sábado, 30 de octubre de 2010

La transformación del pequeño Zaqueo

Lectio Divina del Domingo XXXI del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Lucas 19,1-10

1. Oración para disponer el corazón
Oramos el canto: "Vengo a Ti, mi Señor".

 2. Leemos: Lucas 19,1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, que buscaba ver quién era Jesús. Pero, como era bajo de estatura, no podía verlo a causa del gentío. Así que echó a correr hacia adelante y se subió a una higuera para verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, levantó los ojos y le dijo:
–Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
Él bajó a toda prisa y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían:
–Se ha alojado en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo:
–Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
–Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.


3. Cuando leas:

Entramos en el capítulo 19 del evangelio de Lucas y vamos a encontrar un episodio de la vida de Jesús conmovedor, tierno y... subversivo.

Camino de Jerusalén, Jesús entra en Jericó. Recordamos que Jericó es también el escenario del cambio de vida de un mendigo ciego (Bartimeo, según Marcos), que es curado y se convierte en modelo de discípulo itinerante de Jesús (Lc 18,35-43).
En esta ocasión, la salvación va a entrar en la casa de otro marginado social: Zaqueo, "jefe de publicanos y rico". Ya dijimos, en la lectura de Lc 18, 9-14, por qué los publicanos eran mal vistos por la gente en tiempos de Jesús.

El relato de Lucas es conmovedor en los detalles y en los contrastes de los personajes y sus reacciones.
De Zaqueo, publicano y presuntamente pecador (él mismo reconoce haber robado, quizá, en alguna ocasión...), no se esperaba la acción descrita de ávida búsqueda de Jesús. Imaginemos la escena: la muchedumbre, como siempre, rodea al Maestro, y Zaqueo, que es bajo de estatura, desea verlo y no puede; de manera que hace algo casi ridículo y poco honorable para conseguir su propósito: trepa por un árbol y se encarama en una de sus ramas para poder ver a Jesús.
La inesperada acción de Zaqueo se ve correspondida por la sorprendente reacción de Jesús, que se detiene ante él, lo mira y se autoinvita a su casa.
Lucas evidencia la alegría de Zaqueo y la murmuración de los presentes: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". ¿Quiénes murmuran? Lucas no lo dice, pero en otros pasajes, quienes murmuran son siempre los "perfectos", los fariseos (cf. Lc 5,30; 7,39), los que se consideran justos y más dignos que los demás.
La simple presencia de Jesús en casa de Zaqueo obró en éste un cambio de vida radical: "La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres..."

La conclusión del relato incluye varios aspectos:
- "Hoy ha entrado la salvación a esta casa". Jesús es nuestra salvación, y ésta se verifica siempre en un cambio de vida. Jesús es contemporáneo nuestro. Siempre actúa Vivo en el hoy.
- "Éste también es hijo de Abrahán". "Tenemos por padre a Abrahán" (Lc 3,7) era la pretensión y presunción de los judíos varones que se tenían por justos. Se excluía de esta filiación a las mujeres, a los enfermos, a los pecadores, a los paganos... Jesús los incluye a todos. Recordemos que en Lc 13,16 llama "hija de Abrahán" a la mujer encorvada a la que acaba de sanar. En esta ocasión, incluye al pecador Zaqueo.
- "El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido". El episodio de Zaqueo se sitúa en paralelo con las parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma perdida y el padre misericordioso (Lc 15), así como con el episodio de la vocación de Leví y la comida de Jesús con los pecadores (Mc 5,27-32).

El pequeño Zaqueo se ha convertido, por el contacto con Jesús, en un hombre nuevo, en una nueva creación, "levantado" y "resucitado" a una vida diferente. Y ese milagro lo ha obrado el que nos busca y nos salva. Ése es su Nombre, hoy, para nosotros: El Salvador que nos busca.


4. Cuando medites


1) ¿Cómo resuenan en ti las siguientes palabras de Madeleine Delbrêl y de Joan Chittister?
"Las palabras del Evangelio son milagrosas. No nos transforman porque no les pedimos que lo hagan" (M. Delbrêl)
"Instintiva y tímidamente, evitamos todo encuentro verdadero con Dios porque sabemos que cambiará nuestra vida" (J.Chittister)
2) ¿Deseo yo, con la misma fuerza de Zaqueo, encontrarme con El que me busca?
3) ¿Me alegra la salvación de otros, su conversión, su crecimiento... o soy de los que murmuran y sienten celos de las preferencias libres de Dios por los pobres, marginados, pecadores... a los que Dios colma de bienes?

5. Cuando ores

1) Agradécele al Señor, "Amigo de la Vida",  su amor, su perdón y su compasión hacia todos los seres (cf. Sab 11, 22-12,2). Agradécele que Él te busque siempre.
2) Pídele al Señor luz para conocerle y reconocer qué rincones de tu existencia necesitan una conversión-transformación.
3) Acoge al Señor, que HOY se hospeda en tu casa, con alegría y dejando que Él obre en ti su salvación.
4) Pídele al Señor que te ayude a ser agente de salvación para pobres, marginados, despreciados, necesitados...
5) Puedes terminar orando, despacio, el salmo 145/144, que trascribo aquí de forma personalizada:

Te ensalzaré, Señor, que me buscas siempre.
Bendeciré tu Nombre por siempre jamás.
Días tras día, a cada instante, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Tú eres clemente y misericordioso,
no te irritas y eres rico en amor.
Tú eres bueno con todos,
eres cariñoso con todas tus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que hablen de tus maravillas.

Tú eres fiel a tus palabras,
bondadoso en todo cuanto haces.
Tú sostienes a los que van a caer
y enderezas y levantas a los que ya se doblan.


Nota: Podéis encontrar otra propuesta de lectura orante de este texto en:
http://www.discipulasdm.org/biblia/lectio_divina/Lectio_Comillas/lectio_Comillas_indice_01.htm

2 comentarios:

YENTL dijo...

Pues sí, Jesús también nos considera a las mujeres "hijas de Abraham" y al hacerlo nos está poniendo al mismo nivel del varón. La verdad es que esto sonaría extrañísimo a los oídos de los judíos de aquella época pero Jesús quiere restaurar la Creación tal y como Dios la creó al principio cuando el hombre y la mujer eran "iguales" es decir la mujer no estaba sometida al varón. Vemos también en otras partes del Evangelio como Jesús mantiene conversaciones "teológicas" con mujeres (María, la hermana de Lázaro y la Samaritana), como Jesús permite a las mujeres que escuchen su mensaje y se conviertan en sus discípulas ¿Qué maestro judío de aquella época trataba así a la mujer? Sólo Jesús.

Al fin y al cabo la primera persona que en la Biblia tiene el privilegio de ver a Dios es una mujer: Agar y las únicas que permanecieron fieles al Maestro sin abandonarle fueron también las mujeres. Sin embargo nos encontramos con una Iglesia "dominada" por hombres ¿Cuántas mujeres hay en la Jerarquía de la Iglesia? No hay ni siquiera monjas. Los hombres de esta Iglesia Católica padecen la misma ceguera que los judíos de la época de Jesús, no quieren ver que las mujeres somos las "preferidas" de Dios.

Un besote, Conchi
Mónica

Conchi dijo...

¡Qué claridad!, mi querida Yentl.

Totalmente de acuerdo.
Un beso