miércoles, 30 de octubre de 2013

Zaqueo, hoy a llegado la salvación a tu casa...

LEEMOS Sabiduría 11,22-12,2 y LUCAS 19,1-9

Sabiduría (11,22–12,2)

Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes y no te fijas en los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. ¿Cómo podrían existir los seres, si tú no lo hubieras querido? ¿Cómo podrían conservarse, si tú no lo ordenaras? Tú tienes compasión de todos, porque todos, Señor, te pertenecen y amas todo lo que tiene vida, porque en todos los seres está tu espíritu inmortal. Por eso, a los que pecan los corriges y reprendes poco a poco, y les haces reconocer sus faltas, para que apartándose del mal crean en ti, Señor.

Lucas (19,1-10)

1Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. 2Vivía en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico. 3 Buscaba ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. 4 Así que se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. 
5 Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.» 
6 Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. 7Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. 
8 Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. 10 Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»


Sobre el texto de Lucas

- Lucas sitúa el relato de Zaqueo al final del viaje de Galilea a Jerusalén (9,51-19,27), en una sección que T.W. Manson ha titulado “el evangelio de los excluidos”, y que abarca los capítulos 15 al 29.
-  Jericó. Jesús va subiendo a Jerusalén y atraviesa Jericó, conocida en el evangelio por el famoso relato de la curación del ciego Bartimeo quien, en el evangelio de Marcos, se convierte en prototipo del buen discípulo (Mc 10,52).
Jesús encuentra a este ciego (sin nombre en Lc) a la entrada de la ciudad. Atravesando la ciudad, otro hombre saldrá  a su encuentro y encontrará en Jesús la respuesta a todas sus búsquedas.
- Zaqueo es nombre semítico y su portador debía de ser judío. El v. 2 lo caracteriza por su oficio (jefe de publicanos) y su posición social (rico). Este hombre “buscaba” ver a Jesús. Dos verbos importantes. El verbo “buscar” en Lucas designa la búsqueda de la verdad, la salud, el sentido de la vida o la salvación. En 11,9, Jesús dice: “Buscad y hallaréis”, y en 9,9, Herodes “buscaba” ver a Jesús, un deseo que cumple durante su proceso (Lc 23,8).
En todos los evangelios, Jesús es buscado por todo el mundo: Pedro y los demás (Mc 1,35); los judíos (Jn 6,26; 7,11; 11,56); los griegos (12,20-21)… Todos quieren verlo, tocarlo, estar cerca… Muchos, buscando recibir de él la vida. Otros, buscando quitársela…
Zaqueo busca ver quién es Jesús. No lo conoce, pero ha oído hablar de él. A pesar de su riqueza, su vida no está satisfecha y su inquietud lo lleva a acercarse a Jesús. Lucas usa el verbo ver una metáfora del conocimiento, del amor y de la fe (Recordemos el hombre de la mano seca, en Lc 6,6 o la mujer que sufría flujos de sangre, Lc 8,43)

- Zaqueo es pequeño de estatura y la gente, que aparece aquí por primera vez, es un obstáculo para que él pueda acceder a Jesús. Sin embargo, Zaqueo se pone en movimiento. Vence los obstáculos. Sube a un árbol y espera que Jesús pase. Sin embargo, las expectativas de este hombre quedan ampliamente superadas por Jesús, que no solo pasa cerca, sino que se detiene, mira a Zaqueo y le dirige la palabra: Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.” Jesús conoce a Zaqueo por su nombre. El adverbio “hoy” sugiere que Dios va a intervenir salvando, en el presente, a este hombre por medio de Jesús. En Jesús está actuando todo el poder salvador de Dios (cf. Lc 2,11; 4, 21; 5, 26; 11,3; 23, 43).
Zaqueo recibe la disposición de Jesús con alegría y lo acoge en su casa según la hospitalidad judía habitual. Para Lucas, la presencia de Dios en la vida de las personas no puede sino producir alegría. Hay un contraste entre Zaqueo un hombre rico que rechazó la propuesta de Jesús y se alejó lleno de tristeza (cf. Lc 18,23).
- La alegría de Zaqueo provoca la reacción negativa y crítica de la gente. Lucas nos ha acostumbrado a recriminaciones envidiosas situadas cerca de episodios de perdón, reconciliación, curación o liberación (cf. Lc 5,30; 15,2).
Entonces, y como consecuencia del encuentro con Jesús, en Zaqueo se produce una transformación profunda que le lleva a tomar una decisión ética: repartir la mitad de sus bienes a los pobres y dar cuatro veces lo robado a aquellos a quienes había defraudado. Es verdad que Zaqueo no vende todos sus bienes (cf. 12,33; 14, 33; 18,22), pero el episodio pone el acento en la amplitud del don y en el valor del gesto. El gesto de dar el cuádruplo pudo estar inspirado en un mandato aislado de la ley de Moisés (el caso aislado de la restitución de cuatro corderos por uno robado, Éx 22,1; 2 Sam 12,6), pero más probablemente por una regla del derecho romano, vigente en la provincia de Judea.
- Ahora Zaqueo es verdadero hijo de Abrahán porque no se ha contentado con decirse en su interior, de forma vacía y autocomplaciente: “tengo por padre a Abrahán”, sino porque ha dado frutos dignos de conversión (cf. 3,8).
El que buscaba ver a Jesús ha sido buscado, mirado y encontrado por él. La frase del v. 10 resume la esencia del evangelio de Lucas: Jesús ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido porque ese es el deseo del Padre, tal y como reflejan las parábolas de la misericordia (Lc 15) y textos veterotestamentarios como el de Ez 34,15-16.

(cf. François Bobon, El evangelio según San Lucas, Vol IV, Sígueme 2002)

CUANDO MEDITES

Trata de descubrir lo que ambos textos quieren comunicarnos en torno a la imagen de Dios: Amigo de la vida. Imagen provocativa, escandalosa que denuncia nuestras falsas imágenes de Dios, que no son cristianas: “a todos perdonas, porque son tuyos” (v.26).
Toma conciencia de cómo Dios quiere la conversión del pecador “poco a poco” (v.2), dándonos el tiempo necesario para que podamos creer en El y acercarnos a Él, como Zaqueo.
Detecta lo que te impide acoger esta imagen de Dios; los obstáculos para ver a Jesús, como a Zaqueo… Pregúntate: ¿Soy yo un obstáculo o soy una ayuda y un cauce para que los demás se encuentren con Jesús? ¿Soy transparencia de Jesús o soy opacidad que impide que los demás lo vean a Él?
Contempla cómo se va construyendo el Reino. Porque Dios reina precisamente perdonando y salvando a los que andan perdidos. Y solamente quien acoge en su casa esta misericordia tan inmerecida puede de verdad experimentar la alegría de la conversión.

CUANDO ORES

- Alaba la grandeza de Dios, su amor creador que nos llama a la existencia.
- Agradece la compasión, el perdón recibido. Siéntete criatura: “todos llevan tu soplo incorruptible” (12,1). El Espíritu del Señor nos habita. “Todo concurre al bien...” dirá Pablo en Rm 8, 28.  Renueva los sentimientos de confianza en un amor de tal totalidad.

- Gusta la cercanía de Dios que se nos hace presente en la iniciativa de Jesús. Lo puedes contemplar en Zaqueo como en tu propia historia personal. Saborea  cómo el Señor puede sacar del pecador lo mejor de sí mismo, la generosidad, entrega: “Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres...” (v. 8).

- Termina la oración ofreciéndote a ser instrumento de perdón y misericordia para otros.   

- Textos que pueden ayudarte a orar:

Salmo 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; 
bendeciré tu nombre por siempre jamás. 
Día tras día, te bendeciré 
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es clemente y misericordioso, 
lento a la cólera y rico en piedad; 
el Señor es bueno con todos, 
es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, 
que te bendigan tus fieles; 
que proclamen la gloria de tu reinado, 
que hablen de tus hazañas. 
El Señor es fiel a sus palabras, 
bondadoso en todas sus acciones. 
El Señor sostiene a los que van a caer, 
endereza a los que ya se doblan. 

Tu sabiduría

Tu sabiduría es sorpresa para el niño,
desafío para el que busca
y promesa para el que sueña.

Tu sabiduría es necia
para quien quiere ser Dios,
pero cierta para quien se sabe
humano,
finito y frágil.

Tu sabiduría es cruz donde se alza
el que ofrece un brazo amigo,
una palabra cierta,
un encuentro liberador.

Tu sabiduría es llave que abre
portones largo tiempo cerrados
y trae a nuestras estancias
un aire de libertad y gozo,
de comunión y fiesta.

Haznos sabios, señor,
con esa sabiduría tuya
de evangelio y reino,
de camino y mesa.


José Mª Rodríguez Olaizola, sj


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