jueves, 26 de abril de 2012

Ánimo. Soy yo. No temáis

Lectio divina de Marcos 6, 45-56
 
45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente.  46 Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.

47 Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra. 48 Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. 49 Pero ellos viéndole caminar sobre el mar creyeron que era un fantasma  se pusieron a gritar, 50 pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: “¡Ánimo, que soy yo, no temáis.”  51 Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente  estupefactos, 52 pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
53 Terminada la travesía llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. 54 Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,  55 recorrieron toda aquella región y  a comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían  que él estaba.  56 Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

CUANDO LEAS

- El relato de Marcos que hoy oramos se inserta claramente dentro del fragmento en el que el evangelista quiere subrayar y exponer la proclamación de la buena noticia ya no sólo en Galilea sino más allá (6, 6b-8,26). Tras el envío de los Doce (6,6b-12) y su regreso (6,30), contemplado la semana pasada, Marcos presenta un ciclo de hechos prodigiosos: una multiplicación de alimentos (vv.31-44), una travesía en el mar y un resumen de curaciones (6,45-56).
Tal esquema se repite en el cap. 8: una multiplicación de alimentos, un recorrido por el mar y una curación milagrosa. Y entre ambos ciclos se produce un importante debate con fariseos y escribas (7, 1-23) y dos curaciones que ocurren nada casualmente en tierra de gentiles (7, 24-37)
-  En nuestra perícopa  no se dice por qué “inmediatamente” urge Jesús a sus discípulos a que partan (les obligó –dice el texto; ni por qué despide a la multitud y se retira al monte a orar (cf. los retiros orantes de  Jesús en 1, 35 y 14, 32-42, así como su retirada “al monte” de 3, 13). Es sorprendente la concentración de lugares que representan aislamiento y peligro, por un lado, y la presencia divina (desierto, monte, mar), por otro.
- Hoy contemplamos el segundo episodio de Marcos relacionado con el mar (6, 47-52; cf. 35-41). Y podemos comprobar sorprendidos que se ajusta al modelo general de los relatos de milagro: los discípulos están en peligro y Jesús camina hacia ellos sobre las aguas, calma sus temores, hace amainar el viento y deja atónitos a los que han visto tales maravillas y prodigios.
- Pero aún así existen algunos aspectos desconcertantes. Dada la frase  “quería pasarles de largo” (48b), hacer ademán de pasar e ignorar a sus discípulos, parece como si la primera intención de Jesús no fuera aliviar la angustia que les invadía, sino hacerles una demostración de sus poderes milagrosos, más dirigida a producir una teofanía, (una manifestación de  ese poder que no les permite creer en el Maestro) que a calmar los bruscos elementos desenvueltos en la naturaleza. Tal frase no aparece en las versiones mateanas y joánicas. Puede que Marcos haya utilizado el motivo del antiguo testamento del “paso” de Dios (Ex 33, 19.22;  I Re 19,11) para poner de relieve el carácter divino de la actuación de Jesús al caminar sobre el mar para acudir en ayuda de los suyos.
-  En el v. 52, la perplejidad de los discípulos ante la milagrosa aparición de Jesús y al verle calmar el viento se relaciona con su incapacidad para entender “lo de los panes” (cf.8, 17-21): así como Jesús manifiesta el poder de Dios contra la amenaza del desierto, lo manifiesta también al hacer frente a la amenaza del mar.
 
- Pero los Doce no captan esto porque sus corazones estaban (orig.: eran) endurecidos; aunque desconozcamos como en otros relatos bíblicos si la responsabilidad de tal endurecimiento es divina o humana, tal es la ambigüedad. Lo que está claro en 6,52 es que los discípulos son criticados porque con su asombro, muestran incomprensión y falta de fe cuando Jesús acude en su ayuda.
La actitud de ellos, la de los que viven diariamente con Jesús  contrasta fuertemente con la de la gente, que lleva ante su presencia numerosos enfermos para que los cure (6, 53-56), procedentes de todo tipo de población que siguen los pasos de Jesús, pendientes de enterarse “adonde él estaba” (v. 55b), profundamente convencidos como aquella mujer (la hemorroisa) que se atrevió a rozar sencillamente el borde del manto del “único que puede salvar bajo el cielo, porque no se nos ha dado otro nombre”.

CUANDO MEDITES

-  Jesús obliga a marcharse  inmediatamente a los discípulos; también despide a la multitud. Y se dirige a un lugar separado a orar. Pero a Jesús no le molesta nadie, ama a las multitudes y cada uno personalmente. Jesús no huye de los seres humanos, de ninguno. Pero tiene bien claro que sin la fuerza que le infunde la comunicación e intimidad con el Padre es incapaz de llevar adelante y cumplir la misión para la que vino a este mundo.
-  Sus prisas no son malas, de las que desordenan y ofuscan la paz del corazón, la mente y las entrañas. Jesús es un ser humano responsable en cada instante. Ni la gente ni los propios discípulos le deslumbran ni le apartan de esa profunda y vital necesidad de estar solo, de orar, de reforzar la relación con el que le envió.
La relación entre ambos no cesa. No deja que se enfríe tanta intimidad, la necesita para seguir obrando el bien. Sólo el que conoce al Padre puede revelárnoslo, haciéndonos partícipes de su filiación. Situación de total dependencia de Dios Padre. Toda su sabiduría, su fuerza, su voluntad… son las del Padre.
- Jesús sale al encuentro de sus discípulos y todo el que lo necesita, calmando nuestros temores, incluso aquellos que desconocemos y no hemos percibido. Porque él nos conoce mejor que nosotros mismos y únicamente en él puedo encontrarme en mi verdadero yo;  sólo  en mí  puedo hallarlo a él. ¡Dichosos los que no esperan la salvación grandiosamente y dejan a Dios ser Dios, permitiéndole entrar y actuar!
- Jesús amaina y sosiega todas nuestras tormentas y angustias, su paz nos saca de la oscuridad, la incertidumbre y de todo aquello que aparentemente parece que nos va a superar y hundir sin remedio alguno.
Jesús quiere aliviar el peso de tus fatigas. Como siempre, nada tuyo le es ajeno. El vino para liberar y salvar, no para hacer más dura tu existencia. Jesús nos ofrece su amistad.
- El Maestro sólo quiere y anhela tu paz. Los designios de Dios no son de aflicción sino de paz.

CUANDO ORES

- Mira a Jesús y permítele que te contagie su confianza y comunión con el Padre, pero no te agobies ni te condenes a ti misma, a ti mismo. Contémplalo solamente, acompáñale, sin prisas y él irá asemejándote a él sin interrumpir tu crecimiento y el desarrollo de tu existencia, que  seas tú mismo y esa criatura que él un día soñó y llamó a este mundo… ¡Dame hambre y sed de ti y líbrame de la autosuficiencia! ¡Renueva mi fe y haz que me sostenga una fe humilde y agradecida!     
- ¡Gracias Padre por tu Hijo! ¡Gracias Jesús por revelarme al Padre y por llevarme hasta Él!
¡Gracias por vuestra comunión estrecha, fuente de vida y amor! ¡Fortalece la nuestra!
- Considera los agobios de tu vida, aquello que nubla tu paz. Jesús desea que te acerques. ¡Descansa en Él  con todo lo que albergas en estos momentos en tu corazón! Confía en las palabras del salmista: “Contemplad al Señor y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará” (Sal 33). Nada puede alejarte de Dios. Él sólo desea que tú nunca llegues a creer que cualquier realidad puede hundirte y ahogarte. Atrévete a creer y a “tocar”  o rozar su manto; pídele cómo hacerlo. Sin ningún miedo a escucharlo.

¡DADME VUESTRO AMOR Y GRACIA
QUE ESTAS ME BASTAN!

(Autora: Mª del Pilar Casarrubios Lucas, pddm. Equipo de lectio divina de la UPComillas) 

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