jueves, 9 de febrero de 2012

Una luz en el candelero

Lectio divina de Marcos 4, 21-34

También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del celemín, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado finalmente; ni nada que esté escondido, que no haya de salir a luz.
Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

(Podemos comparar esta parte con sus equivalentes en Lucas):

Lucas 8, 16-17: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto
Lucas 33: «Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor. »

 CUANDO LEAS
           
Algunas interpretaciones de la parábola de la lámpara:
1.- La parábola quiere decir que el reino de Dios, encerrado ahora en la persona de Jesús, que es la luz, se mostrará un día patente y claro.
2.- La comparación de la lámpara puede entenderse como conclusión de la parábola del sembrador: lo oculto y lo secreto llegará a ser público y notorio.
3.- Se opone aquí la oscuridad actual y el aparente fracaso de la predicación de Jesús a la fuerza misionera de la predicación posterior eclesial.

Jesús es la luz del mundo. Así se proclama, por ejemplo, en el Evangelio de Juan:
a) En el prologo, Jn 1:4-9; b) Por Jesús en otras ocasiones – Jn 9:5; 12:35,46 -.

Él es la luz, no una luz. Sólo Él provee la luz verdadera  - al igual que sólo Él provee la verdad y el camino a la vida -. Como la luz, Jesús es la fuente de la vida. Debemos ser cautelosos de aquellos que proclaman ofrecer "luz": algunos podrían ser siervos del Mal –2 Cor 11:13-15.

 CUANDO MEDITES

Así como el sol es el centro de nuestro sistema solar, Jesús es el centro del mundo espiritual.
El sol proporciona luz, calor y vida al mundo natural, así como Jesús se las proporciona al espiritual. Sin la luz del sol lo que hay es tinieblas e inseguridad, lo mismo podemos decir de la vida sin Jesús, que es la luz del mundo.
Jesús dice de sí mismo: “yo soy la luz del mundo”

A. La expresión “Yo soy” era familiar para los judíos, (Éxodo 3), Dios es el eterno.
B. El ambiente espiritual que rodeaba al pueblo israelita era de tinieblas. La oscuridad es símbolo de: ignorancia, pecado, maldad, perdición, inmoralidad.
C. “El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” dice también Jesús de sí mismo.
D. Dios en el desierto acompañó al pueblo por medio de una columna de fuego, la cual les brindaba calor y luz. (Éxodo 13: 21-22)
E. La luz material produce: seguridad, dirección, calor, disipa las tinieblas. Del mismo modo la luz de Jesús en nuestra vida trae seguridad, dirección, calor y disipa el pecado.
F. La Palabra de Dios, la Biblia, es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino: en momentos de duda, de inquietud, de oscuridad y desconcierto interior… podemos encontrar luz para nuestra situación concreta al meditar en la Palabra de Dios. Los montañistas, cuando emprenden una larga marcha para conquistar una cima, llevan como parte indispensable de su “kit” una linterna y una lámpara, pues les ayudará a caminar en las horas nocturnas. La Biblia debe ser parte de nuestro “kit” esencial de vida. ¿Tenemos una edición de bolsillo de los evangelios que llevamos a todas partes?

CUANDO ORES

Pensamientos de la Madre Teresa de Calcuta:

“No es lo importante lo que uno hace, sino cómo lo hace, cuánto amor, sinceridad y fe ponemos en lo que realizamos.

Cada trabajo es importante, y lo que yo hago, no lo puedes hacer tú, de la misma manera que yo no puedo hacer lo que tú haces. Pero cada uno de nosotros hace lo que Dios le encomendó.

Sólo siendo sinceros y trabajando con Dios, poniendo en ello toda nuestra alma, podremos llevar la salvación a los demás. Pero para ello es necesario que no perdamos nuestro tiempo mirando y deseando hacer lo que hacen los demás.

No es tanto lo que hacemos cuanto el amor que ponemos en lo que hacemos lo que agrada a Dios.

Mientras el trabajo sea más repugnante, mayor ha de ser nuestra fe y más alegre nuestra devoción.

No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar.

A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos caudaloso si le faltara una gota”.


(Autor: Fernando Gálligo, sj. Equipo de lectio divina de la U.P.Comillas)

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