LEEMOS Sabiduría
11,22-12,2 y LUCAS 19,1-9
Sabiduría (11,22–12,2)
Tú
te compadeces de todos, porque todo lo puedes y no te fijas en los pecados de
los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces
nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
¿Cómo podrían existir los seres, si tú no lo hubieras querido? ¿Cómo podrían
conservarse, si tú no lo ordenaras? Tú tienes compasión de todos, porque todos,
Señor, te pertenecen y amas todo lo que tiene vida, porque en todos los seres
está tu espíritu inmortal. Por eso, a los que pecan los corriges y reprendes
poco a poco, y les haces reconocer sus faltas, para que apartándose del mal
crean en ti, Señor.
Lucas (19,1-10)
1Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. 2Vivía
en ella un hombre llamado Zaqueo,
jefe de publicanos y rico. 3 Buscaba
ver quién era Jesús, pero no podía a
causa de la gente, porque era de pequeña
estatura. 4 Así que se adelantó corriendo y se subió a un
sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.
5 Al llegar allí, Jesús
miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.»
6 Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. 7Al ver esto comenzaron
todos a criticar a Jesús, diciendo
que había ido a quedarse en casa de un
pecador.
8 Pero Zaqueo, levantándose
entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado
algo a alguien, le devolveré cuatro
veces más.» 9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación
a esta casa, porque este hombre también es descendiente
de Abraham. 10 Pues el
Hijo del hombre ha venido a buscar y
salvar lo que se había perdido.»
Sobre el
texto de Lucas
- Lucas sitúa el relato de Zaqueo al final
del viaje de Galilea a Jerusalén (9,51-19,27), en una sección que T.W. Manson
ha titulado “el evangelio de los excluidos”, y que abarca los capítulos 15 al
29.
- Jericó. Jesús va subiendo a Jerusalén y
atraviesa Jericó, conocida en el evangelio por el famoso relato de la curación
del ciego Bartimeo quien, en el evangelio de Marcos, se convierte en prototipo
del buen discípulo (Mc 10,52).
Jesús encuentra a este ciego (sin nombre en
Lc) a la entrada de la ciudad. Atravesando la ciudad, otro hombre saldrá a su encuentro y encontrará en Jesús la
respuesta a todas sus búsquedas.
- Zaqueo
es nombre semítico y su portador debía de ser judío. El v. 2 lo caracteriza por
su oficio (jefe de publicanos) y su posición social (rico). Este hombre “buscaba” ver a Jesús. Dos verbos importantes.
El verbo “buscar” en Lucas designa la búsqueda de la verdad, la salud, el
sentido de la vida o la salvación. En 11,9, Jesús dice: “Buscad y hallaréis”, y
en 9,9, Herodes “buscaba” ver a Jesús, un deseo que cumple durante su proceso
(Lc 23,8).
En todos los evangelios, Jesús es buscado por
todo el mundo: Pedro y los demás (Mc 1,35); los judíos (Jn 6,26; 7,11; 11,56);
los griegos (12,20-21)… Todos quieren verlo, tocarlo, estar cerca… Muchos,
buscando recibir de él la vida. Otros, buscando quitársela…
Zaqueo busca ver quién es Jesús. No lo conoce, pero ha oído hablar de él. A
pesar de su riqueza, su vida no está satisfecha y su inquietud lo lleva a
acercarse a Jesús. Lucas usa el verbo ver
una metáfora del conocimiento, del amor y de la fe (Recordemos el hombre de la
mano seca, en Lc 6,6 o la mujer que sufría flujos de sangre, Lc 8,43)
- Zaqueo es
pequeño de estatura y la gente, que aparece aquí por primera
vez, es un obstáculo para que él pueda acceder a Jesús. Sin embargo, Zaqueo se
pone en movimiento. Vence los obstáculos. Sube a un árbol y espera que Jesús
pase. Sin embargo, las expectativas de este hombre quedan ampliamente superadas
por Jesús, que no solo pasa cerca, sino que se detiene, mira a Zaqueo y le
dirige la palabra: “Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu
casa.” Jesús conoce a Zaqueo por su nombre. El adverbio “hoy” sugiere que Dios va a intervenir
salvando, en el presente, a este hombre por medio de Jesús. En Jesús está
actuando todo el poder salvador de Dios (cf. Lc 2,11; 4, 21; 5, 26; 11,3; 23,
43).
Zaqueo
recibe la disposición de Jesús con
alegría y lo acoge en su casa según la hospitalidad judía habitual. Para
Lucas, la presencia de Dios en la vida de las personas no puede sino producir
alegría. Hay un contraste entre Zaqueo un hombre rico que rechazó la propuesta
de Jesús y se alejó lleno de tristeza (cf. Lc 18,23).
- La alegría de Zaqueo
provoca la reacción negativa y crítica de la gente. Lucas nos ha acostumbrado a
recriminaciones envidiosas situadas cerca de episodios de perdón,
reconciliación, curación o liberación (cf. Lc 5,30; 15,2).
Entonces,
y como consecuencia del encuentro con Jesús, en Zaqueo se produce una transformación profunda que le lleva a tomar
una decisión ética: repartir la mitad de sus bienes a los pobres y dar
cuatro veces lo robado a aquellos a quienes había defraudado. Es verdad que
Zaqueo no vende todos sus bienes (cf. 12,33; 14, 33; 18,22), pero el episodio
pone el acento en la amplitud del don y en el valor del gesto. El gesto de dar
el cuádruplo pudo estar inspirado en un mandato aislado de la ley de Moisés (el
caso aislado de la restitución de cuatro corderos por uno robado, Éx 22,1; 2
Sam 12,6), pero más probablemente por una regla del derecho romano, vigente en
la provincia de Judea.
-
Ahora Zaqueo es verdadero hijo de
Abrahán porque no se ha contentado con decirse en su interior, de forma
vacía y autocomplaciente: “tengo por
padre a Abrahán”, sino porque ha dado frutos dignos de conversión (cf.
3,8).
El
que buscaba ver a Jesús ha sido buscado,
mirado y encontrado por él. La frase del v. 10 resume la esencia del evangelio
de Lucas: Jesús ha venido a buscar y
salvar lo que se había perdido porque ese es el deseo del Padre, tal y como
reflejan las parábolas de la
misericordia (Lc 15) y textos veterotestamentarios como el de Ez 34,15-16.
(cf.
François Bobon, El evangelio según San
Lucas, Vol IV, Sígueme 2002)
CUANDO
MEDITES
Trata de descubrir lo que ambos textos quieren
comunicarnos en torno a la imagen de
Dios: Amigo de la vida. Imagen
provocativa, escandalosa que denuncia nuestras falsas imágenes de Dios, que no
son cristianas: “a todos perdonas, porque
son tuyos” (v.26).
Toma conciencia de cómo Dios
quiere la conversión del pecador “poco a
poco” (v.2), dándonos el tiempo necesario para que podamos creer en El y
acercarnos a Él, como Zaqueo.
Detecta lo que te
impide acoger esta imagen de Dios; los
obstáculos para ver a Jesús, como a Zaqueo… Pregúntate: ¿Soy yo un
obstáculo o soy una ayuda y un cauce para que los demás se encuentren con
Jesús? ¿Soy transparencia de Jesús o soy opacidad que impide que los demás lo
vean a Él?
Contempla cómo se va construyendo el Reino. Porque
Dios reina precisamente perdonando y salvando a los que andan perdidos. Y
solamente quien acoge en su casa esta misericordia tan inmerecida puede de
verdad experimentar la alegría de la conversión.
CUANDO ORES
- Alaba la grandeza de Dios, su amor creador
que nos llama a la existencia.
- Agradece
la
compasión, el perdón recibido. Siéntete criatura: “todos llevan tu soplo
incorruptible” (12,1). El Espíritu del Señor nos habita. “Todo concurre al
bien...” dirá Pablo en Rm 8, 28.
Renueva los sentimientos de confianza en un amor de tal
totalidad.
- Gusta la cercanía de Dios que se nos hace presente en la iniciativa de Jesús. Lo puedes contemplar en Zaqueo como en tu propia historia personal. Saborea cómo el Señor puede sacar del pecador lo mejor de sí mismo, la generosidad, entrega: “Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres...” (v. 8).
- Termina la oración ofreciéndote a ser instrumento de perdón y misericordia para otros.
- Textos que pueden ayudarte a orar:
Salmo 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré
tu nombre por siempre jamás.
Día
tras día, te bendeciré
y
alabaré tu nombre por siempre jamás.
El
Señor es clemente y misericordioso,
lento
a la cólera y rico en piedad;
el
Señor es bueno con todos,
es
cariñoso con todas sus criaturas.
Que
todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que
te bendigan tus fieles;
que
proclamen la gloria de tu reinado,
que
hablen de tus hazañas.
El
Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso
en todas sus acciones.
El
Señor sostiene a los que van a caer,
endereza
a los que ya se doblan.
Tu
sabiduría
Tu sabiduría es sorpresa para el niño,
desafío para el que busca
y promesa para el que sueña.
Tu sabiduría es necia
para quien quiere ser Dios,
pero cierta para quien se sabe
humano,
finito y frágil.
Tu sabiduría es cruz donde se alza
el que ofrece un brazo amigo,
una palabra cierta,
un encuentro liberador.
Tu sabiduría es llave que abre
portones largo tiempo cerrados
y trae a nuestras estancias
un aire de libertad y gozo,
de comunión y fiesta.
Haznos sabios, señor,
con esa sabiduría tuya
de evangelio y reino,
de camino y mesa.
José Mª
Rodríguez Olaizola, sj
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