lunes, 8 de octubre de 2007

Ley de paridad

"Los que os bautizasteis para uniros a Cristo, os vestisteis de Cristo.
Y no existe judío ni griego, no existe esclavo ni libre,
no existe varón ni mujer,
pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gál 3,27-28)

"No camines delante de mí, puede que no te siga.
No camines detrás de mí, puede que no te guíe.
Camina junto a mí y sé mi amigo"
(Albert Camus)

Una hermana de Congregación entró el otro día en el blog y exclamó, sin poder evitarlo:
- ¡Cuántas mujeres, ¿no?!
- Sí. ¿Y qué?
- Pues que... se echa de menos algún hombre. Parece una web extraña...
- ¿Extraña, por qué?
- No sé. Puede dar una sensación rara...

No explicito el contenido de "extraña" y "rara" para no mancillar la inocencia de espíritus sencillos pero he de reconocer que el comentario, además de perpleja, me dejó pensativa.

¿Por qué cuando participamos en una misa de catedral y vemos el presbiterio atestado de varones no exclamamos: "Cuánto hombre, ¿no?"
¿Por qué cuando recorremos la producción teológica clásica en la biblioteca de un Seminario o de una facultad teológica, no lamentamos: "Todos hombres, ¿no?"
¿Por qué cuando consultamos las estadísticas de estudiantes de teología no decimos, con decepción: "Mayoría absoluta varones, ¿no?"

Afortunadamente las cosas están cambiando, no gracias a una ley de paridad que imponga una cuota establecida, sino merced a que las mujeres estamos saliendo del "armario" diminuto y sofocante de lo doméstico, lo privado, lo escondido, lo "humilde", lo secundario, lo callado, lo "discreto"..., dispuestas a desplegar nuestras alas y echar a volar, surcando cielos hasta ahora reservados en exclusiva, cual coto privado, a los varones.
Se suele decir (no sé si con sinceridad, con paternalismo o con cinismo) que "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". Esta célebre y "masculina" frase serviría de consuelo y compensación si no fuera porque las mujeres no queremos estar "detrás", sino al lado, caminando a la par en armoniosa corresponsabilidad y "sinergia".

He de aclarar que no soy "andrógina". ¿Feminista, entonces? Que cada cual piense lo que quiera. Pero soy una mujer y en este blog las protagonistas, inevitablemente, serán las mujeres: mujeres de la Biblia y de la historia, de mi entorno, de mi congregación, de mi Iglesia... Ya es hora de abrir espacios a una voz necesaria, silenciada durante milenios en una sociedad y una Iglesia patriarcales. En este blog está vetada la ley de paridad.

Los hombres sois bienvenidos. ¡Claro que sí! La multiplicidad de la creación es hermosa y "no es bueno que la mujer esté sola". Pero, ni "delante" ni "detrás", sino al lado para construir juntos el Reino.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y cuánta razón tienes... Juntos, sin pretender ser más ni menos, mujeres y varones construyendo el Reino, construyendo el mundo en el cada día.
Hay veces que parece que "lo normal" se ha vuelto lo que ocurre generalmente o casi siempre, craso error. "Lo normal" puede ser (o tendría que ser) lo menos normal de la vida: que una mujer sea nombrada directora general de "algo" en una empresa; que una mujer salga de casa dejando a los niños con el varón para que les levante, les de el desayuno, les vista y les lleve al cole; que una mujer llegue a casa y "entre los dos" la arreglen, cocinen, limpien, bañen a los crios... y luego cenen tranquilos y puedan charlar, donde y cuando "ella" también se pueda sentar a relajarse un poco de su día lleno hasta la saciedad; donde el sueldo no se diferencie por ser varon o mujer. No sé, creo que equivocamos los términos y acabamos creyéndonos lo que no es, no debería ser.
Y no debería ser porque hace daño, porque es un insulto a la mujer, por el hecho de serlo, porque hace daño también a los varones aunque éstos ni se enteren y les daña porque nos estamos perdiendo la riqueza de "ser" entre los dos. Somos distintos y nos complementamos, ni más ni menos. Pero todas y todos tenemos los mismos derechos, los mismos deberes, las mismas necesidades.
Habría que cuidar mucho, tanto en la sociedad como en la Iglesia, el trato que damos a unas y a otros; porque no es justo el trato que recibimos las mujeres ni en la sociedad ni en la Iglesia.
Bueno, la vida es mucho mejor cuando es compartida, cuando somos capaces de ser y punto.
Mª Luisa (Madrid)

Anónimo dijo...

Pues sí, verdaderamente la hermana de congregación tenía razón, es un blog extraño por lo extraordinario, porque excepcionalmente una religiosa alza la voz, habla, se expresa, dice, opina, desnuda su alma en una ventana abierta al mundo, para que todos, ellos y ellas, puedan ver, leer y opinar... el que tenga oídos que oiga, el que tenga ojos que lea.
Estupendo este post.

Anónimo dijo...

Mª Luisa ha completado lo que no he dicho en el post: la realidad cotidiana de millones de mujeres para las que "su media naranja" sólo "funciona" como tal en reducidos ámbitos de su vida compartida, no en TODO. La mujer, relegada a la cocina. Es verdad que "entre los pucheros también está Dios" y no hay que hacerle ascos a nada. Pero también entre los libros está Dios. Y en las salas de conferencia. Y en las Universidades. Y en las empresas. Y en los medios de comunicación... En todos estos sitios aún se echa en falta una presencia y una voz de mujer.
¡Y no digamos nada de mi amada Iglesia! Pero, por eso mismo, porque la amo, levanto mi voz y deseo preparar un futuro para ellas.

Anónimo dijo...

Shalom!

Creo que la primera persona que en la Biblia ve a Dios es la esclava egipcia Agar.

Ya ves una mujer ¡y encima esclava!

Sin lugar a dudas Dios tiene preferencia por las mujeres.

Mónica

Anónimo dijo...

Sí. Es sorprendente que la Biblia sitúe en paridad a una mujer, esclava y extranjera con Moisés, el amado profeta de Israel... ¿Esto no les dice nada a algunos en la Iglesia? Decididamente, se ve que no.

Ágar, mujer y teóloga,
ruega por nosotras.