miércoles, 17 de septiembre de 2008

Los primeros ejercicios espirituales de Mónica

La autora de este blog, la hermana Conchi, me ha pedido que cuente mi experiencia en Buenafuente del Sistal.
Antes de comenzar quiero agradecer a Dios por haber puesto a Conchi en el camino de mi vida. A ella le debo, no sólo estos días de agosto que he pasado en Buenafuente, sino también el hecho de que esté estudiando “Ciencias Religiosas” en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Pablo” de Alicante. Ella es una “mediación” enviada por Dios.

Sinceramente yo nunca había oído hablar de este sitio hasta que el año pasado Conchi me comentó que se iba unos días al monasterio de Buenafuente del Sistal a hacer ejercicios espirituales. Me comentó que era un monasterio cisterciense del siglo XIII situado en un lugar apartado de la provincia de Guadalajara y la verdad es que me dio bastante envidia, así es que este año decidí pasar parte de mis vacaciones haciendo ejercicios espirituales en Buenafuente.

Cuando llegué, lo que más me llamó la atención de este sitio era su hermosa naturaleza, reflejo exiguo de la Belleza Suprema. Yo vivo en la ciudad y no estoy acostumbrada a estos paisajes. Este entorno junto con la tranquilidad que hay allí invitan constantemente al creyente a la oración y la meditación.

Mi jornada diaria se dividía en rezos, meditaciones y lectura. Afortunadamente, las monjas del monasterio permiten que la gente comparta con ellas sus rezos, así es que todos los días podíamos apreciar las bonitas voces de las hermanas, especialmente la de la hermana Nela recitando salmos, y la de la madre abadesa cantando el Padrenuestro, siempre acompañadas por el canturreo de la fuente que se encuentra dentro de la iglesia.
A pesar de que cantaban sin micrófono se les oía perfectamente gracias a la buena acústica de la iglesia románica del siglo XIII.

Los momentos del día que más me gustaban eran los dedicados a la lectura. Cuando no tenía rezo ni meditación, me adentraba en el campo para conseguir allí un mayor silencio, silencio en cuanto voces “humanas” ¡claro está! Porque la naturaleza tiene también sus propias voces: el zumbido de las abejas, el cantar de los pájaros, las hojas de los árboles mecidas por el viento... “Voces” que tranquilizan al espíritu y que continuamente alaban a su Creador, como dice el salmo 150: “¡Todo cuanto respira alabe a Yahvéh!”.

En cuanto a las meditaciones que nos daba el padre Ángel, considero que eran demasiado elevadas al menos para mi nivel espiritual. El padre Ángel es un sacerdote con un nivel espiritual muy elevado y a mí no me resultaba fácil interiorizar todo lo que decía. Aunque de todo se aprende algo. ¡Muchas gracias, Don Ángel, por compartir con nosotros su espiritualidad!

He de confesar que durante mi estancia en Buenafuente cambió mi visión sobre las monjas de clausura. Yo siempre me las había imaginado como unas monjas más bien cerradas y poco cercanas, pero me llevé la gratísima sorpresa de que estaba equivocada. Las hermanas del monasterio resultaron ser unas monjas muy cercanas y agradables.

El único “pero” que podría añadir a todo esto sería que yo no alcancé mis expectativas espirituales. Pensaba que quizá allí podría averiguar lo que Dios quiere de mí, pero no lo conseguí. No sé, puede que sufra de “sordera espiritual.”

Es septiembre y he regresado al trabajo. Me acuerdo de la tranquilidad de Buenafuente, de los rezos, de la naturaleza... y lo echo de menos, pero doy gracias a Dios por haberme concedido el regalo de conocer Buenafuente del Sistal.

No quisiera terminar sin mencionar antes unos versículos de la Biblia. Son del libro de Rut, uno de mis favoritos, y los quiero dedicar a mi amiga Conchi, ya que si no hubiera sido por ella yo no habría podido asistir a estos ejercicios espirituales en Buenafuente.
Que Yahvéh te recompense tu obra y que tu recompensa sea colmada de parte de Yahvéh, Dios de Israel.”
Bueno Conchi, ya sabes, mejor “pagaor” que Dios no hay.

Mónica

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por el blog y en especial por este testimonio de Mónica que me ha recordado tanto a mí misma... También estoy estudiando Ciencias Religiosas, combinandólo como puedo con mi trabajo..., y este invierno hice por primera vez unos ejercicios espirituales, y la verdad es que fue una auténtica gozada poder disfrutar de unos días de silencio y oración, para perderme en Él y con Él...

Conchi pddm dijo...

Gracias por tu comentario, amiga anónima, ¡y mucho ánimo en tus estudios de Ciencias Religiosas! Porque no es fácil estudiar y trabajar a un tiempo.
¡Enhorabuena también por tus primeros ejercicios espirituales! Te animo a que no los dejes ningún año. Es una riqueza espiritual de la que deberían gozar todos los cristianos con ritmo anual. Desafortunadamente, aún no es asi.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Bueno, Conchi, a ver si la Providencia guía al "malagueño" de Buenafuente a tu blog.

Mónica

Anónimo dijo...

¡Nunca se sabe! Los caminos del Señor son extraños y sorprendentes, aunque a veces hay que dar un empujoncito por nuestra parte para que las cosas sucedan.

Gracias por tu testimonio, Mónica. Me ha encantado.

Ahora estamos haciendo un curso de formación permanente, como Familia Paulina, sobre San Pablo. Lo da Federico Pastor Ramos. Ya diremos algo al respecto en el blog. Mañana termina. Por eso no sé si podremos hacer el programa de Radio María, que también toca mañana. Probablemente me sea imposible preparar el guión.

Me voy a la cama, que ya es tarde y los laudes comienzan, en Madrid, a las 7...

Un beso