-¡Espera! ¿Me permites que te haga una pregunta?
A lo que la serpiente repuso (póngase voz de serpiente):
- No suelo escuchar a mis víctimas pero, de acuerdo, por ser tú, te permitiré que me hagas tus preguntas.
-¿Yo te he hecho algo?
-No.
-¿Formo parte de tu cadena alimenticia?
-No.
-Pues entonces, ¿por qué quieres comerme?
Entonces el animal la miró fijamente y le dijo:
-Porque no soporto verte brillar.
................
Ese cuentecillo sirve como umbral para el capítulo dedicado a los envidiosos.
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