéndole: Rut es tuya, adquiérela para ti. Y Booz se convirtió en su goel" (3).
Jesús era nuestro Goel, nuestro Redentor, nuestro "rescatador", nuestro esposo. Y Juan lo sabía. Pero no le valieron sus objeciones. Jesús era realmente tenaz... y Juan tuvo que bajar al río. Él sabía que era sólo "el amigo del novio" (4), que oye la voz del esposo y se alegra de que celebre su banquete de bodas, el día de la alegría de su corazón (5).

Juan era sólo una pequeña voz llamada ahora, incomprensiblemente, a bautizar a la Palabra, para que el agua en la que la humanidad entera habría de lavarse quedara santificada para siempre con su Persona y su presencia llenas de gracia y de verdad (6).

Yo miraba a Jesús desde lejos. No vi que los cielos se rasgaran, ni oí una voz semejante a un trueno. Vi a un hombre con el rostro sereno e iluminado, radiante, como el rostro de Moisés cuando bajaba del Horeb (7). Un hombre musitando un nombre nuevo para Dios: "Yo te bendigo, Abbá. Yo te bendigo" (8).

Cuando Jesús salió del agua, se acercó a Juan. Se despidieron con el beso de la paz y se puso en camino, con resolución, hacia el desierto de Judea. Entre los discípulos de Juan que estábamos allí, corrió la voz de que había ido al desierto para hacer penitencia y prepararse para una gran misión. Pero yo tenía la certeza de que Jesús no fue al desierto, sino que fue arrastrado allí por Alguien, por el Espíritu de Dios que había tomado posesión de cada fibra de su ser. Y me pareció que aquel hombre, sumergido en el agua, escuchó palabras inefables que ninguno de nosotros podíamos imaginar, y que necesitaba digerir esa noticia. Quizá la noticia de que no sólo era el Mesías esperado durante siglos, sino el Hijo amado del Padre, en quien Dios tenía puesta toda su complacencia (9).

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(1) Jn 1,29; 3,28 (2) Jn 7,38; 4,14 (3) Rut 4,8 (4) Jn 3,29 (5) Cant 3,11 (6) Jn 1,14 (7) Éx 34, 29-35 (8) Mc 14,36 (9) Mt 4,17

martes, 9 de octubre de 2007

Mt 1-2: Hijo de Abrahán, hijo de David – La persecución del hijo del Rey

Leemos juntos la Biblia

Diálogos de María y Micaela


Cuando comencé la lectura del dichoso evangelio de San Mateo, con ese pasaje tan poco poético y tan repleto de nombres extraños que le sirve de antesala (la llamada genealogía de Jesús), me dije: “¿Pero para qué le habré hecho caso a la lianta de María? ¡Menudo tostonazo de libro! Bueno, al menos algún nombre me suena. ¿Y éste es el “encanto” al que voy a sucumbir? Vamos a ver, Micaela, ¡cálmate! y trata de encontrar una salida airosa a este dilema: leer o no leer”.
Entonces tuve la tentación de saltarme los 15 primeros versículos e ir al grano, pero recordé lo que me había dicho María: “No hay que saltarse ni una palabra del libro más aburrido. Nunca se sabe dónde saltará la chispa de la gracia. Quizá en el árido desierto de nombres y datos incomprensibles se encuentre perdida una palabra para ti, capaz de transformar tu vida”.¡Qué cosas tiene esta mujer! Una palabra perdida y transformadora... ¡Desde luego que me estoy transformando! ¡Como el doctor Jekyll en Mister Hide! ¡Se me está subiendo la adrenalina con tanta sucesión de hombres que se engendran unos a otros "sin concurso de mujer"! ¡Esto no hay quien lo entienda!
Necesito que María me diga cómo encontrarle a esto la gracia y el salero.
Rinnnnnnnnnngggggg
- Sí, dígame.
- María, ¿se puede saber qué gracia le puedo encontrar yo a la bendita genealogía?
- Mujer, gracia, lo que se dice gracia… Pero sí que tiene su puntazo. Por ejemplo: ¿Te has fijado en lo bien organizadita que está?
- ¿Organizadita? A mí me parece un caos de nombres, todos parecidos.
- Fíjate: aparecen tres grupos de catorce generaciones divididas por las grandes etapas de la historia de Israel: los patriarcas, David, la dolorosa deportación a Babilonia del año 587, y el nacimiento de Jesús. Como si toda la historia alcanzara su plenitud de sentido en Él.- Bueno, sí, eso es bonito.

- Seguramente que a esa genealogía le faltan muchísimos nombres, porque es imposible que esas pocas personas cubran un espacio de tiempo tan largo. Pero la intención de San Mateo no es hacer un minucioso recorrido histórico, sino decir algo en clave.-¿En clave? ¿Como en el códido Da Vinci?
- Bueno, algo así, pero de verdad. ¿Sabes por qué hay catorce generaciones en cada grupo?
- ¡Pues eso digo yo! ¿No es el doce el número perfecto?
- Sí, pero es que el catorce es el número del nombre de David. Como los números no nos llegaron hasta los árabes, resulta que eran representados por las letras, correspondientes a su posición en el alfabeto hebreo o alefato. La D está en cuarto lugar y la W, en sexto. Suma ahora y entenderás lo del catorce. Es como si Mateo nos estuviera diciendo a gritos: ¡Jesús, Mesías descendiente de David, David, David…!
- ¡Vaya, qué interesante!
- En realidad, la genealogía es, aparte de una legitimación del enraizamiento de Jesús en Judá y en David, una profesión de fe: Este Mesías del linaje de David trae la salvación para todos los pueblos. Abrahán representa la universalidad, porque en él fueron bendecidas todas las naciones de la tierra. Según San Pablo, Abrahán es el padre de todos los creyentes, no sólo de los judíos, sino de todos.

Y otra cosa: ¿Te has fijado en las mujeres que aparecen en la genealogía?

- ¿Mujeres? Pues mira, es que me cuesta distinguir los nombres masculinos de los femeninos. En mi barrio nadie se suele llamar Naasón...
- Hay cuatro mujeres que, curiosamente, no son las grandes matriarcas de la historia de Israel. ¿Y por qué teniendo a mujeres con un pasado glorioso y tan amadas como Sara, Rebeca o Raquel, San Mateo se va a fijar justo en cuatro mujeres que venían a ser casi como las ovejas negras de la familia: la mentirosa Tamar, la prostituta Rahab, la moabita Rut y la adúltera Betsabé? Y en continuidad con esas mujeres, María, la madre del Señor.
- Ah, pues no me imagino por qué San Mateo hizo una cosa tan irreverente en la genealogía de nuestro Señor.
- Pues piénsalo y si extraes alguna conclusión, llamas y me la cuentas.

- ¡Oye! ¡María! ¡No se te ocurra colgarme! ¡Necesito preguntarte por qué José se pasa todo el tiempo soñando y no dice ni mu! ¡Quiero saber por qué se dice que “le pondrán por nombre Emmanuel" y luego van y le llaman Jesús! ¡Quiero saber si realmente la Sagrada Familia viajó a Egipto, y si existió una estrella, y si unos magos de Oriente, llenos de alegría, fueron a adorarlo!...
Nada. Me ha dejado con la palabra en la boca. Y, además, no encuentro la Anunciación ni la Visitación, con la devoción que a mí me dan cuando rezo el rosario. ¿En qué parte del evangelio de la infancia estarán?

Una proposición descabellada: ¡leamos juntos la Biblia en un año!

Leemos juntos la Biblia
Diálogos de María y Micaela

POR DÓNDE EMPEZAR
Mateo 1-2



-¿En un año, alhaja? Tenemos mucho más que hacer que leer “cuentos hebreos” todos los días. Las “monjas” tenéis todo el tiempo del mundo, que para eso estáis. Pero nosotras, que trabajamos, tenemos hijos, llevamos adelante una casa… ¿cuándo crees que tenemos un respiro para ponernos a leer?
-Bien, entonces supongo que tampoco ves El diario de Patricia, ni Los hombres de Paco, ni Mira quién baila…
- ¿Y a ti qué te interesa lo que yo veo en la tele! ¡Eso es otra cosa! ¡Es preciso relajarse un poco del ajetreo y del estrés! ¡Con lo bien que se está tirada en el sillón, con una pierna para América y la otra para Francia, sin ruidos, sin voces… imaginándose que una está bailando un tango con el divino “poty”!
- Bueno, tanto como divino… Pero, a ver, Micaela, ¿tú no eres cristiana?
- ¿Y eso qué tiene que ver?
- Pues, sencillamente, que no hay comparación entre “poty” y el Evangelio. ¡Esto sí que te descansaría! ¿No has oído a Jesús, cuando dice que acudas a Él si estás hecha polvo?
- Ya, pero es que con el Evangelio no me río tanto…
- ¡Andas un poco despistadilla, monina! Hay otro tipo de alegría, más honda, más alegre, más “descansadora” que la que provoca el soso de Mariano. Una alegría que ni la pelma de tu jefa puede arrebatarte... Además, todo es cuestión de aprender a leer la Biblia. Hay páginas con un humor muy fino. Todo es echarle imaginación.
- ¡Ojo, qué pesadita te pones, hermana! Entonces, ¿qué me propones?
- ¡Que leas la Biblia al menos una vez en la vida, rica!
Mira: los musulmanes se saben el Corán al dedillo. ¡Y no digamos los judíos, cómo acunan cada versículo de su Torá! ¡Y qué memorión le echan a la cosa! Claro, como dice el Deuteronomio: “Estas palabras estarán grabadas sobre tu corazón; las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas cuando estés sentado en tu casa y yendo de camino, acostado y levantado. Las atarás como señal sobre tu mano y servirán de señal entre tus ojos…” (Dt 6,6-8)… pues se lo toman al pie de la letra.
- ¡Pues a mí eso me parece una exageración!
- Pues a mí no. Dime qué lees, qué piensas, qué hablas… y te diré quién eres. Si rumias todos los días el Evangelio, por dura de mollera que seas al final sucumbirás a su encanto. Créeme. Te recomiendo encarecidamente que lo leas al menos una vez.
-¡Y dale con “al menos una vez”…! ¡Qué conciencia escatológica tienes, hija! ¡Ni que nos fuéramos a morir mañana!
- Tienes razón, pero no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

- Oye, ¿y por dónde empiezo?
- Por donde más te guste.
- Pues… me gusta… Prefiero… Este libro que empieza por… Oye, ¿acaso me estás haciendo un examen? ¡Mira que te lees la Biblia tú solita!
- No. Sólo digo que te será más agradable comenzar por donde tú prefieras, por aquello que te resulte más familiar.
- ¡Mujer, familiar lo que se dice familiar…! Los evangelios no están mal.
- ¡Estupendo! ¡Comencemos por un evangelio! ¿Cuál prefieres?
- Pues no sé. ¡Qué más da! ¿No son todos iguales?
- Mira, vamos a hacer una cosa: abre tu Biblia.
- ¡Puf! No te enfades, María, pero está en un rincón de la biblioteca con tres dedos de polvo. Espera que la sacudo.
- Bien. ¿Aciertas a ver las letras al menos?
-No te pases. ¡Se lee perfectamente!
- No discutamos, que hoy estás que no hay quien te tosa. Abre por el comienzo del Nuevo Testamento. ¿Qué encuentras?
- El evangelio de San Mateo.
- Bueno pues, si te parece, vamos a empezar por ahí. Es el evangelio más largo: nada menos que 28 capítulos.
- ¿Y el más corto?
- ¡Dímelo tú!
- No te pongas repelente que me desapunto de tu proposición. Si te pregunto una cosa es porque no la sé.
- Tienes razón, perdoooona. Marcos. Marcos es el evangelio más breve: tan sólo 16 capitulitos.
- Y ¿a qué se debe esa diferencia? ¿Es que conocía menos cosas de Jesús que Mateo?
- Mira, la que se está poniendo ahora repelente eres tú con tanta preguntita. ¿Pero es que te crees que soy el comentario bíblico San Jerónimo?
De momento, comienza a leer el evangelio de la infancia y ya hablaremos.
- ¿El evangelio de la infancia? No sabía que hubiera un evangelio de la infancia.
- No hay uno. Hay dos. Pero eso lo veremos más adelante. De momento, empieza leyendo a Mateo. Si queremos terminar en un año toda la Biblia, habrá que “meter el turbo” y leer cuatro capítulos diarios ó 28 a la semana. Organízate como quieras, pero haz lo posible por mantener la constancia.- ¡Ay, constancia, constancia! ¿Y mi “poty”, qué?
- ¿Y tu Dios, qué?

lunes, 8 de octubre de 2007

Ley de paridad

"Los que os bautizasteis para uniros a Cristo, os vestisteis de Cristo.
Y no existe judío ni griego, no existe esclavo ni libre,
no existe varón ni mujer,
pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gál 3,27-28)

"No camines delante de mí, puede que no te siga.
No camines detrás de mí, puede que no te guíe.
Camina junto a mí y sé mi amigo"
(Albert Camus)

Una hermana de Congregación entró el otro día en el blog y exclamó, sin poder evitarlo:
- ¡Cuántas mujeres, ¿no?!
- Sí. ¿Y qué?
- Pues que... se echa de menos algún hombre. Parece una web extraña...
- ¿Extraña, por qué?
- No sé. Puede dar una sensación rara...

No explicito el contenido de "extraña" y "rara" para no mancillar la inocencia de espíritus sencillos pero he de reconocer que el comentario, además de perpleja, me dejó pensativa.

¿Por qué cuando participamos en una misa de catedral y vemos el presbiterio atestado de varones no exclamamos: "Cuánto hombre, ¿no?"
¿Por qué cuando recorremos la producción teológica clásica en la biblioteca de un Seminario o de una facultad teológica, no lamentamos: "Todos hombres, ¿no?"
¿Por qué cuando consultamos las estadísticas de estudiantes de teología no decimos, con decepción: "Mayoría absoluta varones, ¿no?"

Afortunadamente las cosas están cambiando, no gracias a una ley de paridad que imponga una cuota establecida, sino merced a que las mujeres estamos saliendo del "armario" diminuto y sofocante de lo doméstico, lo privado, lo escondido, lo "humilde", lo secundario, lo callado, lo "discreto"..., dispuestas a desplegar nuestras alas y echar a volar, surcando cielos hasta ahora reservados en exclusiva, cual coto privado, a los varones.
Se suele decir (no sé si con sinceridad, con paternalismo o con cinismo) que "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". Esta célebre y "masculina" frase serviría de consuelo y compensación si no fuera porque las mujeres no queremos estar "detrás", sino al lado, caminando a la par en armoniosa corresponsabilidad y "sinergia".

He de aclarar que no soy "andrógina". ¿Feminista, entonces? Que cada cual piense lo que quiera. Pero soy una mujer y en este blog las protagonistas, inevitablemente, serán las mujeres: mujeres de la Biblia y de la historia, de mi entorno, de mi congregación, de mi Iglesia... Ya es hora de abrir espacios a una voz necesaria, silenciada durante milenios en una sociedad y una Iglesia patriarcales. En este blog está vetada la ley de paridad.

Los hombres sois bienvenidos. ¡Claro que sí! La multiplicidad de la creación es hermosa y "no es bueno que la mujer esté sola". Pero, ni "delante" ni "detrás", sino al lado para construir juntos el Reino.

María del rosario, María del "hinnení"

A mi amiga Mónica no le gusta la oración del rosario. Considera que la Iglesia católica ha exaltado demasiado a María y que incluso la ha idolatrado. Considera que sólo Dios merece el reconocimiento de nuestra oración. Y, para más inri, le parece un tostón esta forma de repetir "avemarías" mecánicamente, hasta la saciedad.
No es la única de mis amigas que ofrece ligeras resistencias a este modo centenario de oración.
En agosto fui a pasar cuatro días a Alicante con Mónica y con su madre, Angelines. Contaría muchas cosas sobre estas dos mujeres extraordinarias por las que me sentí acogida con gran hospitalidad, solicitud y cariño. Pero sólo voy a relatar algo del paseo que Mónica y yo dimos a la Iglesia de la Santa Faz, junto a un monasterio de Clarisas, a las afueras de la ciudad.
Fuimos a visitar el lugar por la tarde, media hora antes de la Eucaristía. La Iglesia estaba llena de gente, las monjas estaban fuera de su recinto, junto al presbiterio, y comenzó la oración comunitaria... ¡del temido rosario!

- Oye, si rezan el rosario yo me voy a dar una vuelta y te dejo aquí. Ya vendré para la misa .-Me dijo Mónica, muy resuelta.
- ¡No puedes dejarme aquí sola! Aprovecha para rezar de otra manera.
- ¿Y qué voy a rezar con vosotros murmurando "avemarías"?
- Reza un mantra.
- ¿Qué es un mantra?
- Una especie de jaculatoria que se repite. Los hindúes y budistas lo llaman mantra. Mira, repite, por ejemplo: "Hinnení, Adonai". ¿Sabes lo que significa?
- Sí.
Por supuesto que sí, ¿cómo no iba a saberlo? Mónica es traductora de inglés y de árabe, y le encanta el hebreo. Ha comenzado a estudiar algo de la lengua sagrada del judaísmo: lo suficiente como para saber que "hinnení, Adonai" significa "heme aquí, mi Señor". Así es que, mientras yo me sumergía en mi rosario, ella lo hacía en su heme aquí.
Así llevábamos quince minutos cuando le pregunté:
- ¿Cómo vas?
- Meditando "hinnení".



Realmente, rezar el rosario es contemplar interiormente el "heme aquí, aquí estoy" de María, de Jesús, y nuestro propio "heme aquí" como confesión rendida de nuestra disponibilidad y consentimiento amoroso al deseo del Padre. Y contemplarlo con una música de fondo: las palabras del anuncio del ángel a María, "Ave María, la amada de Dios por siempre...". Anuncio y respuesta que hizo posible el adorable Misterio de la Encarnación. "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".

Esa contemplación obstinada, con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas, es como una gota que horada la piedra, modelando nuestra interioridad a imagen y semejanza de Jesús y de María. La oración repetitiva es milenaria y se encuentra en la sabiduría y tradición espiritual de diversas confesiones religiosas. Los musulmanes repiten, con su rosario de cien cuentas, los cien nombres de Alá. Bueno, cien menos uno, porque el último de sus nombres es el Innombrable. Para los hindúes, el mantra Om es el sonido primigenio del universo, el origen y principio de todos los mantras que, repetidos al ritmo de la respiración, tienen como objetivo liberar la mente. ¿Quién no ha visto a un hindú sentado en posición de loto pronunciando gravemente, como salido de una caverna profundísima, el sonido: "Ommmmm...."? Los cristianos ortodoxos rezan la oración de Jesús: "Señor Jesucristo, hijo de David, ten misericordia de mí". El libro clásico "El peregrino ruso" enseña este modo de oración ininterrumpida. Y nosotros, los católicos, tenemos el rosario como oración repetitiva que ayuda a silenciar la mente y a ahondar en la contemplación.

* Sí, rezar el rosario es contemplar el "heme aquí" de María a la propuesta insólita del ángel: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra... Porque para Dios nada hay imposible" (Lc 1,31.35.37). Es contemplar su amén firme y definitivo, sin mudanza. Un sí propio de quien se sabe en buenas manos.

* Es contemplar el camino de Jesús:
  • su nacimiento como gran alegría para todos (Lc 2,11 ss)
  • su pérdida voluntaria "en la casa y en las cosas de su Padre" (Lc 2,41 ss)
  • su bautismo, en el que oyó la voz del Padre que le llamaba "mi Amado" (Mc 1,11)
  • su predicación con palabras llenas de gracia, de verdad y de vida eterna (Jn 6,68)
  • sus banquetes con publicanos, prostitutas y gentuza de mala fama, anticipo del Reino (Mc 2,15); banquetes en los que él resulta ser el vino mejor (Jn 2, 10)
  • su transfiguración, en la que nos regala la Luz para que podamos vivir con gracia la Cruz (Mc 9,2 ss)
  • su ser más profundo como Pan Eucarístico amado, bendecido, roto y entregado para la vida del mundo (Mc 14,22)
  • su Cuerpo Traspasado, que atrae todas las miradas (Jn 19,27)
  • su Cuerpo Resucitado, que cura todos nuestros miedos y nos inunda de una paz y una alegría que nadie puede quitarnos (Jn 20, 19-21; 16,22)
  • el don de su Espíritu de Vida, Maestro interior que nos lo enseña todo (Jn 14,26)
* Finalmente, rezar el rosario es poner en nuestros labios la siguiente oración:

Quiero lo que tú quieres,
sin preguntarme si puedo,
sin preguntarme si lo quiero,
sin preguntarme si lo deseo.


(Madeleine Delbrêl)

domingo, 7 de octubre de 2007

Dolores Aleixandre

La conozco desde hace doce años y, en realidad, no sé nada de su vida.
Nunca hemos intercambiado una conversación personal, de tú a tú (aunque sí de "yo" a "ella"), pero la he oído hablar cientos de horas.
Cuando estoy con ella, inexplicablemente, me quedo muda. Quien me conoce ahora sabe lo inconcebible que parece que a mí se me pegue la lengua al paladar... Pero eso es lo que me pasa. Y, sin embargo, quisiera haber tenido la ocasión de contarle muchas cosas.
Con ella me he reído mucho y he llorado en más de una ocasión mientras la escuchaba en clase, e incluso en su despacho, al ir a examinarme (y no por el examen precisamente...). Y es que la Palabra, en su boca, es "más cortante que espada de doble filo. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas, y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón" (Heb 4,12).


Con ella he deseado seguir siendo lo que soy: religiosa y narradora de la Biblia.
Ella es menudita pero tengo la sensación de que, cuando entra en un lugar, llena todo el espacio con su energía vital, con su alegría desplegada como un manto que cubre a todos, con el Espíritu que la acompaña y transfigura su mirada abierta, su risa cantarina, sus palabras llenas de música.
Hace mucho que pasó "la edad de la inocencia". Últimamente habla en ocasiones de "aprender a envejecer". Pero a mí me resulta eternamente joven. Incluso, ingenua y hasta traviesa como una niña. Su humor es sagaz y va siempre cargado de intención, aunque nunca resulta irónico, sarcástico o hiriente. Esta mujer me parece el icono perfecto de lo que Pablo afirma en 2 Cor 4,16: "Aunque el hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día". Así veo a Dolores Aleixandre. Una mujer siempre nueva, renovada por Jesús; una mujer que contagia su fe, su amor al Evangelio, su deseo de vivir y su real felicidad. Una mujer "kejaritomene"... ¿Estoy diciendo un disparate? Bueno, digamos "kejaritomene" por contagio y graciosa participación.
- Lo tuyo es obsesiva fijación con Dolores, hija.
- No. Lo mío es fascinación desde que la conocí. Lo mío es gratitud por haber conocido a una mujer así: maestra en el vivir y en el rumiar, gozar y consentir a la Palabra de Dios que se adueñe de nosotros.
Este sábado la Familia Paulina ha disfrutado un retiro con ella en Madrid: "Llamados a vivir una vida en abundancia. Mc 1,9-39".
Ella no sólo dice palabras bonitas (estaría escuchándola las horas muertas, que serían horas bien vivas...). Ella vive una vida hermosa. Es de esas mujeres que te hace sentir que tu elección (y la de Dios para contigo) ha sido una estupenda e inmejorable elección.
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P.S.: Me atrevo a recomendar todos sus libros. Sobre todo "Relatos desde la mesa compartida", "La fe de los grandes creyentes", "Esta historia es mi historia" y "Contar a Jesús".
P.S. 2 - Fe de erratas: Mi amiga Mª Luisa me avisa de una errata que me ha causado el mismo sobresalto que si hubiera visto un elefante volando: "aprender a embejecer"... ¡Dios mío! No es por disculparme pero, ¡lo que hace la cercanía de los 40 y la proximidad de la una de la madrugada! Supongo que aceptar con paz que una comienza a "chochear" en lo gramatical también debe de formar parte del arte de envejecer.
Gracias, M.L., por estar "al quite".