miércoles, 3 de noviembre de 2010

He abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar

Lectio divina de Apocalipsis 3,1-13
Cartas a las Iglesias de Sardes y Filadelfia


Al Ángel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo merecen. El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante de mi Padre y de sus Ángeles. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.



Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir. Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre. Mira que te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de los que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que vayan a postrarse delante de tus pies, para que sepan que yo te he amado. Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también yo te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra. Vengo pronto; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te arrebate tu corona. Al vencedor le pondré de columna en el Santuario de mi Dios, y no saldrá fuera ya más; y grabaré en él el nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que baja del cielo enviada por mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.


CUANDO LEAS


Continuamos con la lectura de las cartas a las siete Iglesias. En estas dos (a la Iglesia de Sardes y de Filadelfia), como en las anteriores y en la siguiente, se mantiene la estructura que ya hemos explicado: la interpelación a la Iglesia, la situación concreta de la Iglesia, la cual conoce el Señor, invitación a la escucha, animo y consuelo, y promesa de premio al «vencedor».
Sardes, ciudad situada al oriente de Esmirna. En la época que nos ocupa era importante por su comercio de lana, a pesar de todo no dejaba de ser una pequeña localidad, prácticamente sin importancia.
El que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas. Los siete espíritus de Dios se refiere a la plenitud del Espíritu Santo y las siete estrellas a los siete ángeles. Esta expresión en sí, nos quiere poner de relieve la posición de poder y dominio de Jesús.
A pesar de ser una floreciente comunidad y como el resto de las Iglesias protagonistas del Apocalipsis modelo para las demás, desde el punto de vista espiritual está muerta. Posiblemente, hacía muchas obras externas, pero no cuidaba su vida interior. Aunque, existe en ella un resto que es fiel al Señor y no tiene sus vestidos manchados con el culto idolátrico. Por eso, esta Iglesia debe despertar del sueño (muerte espiritual) y preocuparse por aquellos que están en trance de muerte desde el punto de vista espiritual.
Para reavivar la vida espiritual es indispensable que recuerden el entusiasmo con el que escucharon la predicación y abrazaron la fe.
Para los que no sean fieles se les anuncia el castigo, pero para los «vencedores» se anuncia la merecida recompensa: vivir eternamente en la presencia de Dios. Todo esto recogido en tres promesas: el vencedor llevará vestiduras blancas, su nombre será escrito en el libro de la vida y será reconocido por Cristo en el día del juicio final.


Por otro lado, Filadelfia, es una ciudad situada al sudeste de Sardes, fue fundada por Antíoco II Filadelfo, rey de Pérgamo, del cual recibe su nombre. Fue destruida por del 17-20 d. C., y reconstruida por Tiberio. Parece ser que contaba con una floreciente colonia judía.
Depositario de la llave de David. Expresión tomada de Is 22,22, en la que Dios anuncia a Eliacím su elección como mayordomo de la corte del rey Ezequías, diciéndole: «Pongo sobre sus hombros la llave de la casa de David, para que cuando él abra ninguno cierre, y cuando él cierre ninguno abra». Dicha expresión hay que entenderla en sentido mesiánico. Jesús es quien tiene el poder para permitir entrar en el Reino o no.
La comunidad, en todo momento, ha sido fiel a la Palabra de Dios. El premio, por ello, será su entrada en el Reino y el éxito en sus empresas apostólicas.
El sufrimiento que han tenido que padecer será recompensado con el reconocimiento por parte de sus adversarios de su dignidad de hijos de Dios, que estarán junto al Cordero en el Reino. Además Dios les preservará de todo peligro.
La comunidad por su parte ha de seguir manteniéndose fiel a la Palabra para que se cumpla la promesa de Cristo, entrar a formar parte definitivamente del Reino, en el cual tendrán una posición destacadas (columnas del Reino), y a los que Dios dará un nombre nuevo, como posesión suya y partícipes de la gloria celeste.


CUANDO MEDITES


- Hago un ligero y rapidísimo repaso de mi vida. ¿La vivo teniendo presente a Dios, o por el contrario es ajeno a ella?
- Tomo el pulso a mi vida espiritual (vida vivida según el Espíritu de Jesucristo). ¿Qué descubro? ¿estoy vivo, dormido, muerto? ¿he de reavivarla?
- ¿Intento en todo momento pensar como pensaría Jesús, actuar como actuaría Él y amar como Él amaría?
- ¿Soy fiel a la Palabra? ¿intento asimilarla y vivirla en mi quehacer diario?
- ¿Sufro por mi fidelidad a la Palabra? ¿por ser testigo de Jesús?


CUANDO ORES


- Da gracias a Dios por su Palabra. Por poderte acercar a ella cada día. Por entrar en diálogo contigo.
- Pídele perdón por las veces que no eres fiel a su Palabra, por las veces que no le tienes en cuenta en tu vida, por las veces que le has dado la espalda.
- Acoge con gozo la misericordia de Dios y déjate transformar por su Espíritu Santo. Abandónate en sus manos y pídele fuerzas para afrontar los momentos difíciles de tu vida.


(Pepe Pedregosa, Equipo de Lectio Divina de la U.P.Comillas)

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